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Los paisajes devastados de Lewis Baltz (1945-2014)

Hasta el próximo 4 de junio, la Fundación MAPFRE, situada en la madrileña calle de Bárbara de Braganza, acoge una interesante retrospectiva de un fotógrafo norteamericano que murió en París y sentó ciertas bases del movimiento conceptual tal y como hoy lo conocemos. Nos entregan una multitud de fotografías agrupadas en series conceptuales, donde se ve el paso de la mano del ser humano sin que en ellas aparezca directamente. La separación entre blanco y negro y color es fundamental.

22 abr 2017 / 12:55 h - Actualizado: 15 abr 2017 / 18:35 h.
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  • Lewis Baltz, ‘North Wall Steelcase 1123 Warner Avenue Tustin, 1974’ from ‘The New Industrial Parks near Irvine, California’, 1974. / © Lewis Baltz
    Lewis Baltz, ‘North Wall Steelcase 1123 Warner Avenue Tustin, 1974’ from ‘The New Industrial Parks near Irvine, California’, 1974. / © Lewis Baltz
  • Santa Cruz. / © Lewis Baltz
    Santa Cruz. / © Lewis Baltz
  • Monterrey, de la serie The Prototype Works, 1967. The Lewis Baltz Trust. / © Lewis Baltz
    Monterrey, de la serie The Prototype Works, 1967. The Lewis Baltz Trust. / © Lewis Baltz
  • Mirando al Nordeste desde la Colina Masónica [Looking Northeast from Masonic Hill] (1978-1980). / © Lewis Baltz
    Mirando al Nordeste desde la Colina Masónica [Looking Northeast from Masonic Hill] (1978-1980). / © Lewis Baltz
  • Según Baltz todo paisaje humano tiene un contenido cultural, siendo nuestra propia biografía involuntaria desde donde operan los gustos, aspiraciones, valores, miedos,... / © Lewis Baltz
    Según Baltz todo paisaje humano tiene un contenido cultural, siendo nuestra propia biografía involuntaria desde donde operan los gustos, aspiraciones, valores, miedos,... / © Lewis Baltz

Quizás, en estas páginas, no hemos insistido lo suficiente en la importancia del paisaje en fotografía. Entre los principales y más recientes cultivadores de este género está, entre otros, Ansel Adams, que responde o parte del prototipo de fotógrafo de naturaleza que se tira largas horas del día con su cámara y un pesado equipo intentando captar su esencia más primigenia, la luz más perfecta, el instante más impredecible. Se dice además que para hacer grandes instantáneas de este género es fundamental madrugar y mucho, algo a lo que los usos y costumbres actuales, si no es por motivos determinados, hace desistir a tantos otros.

A medio camino entre unos y otros el californiano Lewis Baltz, al que la Fundación MAPFRE está dedicando una interesante retrospectiva, nos entrega una multitud de fotografías agrupadas en series conceptuales, donde se ve el paso de la mano del ser humano sin que en ellas aparezca directamente; es fundamental en la concepción fotográfica de este autor la separación entre blanco y negro y color, que viene, además, delimitada o bien por el uso de la gelatina de plata sobre papel enmarcado o por el de cibacromo (paneles) y cromográficas (estas últimas también sobre papel).

Perteneciente al movimiento New Topographics que surge en torno a la exposición colectiva del mismo nombre organizada en 1975 por George Eastman House en Rochester (Nueva York), Baltz supone además el inicio de la fotografía conceptual. Dentro de este grupo de instantáneas frías, quizás excesivamente técnicas y carentes de emoción, el homenajeado retrata las zonas residenciales que proliferan en las afueras de las ciudades, en territorios a veces sin asfaltar; otras ocupados, pero igualmente solitarios. Además, el finado fue teórico del medio, llegando a decir algo así como que todo paisaje humano tiene un contenido cultural, siendo nuestra propia biografía involuntaria desde donde operan los gustos, aspiraciones, valores, miedos,... Fotografía así espacios ocupados, remodelados y mudos arquitectónicamente; en este sentido se considera a sí mismo un topógrafo de la realidad. Para él, todo lo que no es poder o ideología es espectáculo y esto se acrecienta con la llegada de los medios de comunicación de masas que provocan una serie de cambios socioeconómicos que también explora.

Para entender toda esta concepción al que el arte no es ajena, empieza con cuatro fotos de finales de los 60, principios de los 70 que marcarán estilo. Son La crisis de Berkeley donde nos muestra en un periódico encajonado un titular esclarecedor del San Francisco Chronicle, la de Irvine Ranch donde muestra un paso de cebra en un montículo desde una angulación de gusano, Dana Point o Irvine Ranch, 1967 en que ya el paisaje pedregoso explora cierta humanidad misteriosa sobrevenida en fuera de campo.

