Moteros tranquilos, toros salvajes

21 ene 2017 / 12:00 h - Actualizado: 17 ene 2017 / 21:15 h.
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  • Portada de ‘Moteros tranquilos, toros salvajes’. / El Correo
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Este magnífico ensayo-crónica acerca del cine de los 70 utiliza como símil el terremoto de finales de los 60 en Beverly Hills y culmina con la popularización del funeral del director de “Shampoo”, Hal Ashby, toda una figura que aunque no demasiado conocida en España, resultó ser ejemplo de la rebeldía contracultural que supuso la década.

Y es que los 70 en estados Unidos iban a cambiar el rumbo de cómo trabajaban los estudios hasta la fecha. Cansados de un cine hecho para exhibirlo por televisión, se empezó a dar un especial protagonismo a los directores, por encima del productor. Directores de vida desordenada que en su mayoría no tuvieron cabida en las décadas posteriores, o que la tuvieron de una forma muy disipada, la lectura que hoy hacemos de rodajes como “Easy rider”, “Apocalipse Now” o “Toro salvaje” tiene y no tiene que ver con el cine como arte, sino también como industria, en tanto en cuanto el balance entre gasto y recaudación era a veces desorbitado.

Probablemente fue Arthur Penn, director de “Bonnie and Clyde”, propiciado por la participación en beneficios de su actor fetiche Warren Beatty, quién inauguró toda una forma de rodar y montar basada en la lectura de un inconsciente colectivo, que finalmente fue más minoritario de lo que se esperaba.

Luego llegaron entre otros Dennis Hopper y Jack Nicholson, que no se comía un torrado desde la época de Roger Corman, resultando ser el primero un psicótico-paranoico con ideas suicidas que gracias a sus planteamientos dio trabajo a Peter Bogdanovich en “La última película”, que se llevó fatales críticas de la prensa especializada y propició el romance de su director con Cybill Sheperd así como el consiguiente divorcio de la legítima esposa y la defenestración de Hopper del campo de guión por conflictivo, quedando durante más de veinte años relegado al olvido o a papeles secundarios como actor.

Sobre Terrence Malick, Milos Forman o Stanley Kubrick se ahonda menos de lo que nos gustaría y pronto llegamos al esquema dual por excelencia; de un lado la corriente de Scorsese y Coppola; de otro, la de Lucas y Spielberg.

De la primera corriente destacan el rodaje largo y propiciado por la megalomanía de un realizador que quería ser Napoleón de “Apocalipse now” y el incipiente consumo frenético de cocaína por parte de Scorsese, gracias al que consiguió filmar su anti-Rocky en toda regla.

La segunda corriente partió de esquemas morales simplistas y para muchos retrógrados, pero consiguió gracias a films como “La guerra de las galaxias” o “Encuentros en la tercera fase”, cambiar los esquemas del público hacia un consumo masivo de productos que propiciaban el merchandising y la producción en serie, cuya estela comercial se podía saber dos horas antes del estreno en las salas de exhibición.

Calificación: Imprescindible.

Tipo de lector: Cinéfilo.

Tipo de lectura: Llena de anécdotas.

Argumento: La década prodigiosa en pantalla.

Personajes: Al menos los más importantes.

¿Dónde leerlo?: Cerca de Hollywood.