Entre la composición modernista de Luis de Pablo y Cristóbal Halffter y la música tradicionalista de Antón García Abril, la obra de Tomás Marco (Madrid, 1942) se ha movido siempre en terrenos inestables, resultando la personalidad menos definible de aquello que se dio en llamar Generación del 51. Enjuiciado a menudo más por sus cargos como gestor que por su dedicación a la composición, el sello IBS Classical ha publicado recientemente un álbum monográfico con su obra pianística a cargo de Mario Prisuelos.
–¿Qué relevancia ha tenido el piano en su obra?
–Es importante porque he compuesto mucho para piano y recorre toda mi andadura como compositor. Se puede decir que en este disco están las obras fundamentales, desde Fetiches (1967) a Movilidad de la escultura (2014). Este trabajo ha surgido por iniciativa del pianista Mario Prisuelos, que quería hacer una antología con mis piezas para su instrumento.
–¿Con qué obras pianísticas, presentes o pasadas, considera que dialogan mejor las suyas?
–He tenido la suerte de que mi repertorio para piano se ha tocado mucho de forma monográfica; Humberto Quagliata tocó algunas de estas obras más de 100 veces por todo el mundo. Pero también se han hecho recitales en los que mi música ha sonado en conjunción con la de grandes autores, algunos mis maestros, como Boulez, Stockhausen y Ligeti.
–Tiene usted un catálogo amplio y numerosas obras que nunca o casi nunca se interpretan. ¿A cuáles les tiene más aprecio?
–Yo respondo por todas las obras que he hecho y me siento orgulloso de ellas. Hay una obra mía que se interpreta de vez en cuando y me hace muy feliz, Angelus Novus (Mahleriana), de 1971. Y hace muy poco, la Orquesta de la Comunidad de Madrid recuperó Vitral (Música celestial nº1), de 1969, que fue un éxito; una pieza que se mantiene muy viva en la que intenté evocar con sonidos el colorido variable de los vitrales de iglesia. No soy quien tiene que reivindicar mi música, son otros los que han de hacerlo si lo consideran. Pero claro que me gustaría que mi primer teatro musical se hiciera más o que se repusieran algunas de mis Sinfonías, que ya tengo diez escritas.
–¿Haber abrazado estéticas tan diversas le ha causado algún problema de definición?
–No acostumbro a hacer introspección sobre mi propia obra, pero sí que la hago sobre la de otros compositores. Mis intereses son muy variados, y eso se refleja en mi música, que es dispar. Siempre he aceptado los retos, por variopintos que estos fueran, lo que no quiere decir que existan pintores y músicos que siempre pintaron el mismo cuadro o escribieron la misma obra y son maravillosos.
–Su próximo estreno es nada menos que una zarzuela, Policías y ladrones. ¿Cómo se atrevió con un género, en principio, tan lejano de la sensibilidad y la creación actual?
–Me ofreció el encargo el Teatro de la Zarzuela y quise demostrar que se puede hacer una zarzuela hoy día. No es que quiera ser un mesías, pero si me piden una zarzuela, hago una zarzuela. No me he doblegado a la estética musical del género, pero sí a su estructura, tendrá textos con sentido de actualidad y músicas con números cerrados. Pero que nadie espere de mí La Revoltosa.
–¿Cuánto le ha robado el Marco gestor al Marco compositor?
–Muchos colegas han vivido de enseñar, que a mí me gusta poco. Yo creo que he valido para la gestión y parece que no lo debí hacer mal porque mucha gente me echa de menos en los lugares en los que he estado y que ya no existen. No es malo que un compositor sea gestor si lo hace bien, yo lo he hecho desde el conocimiento del medio, no era alguien que caía en paracaídas en los sitios, como es moneda común en la política en este país.
–¿La muerte del Festival de Música Contemporánea de Alicante es un daño irreparable?
–Lo es mientras no exista alternativa. El Festival cumplió una función y se lo cargaron; y eso es malo porque fue sustituido por otras cosas que, a lo mejor, son más variadas y numerosas, pero la cita de Alicante tenía el objetivo de concentrar, de ser un escaparate al que acudían críticos, editores y público.
–¿Sigue pensando que después del Canto del Adolescente no se ha hecho ninguna obra electrónica de interés?
–Eso es una afirmación que se ha malinterpretado; lo que yo dije y sigo diciendo es que aquella obra de Stockhausen es la cueva de Altamira de la música electrónica. La primera gran obra de la historia hecha con sonidos electrónicos.
–¿Se atrevería a vaticinar, usted que tanto ha teorizado, por el presente y el futuro inmediato de la composición?
–El vídeo, ese es el presente, aunque tal vez sea solo una moda y pase pronto. Pero no se puede escribir una novela sobre lo que sucederá en los próximos 100 años.
AUDICIÓN
Experimental
Invenciones. La otra vanguardia musical en Latinoamérica 1977-1988 / Munster Records
Queda tanto por escuchar...
Hay discos que se convierten en necesarios desde su mismo título. Es el caso de este repaso, forzosamente parcial, que es Invenciones, un recorrido, el que propone Munster Records, por los bajos fondos sonoros de América Latina en la época más pujante del underground musical allá y, por cierto, también acá. No estamos en el ámbito de la academia, de la vanguardia más o menos oficial, esos son otros episodios que han de contarse y que venimos conociendo poco a poco. Muchos de los nombres compilados han adquirido, en sus respectivos países, una categoría de culto relativamente razonable, movida más bien por el contexto sociopolítico en el que desarrollaron su militancia musical y contracultural. Quum propone(n) zumbidos y alteraciones en una clave radicalmente experimental, mientras que el venezolano Miguel Noya invoca a la Escuela de Berlín con un tema rítmico y cargado de veneración al sintetizador. La escucha, también obligatoriamente, es poliédrica, y no se nos pide que nuestra atención se detenga por igual ante cada propuesta desplegada. Nos parecen una nadería los minutos de exotismo que invierte el peruano Miguel Flores, mientras que los chilenos Malalche se desenvuelven con desenfado y guiños a la música del cine de serie B. Lo industrial y cavernoso viene con Vía Láctea, ante cuyos sonidos es imposible no pensar en nuestros Esplendor Geométrico, siempre con el papá Vivenza allí al fondo, en algún lugar. El tema de Musikautomatika explica por qué esta es una formación que hoy se pone cada vez más en valor gracias a la edición fonográfica. Los ecuatorianos Amauta y los costarricenseses Autoperro añade más heterogeneidad a una compilación que parece estar a punto de estallar en cualquier cambio de track. La documentación de Luis Alvarado y la atractiva edición –en doble cd y en vinilo– de Munster redondean una aventura que debe hacer salivar a los curiosos del buen/mal sonar.