La serie Urbanización de viviendas unifamiliares formada por 25 imágenes de pequeño formato, muestra la construcción a medias de casas a partir de los detalles de las mismas y vemos también porches, ventanas verticales y apaisadas y hasta el proceso exterior de una chimenea. Por otro lado, en la individual Newport Beach la utilización de un árbol de extraña forma nos hace advertir cierta sensación de peligro de caída ante un coche deportivo allí aparcado. Monterrey 1967 recuerda mucho el minimalismo y limpieza de Edward Hopper jugando con el negro sobre blanco en un coche con respecto a la composición final. Pasadena, 1973 juega con el reflejo en una de las lunas de un escaparate tapado de una forma precisa y que adquiere apabullante sentido. La siguiente serie de 25 fotos es Maryland 1976 y resulta más evolutiva en el sentido en que vemos zonas deshabitadas donde todo es campo y cómo poco a poco se van poblando también de coches. La serie de quince Nevada utiliza el lenguaje conceptual desertificación-poblamiento-desertificación, consiguiendo en la tercera de estas tres partes un espacio más construido e igualmente diáfano; destaca la octava imagen en el sentido en que muestra desde fuera una casa poblada y muy bien iluminada en un páramo montañoso.

Por otro lado, en la gigantesca serie Los nuevos polígonos industriales cerca de Irvine, California que consta de 51 imágenes, volvemos a incidir en lo deshabitado de un espacio en el que la uniformidad de matices y el mínimo juego de luz y sombra nos llevan a una vida donde el cemento es fundamental. En cualquier caso, el blanco y negro que utiliza tiene una escala de grises poco contrastada en la mayor parte de las imágenes hasta ahora, lo que le hace perder a muchos objetos la textura propia de los mismos. Destaca igualmente la foto del chalet desde fuera de un parking en cuyo interior vemos un coche y unas mesas, llegando a reencuadrar la imagen de manera sencilla gracias a dos ventanas también con luz en el piso superior.

En color, destaca la serie sobre paneles verticales Ronda de nuit (1992-95), que hará las delicias de los amantes de cierta tendencia retrofuturista, predominando el desenfoque que esta vez sí incorpora personas o maniquís como parte de ese paisaje urbano, resultando también curiosas las imágenes de amasijos de pequeños cables, luces difuminadas por su ampliación, enseres, electrodomésticos,...

En Piazza Pugliese, 1992, Baltz se apresura a los avances en cuanto a velocidad de obturación de la fotografía nocturna que hoy conocemos y practicamos, llegando a utilizar un aire tan grande por arriba que a muchos pudiera parecer excesivo. En la serie de catorce, Near Remo utiliza dentro de su tónica general de paisajes o landscapes devastados, un elemento disuasorio; de esta forma en esa foto donde un carnero tumbado sobre arena blanca se cuela algo de su inconsciente. En Plaza Sigmund Freud, 1989 se nos muestra a partir probablemente de un único negativo a color, una imagen en la que la parte superior izquierda está deliberadamente omitida, quedando ese vacío en la imaginación del visitante. Park City (1978-80) es una serie de 102 fotografías aún más pequeñas que las anteriores, donde el concepto de landscape se hace más tradicional (en una de ellas se ven huellas de grúas que pasan a mostrar detalles de zonas rotas o en estado de reparación).

Corso de Lavoro, 1992 muestra la ineficacia desoladora del claim utilizado (Luck in luck). San Quentin Point, 1983 es un conjunto de 58 imágenes en que el tema podría ser la evolución de la tierra conforme el ser humano pone sus huellas en ella, esta vez desde el punto de vista de los detalles, sin que existan apenas planos generales. En la serie más corta Continous Fire Polar Circle, 1986, el efecto de niebla provocado por el fuego llega a difuminar el ochenta por ciento o más de alguna de las imágenes.

En un retorno a Ronda de nuit, el artista pergeña Videovigilancia con fotos capturadas en Francia, donde la falta de nitidez se torna pixelado llevándonos al formato de vídeo digital más primitivo; se trata de tres grandes imágenes en panel, donde se llegan a utilizar dígitos numéricos, apelando al título. A esta sigue la fotografía individual Powerlines, perfecto contrapunto del concepto anterior. Otra serie en color interesante es Cuerpos dóciles (1992-95) donde muestra la enfermedad a través de operaciones quirúrgicas en detalle, predominando scanners, agujas, contrastes y máquinas de resonancia. En Candlestick Point, 1988, serie compuesta en color y blanco y negro, alterna la negrura ya conocida de las tierras con doce instantáneas que parecen sutilmente coloreadas (no lo son). Precisa, por último, en cuanto a composición es la del despacho de Air France, de 1989-91, que da cuenta igualmente del voluminoso inicio de la era digital hoy ya bastante desarrollada.

Las muertes de Newport pertenece a un tipo de fotografía muy distinto donde a raíz de un accidente de barco, se pretende recuperar parte del patrimonio. Consta de 42 imágenes y un documento de archivo, al que sigue un audiovisual explicativo.