«Mitologías»

Siguiendo las teorías semiológicas de Saussure, el pensador francés desaparecido prematuramente en 1980 nos habla aquí del origen del mito (segunda parte) así como de diferentes escenarios donde encontrar mitologías (primera parte).

02 jul 2019 / 20:35 h - Actualizado: 02 jul 2019 / 20:52 h.
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  • Roland Barthes. / El Correo
    Roland Barthes. / El Correo

Ni que decir tiene que es recomendable empezar leyendo la segunda parte de esta obra, si bien no tiene por qué ser excesivamente necesario.

Se estudia el mito como origen del habla desde tres elementos y dos codificaciones: Significante o forma, Significado o contenido y Signo. Gracias a estos tres elementos se va encontrando el sentido del mito y el discurso, pero ya sea porque estén cargados de información o casi vacíos, necesitan de la codificación del lenguaje (texto, imagen,...) y/o del metalenguaje. La ciencia suele utilizar el metalenguaje para llegar al lenguaje. La poesía opera a la inversa. El proletariado es lenguaje y acción, mientras que la burguesía y la pequeño-burguesía o bien son la forma más sofisticada de metalenguaje, o la única. Las tautologías son frases basadas en evidencias, mientras que los ninismos son negaciones a veces no tan obvias.

Vislumbrados estos primeros caminos o sistematizaciones, Barthes diserta en más de sesenta ensayos sobre temas que afectan a la construcción del mito moderno y su contexto; temas que analizan sociedades a veces inmutables y hoy más cambiantes, que van del impacto corporal como espectáculo del pressing-catch, al cuestionamiento por la psicología de Margarita Gautier en la novela de Alejandro Dumas hijo, «La dama de las camelias».

También teórico de la fotografía (famoso es su ensayo «La cámara lúcida») desacredita los retratos de la empresa francesa Harcourt (por más perfectos que sean desde el punto de vista de la iluminación) para dar más importancia a Agnes Varda o incluso a cualquier fotógrafo callejero con mínimas nociones compositivas.

«Mitologías»
Portada de ‘Mitologías’, un excelente ensayo de Roland Barthes. / El Correo

Son ensayos, los agrupados en el epígrafe «Mitologías», densos y donde se opta por una intelectualización que trata de restar importancia a lo burgués, y sumársela a la acción, en un sentido lo más neutro u objetivable posible. Las decisiones que el autor toma a la hora de interpretar significantes, significados y signos, parten de una visión por la que la semiología no sería nada sin el marxismo ni el existencialismo sartreano.

Aún así o quizás por esta razón (los textos datan de 1956) sus comparaciones de Flaubert (escritor decimonónico aquí no considerado realista, o no sólo) y Violet de Luc (apadrinada de Simone de Beauvoir sobre la que recientemente se ha hecho una película) le dan pie a hacer comentarios que hoy no resultarían ni populares ni idóneos en según qué sectores sociales.

Se trata pues de un libro que no sólo estudia desde la Filosofía Estética aspectos peliagudos, sino en el que el lenguaje es diferente según nombremos de un modo u otro la realidad.