«Manifiesto» de William Klein

Hasta el 22 de septiembre, se puede disfrutar, en el entorno Photoespaña, de esta amplia retrospectiva de la obra pictórica, fotográfica y fílmica de William Klein, todo un regalo para el sentido de la vista, en la céntrica Fundación Telefónica de la Gran Vía. Una excusa perfecta para viajar a Madrid

01 jul 2019 / 21:43 h - Actualizado: 01 jul 2019 / 22:02 h.
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  • Wings of the Hawk, New York 1955 © William Klein, VEGAP, Madrid, 2019
    Wings of the Hawk, New York 1955 © William Klein, VEGAP, Madrid, 2019

Si la fotografía consigue desde su más primigenia condición un lugar en el mundo de las artes es gracias a figuras como la del neoyorkino William Klein; pintor, fotógrafo callejero y de moda, cineasta y un personaje especialmente interesado en la cartelería y tipografía de los establecimientos que, de forma insistente y creando su propio ruido, recrean la ciudad como concepto, esa ciudad que fue su Nueva York natal, pero que también llegó a retratar desde su mirada única urbes europeas como Roma, Moscú, Tokio o París, entre tantas, con igual semejanza de recursos y tino en sus composiciones. Es además lo que hoy consideraríamos un artista que se nutre de las distintas disciplinas que practica con enorme versatilidad, cultivando un estilo que en sus fotografías de calle supera a Winogrand (aquel fotógrafo ansioso al que le costaba tanto componer) y a veces hasta al mismo Robert Doisneau.

En esta retrospectiva comisariada por Raphaëlle Stopin para la Fundación Telefónica y dentro del calendario de actividades de Photoespaña, se nos muestra también un amplio espectro de su técnica en principio experimental y que poco a poco va centrando sus propósitos hacia lo que supuso, y de hecho, es dentro de la historia de la fotografía.

Nada más entrar en la tercera planta del edificio vemos en una enorme pared y media plasmada esa «Doce protagonistas de un reparto callejero en Tokio» de 1961, una imagen que ya de por sí y más pequeña quizás no hubiera tenido sentido incluir, pero que en estos tiempos de inmediatez ilógica, nos hace ver como la fotografía analógica aún hoy tiene sentido, y mucho.

Sobre sus experimentos abstractos o abstracciones fotográficas, y destacando entre las primeras «Cuadrados movidos» o «Bolas negras rodando» (esta última muy parecida a lo que hoy interpretaríamos como la radiografía médica de un par de rodillas), cabe añadir la influencia declarada de Laszlo Moholy Nagy a través de su célebre frase para la Bauhaus, «la obra original es una matriz que debe encontrar aplicaciones arquitectónicas», lo que a su vez hará que Klein contacte en Nueva York con gente como Corning Class. Otros intentos, como vemos calculadísimos de abstracción, los encontramos en «Trazos blancos sobre negro», «Diamantes negros solarizados» (que sirviéndose de la técnica para el autorretrato de Eva Rubinstein, lo trasciende) y muchas de las denominadas composiciones abstractas, algunas (de las doce) en espirales.

La primera aproximación a su propia ciudad, Klein la realiza en su película experimental (aquí también proyectada, «Broadway by light», que en su día fue alabada por Orson Welles por el uso del color y donde los neones callejeros le servirán no sólo para experimentar con diferentes tipografías, sino para ensayar como cineasta el movimiento y el ritmo propio del mismo, considerándosela como ópera de la gran ciudad, también por la banda sonora utilizada. «Wings of the Hawk» sintetiza asimismo esta idea desde la imagen fija.

Antes de empezar con la serie principal, destacar la de tan sólo tres imágenes, bajo el epígrafe «Tras las huellas de Mondrián», fotografías que tratan con respeto al pintor constructivista ruso, desde la composición así buscada y que no tendría nada de particular sin su homenaje, tomadas en un granero holandés.

«Manifiesto» de William Klein
‘Pistola’, New York,1954 ©William Klein

Cuando comienza a trabajar como fotógrafo callejero, a Klein le sale la oportunidad de trabajar para Vogue, primero como maquetador y después como fotógrafo. Sus campos de prácticas se centrarán en personajes arquetípicos a través de los que buscará respuestas a inquietantes preguntas, y que son: la madre judía, la afroamericana, el policía irlandés y el latino. Mítica y conocidísima es la imagen «Pistola 1», de 1954, en la que un niño apunta con un revolver al objetivo, mientras otro más bajito le mira empatizando con la idea de acabar con el fotógrafo. A partir de aquí desarrolla un estilo que deberá también y mucho al expresionismo como síntoma de lo feo. Destacar también la original «Afros en traje de domingo», así como muchos otros retratos tomados en la calle o el metro, la mayoría altamente granuladas, alguna de ellas trepidada (como «Mujer fumando en el baile del Waldorf»), otras más nítidas (»Multitud vista desde arriba»)... todas ellas con la utilización de un objetivo de 28mm que ofrece como resultado una amplia profundidad de campo que, además, deforma premeditadamente el objeto más cercano. En «Love NY» la actitud de la anciana de la izquierda parece querer no salir en la fotografía, también destacamos ese casi cenital y brillante «Capó de coche» lujoso, la casi dibujada «Tienda de caramelos» o la insólita «Licores+Enano». En «Do it yourself» la idea de mujer-anuncio nos sobrevuela, y destacamos igualmente, «Pareja elegante de Pascua» desde el punto de vista de la captación de un instante poderoso.

A continuación y a propósito de su trabajo como ayudante de dirección de Federico Fellini, de quién aprendió sobre Roma, la serie «Ciudades modernas», nos muestra su trabajo en Roma, Moscú y Tokio. Es particularmente famosa la imagen moscovita «Dentro de Gum» en que retrata en primer plano a una joven risueña en lo que parece un asilo, al fondo un señor mayor sentado en una silla y más al fondo una mujer calzándose en un banco. También «Tres generaciones en Tokio» es reseñable por heredar su tan neoyorkina idea del movimiento y la profundidad de campo; y como no la sub-serie de cinco imágenes del boxeador pintor (1961) también japonés.

«Manifiesto» de William Klein
Rolling Stones concert, Hippodrome d’Auteuil, Paris, June 1982 ©William Klein

De sus viajes a París, resulta particularmente bella también por conocida «Marche des Bevis» donde uno de los retratados increpa con su mirada a cámara, mientras una pareja apoya sus ojos en un fuera de campo más que sugerente. También de París, destacamos «Aristócratas hambrientos», de 2001.

Acompaña antes de terminar la exposición, un documental en que oímos de su propia voz, frases tan rotundas e incontestables como que se debe «encuadrar en la calle como si estuviésemos en el estudio» o aquella otra apropiada de Robert Capa: «Si tus fotos no son realmente buenas, es que no te has acercado lo suficiente».