‘Lejos del cielo’: La mujer del siglo XX en el siglo XXI

Los aficionados al cine detectarán un homenaje claro a una forma de hacer cine en esta película. El melodrama de los años cincuenta es reformulado por el realizador Todd Haynes y entrega como resultado una película excelente en la que la puesta en escena, la banda sonora, el vestuario, la peluquería o la dirección actoral, son sobresalientes

05 may 2018 / 08:17 h - Actualizado: 01 may 2018 / 22:02 h.
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  • La fotografía de ‘Lejos del cielo’ es cuidadosa y despliega una paleta de colores precisos. / El Correo
    La fotografía de ‘Lejos del cielo’ es cuidadosa y despliega una paleta de colores precisos. / El Correo
  • El racismo y el puritanismo eran protagonistas en las Norteamérica de los ‘50. / El Correo
    El racismo y el puritanismo eran protagonistas en las Norteamérica de los ‘50. / El Correo
  • Todd Haynes y Julianne Moore en el set de ‘Lejos del cielo’. / El Correo
    Todd Haynes y Julianne Moore en el set de ‘Lejos del cielo’. / El Correo
  • Cartel de ‘Far from heaven’. / El Correo
    Cartel de ‘Far from heaven’. / El Correo

Durante los años cincuenta, el melodrama fue un género puntero en el cine. Tal vez fue la edad de oro de una forma de ver el mundo que no tiene mucha pinta de volver a ser protagonista.

Películas como Sólo el cielo lo sabe (All That Heaven Allows, 1955) o Siempre hay un mañana (There's Always Tomorrow, 1956) de Douglas Sirk son arquetípicas. Y debe ser por ello por lo que Todd Haynes, director de Lejos del cielo (Far from Heaven, 2002), se inventa un homenaje a un tipo de cine exquisito. Eso sí, no es una copia actualizada ni nada por el estilo. El trabajo de Haynes es original, estético a más no poder (la fotografía de Edward Lachman busca los encuadres más certeros y la paleta de colores es intensa: rojos, marrones, verdes; colores otoñales que nos hacen pensar en el ocaso de todo el universo que nos enseñan en la pantalla); viene envuelto en una banda sonora de Elmer Bernstein especialmente bella que incluye algo de blues y swing de la época en la que se desarrolla la trama; y soportado por una puesta en escena espectacular por lo cuidada que está. El vestuario y la peluquería magníficos. En fin, la película es estupenda.

La película habla de las familias típicas americanas, de la abnegación de la mujer, del tabú que representa la homosexualidad, del puritanismo que se instaló en el corazón de la sociedad norteamericana y que aún sigue allí, en la imposibilidad de reconocer las evidencias cuando está en juego el universo en el que vives con cierta comodidad, de la importancia de las apariencias para poder sobrevivir, del racismo brutal que impide desde hace decenas de años que los hombres y mujeres de color puedan prosperar con cierta normalidad. En definitiva, la película de Haynes (es también guionista) habla del miedo que se mantiene firme en las sociedades más desarrolladas y que no permite nada que no sea seguir las normas aunque eso nos convierta en seres infelices. Por ejemplo, los personajes de Lejos del cielo no nombran aquello a lo que no se quieren enfrentar. Son incapaces de referirse a homosexual sin decir cosas como ‘ese tipo de personas’ o cosas parecidas. Además, el american way of life hecho pedazos y la condena de una mujer a quedar atrapada para siempre en un pueblo pequeño en mitad de ninguna parte (el marido tiene más posibilidades y logra escapar y rehacer su vida). La verdad es que el dibujo de Haynes resulta patético y arrastra al espectador a la reflexión.

Haynes logra que en este homenaje al melodrama destaque la actriz principal. Julianne Moore encarna a Cathy Whitaker de forma brillante, limpia, verosímil. Da gusto ver a esta actriz cuando el trabajo de dirección es notable. Dennis Quaid y Dennis Haysbert están muy bien aunque no llegan a aportar la misma luminosidad que la señora Moore.

Haynes trae hasta el siglo XXI a una mujer del XX. Cathy hubiera tenido alguna posibilidad en el cine de Sirk. La época permitía licencias que apuntaban a la felicidad. Pero hoy ya no pasan esas cosas. Cathy está condenada a la soledad, a no poder amar a su marido o al único hombre que le entiende y le hace sentir que tiene mucho dentro para mostrar al mundo. Cathy se despide en la estación de tren de un hombre negro al que podría amar aunque es imposible. Y con ello se despide de toda posibilidad de ser feliz.

A Sirk le gustaría la película de Haynes. Le hubiera encantado la banda sonora, la ambientación y dirigir a Julanne Moore. Y a buena parte de los espectadores actuales nos gusta Lejos del cielo. De hecho, muchos críticos consideramos que esta es una de las mejores películas del año 2002 y por tanto de este siglo.

Película de manta, silencio y tranquilidad para disfrutar de una excelente película.