Natalie Barney fue y será para siempre la Amazona de Remy de Gourmont.

Ilustre lesbiana, escritora, poetisa y mecenas, durante más medio siglo su salón en la rue Jacob de París fue el epicentro de la vida intelectual: Colette, Lyane de Pougy, André Gide, Pierre Loüys, Anatole France, Lily Gramont, Paul Claudel, Jean Cocteau, Louis Aragon, Djuna Barnes, Gertrude Stein, Ezra Pound, Ford Madox Ford, Isadora Duncan, Tamara de Lempicka... continuar con esta lista no tiene sentido.

Por encima de todo Natalie fue una mujer libre y una precursora.

Tras un repaso bastante tedioso a los antecedentes familiares –el único reproche que cabe hacer al libro-, Suzanne Rodriguez inicia una tesis detallada sobre la vida de la escritora norteamericana y una vez que se inicia su carrera, el lector se siente incapaz de dejar de leer.

Porque es una buena biografía, excelentemente informada y anotada, atenta a todas las facetas de la vida compleja de su protagonista, que no se extiende en lo escabroso; sobria y bien contextualizada se convierte en un repaso apasionante del siglo XX.

Nos revela una vida que ha permanecido envuelta en la leyenda de un nombre, los detalles de una obra prácticamente desconocida, y una concatenación de relaciones amorosas a las que no cabe poner definición.

Natalie Barney fue una mujer admirable y poderosa. Cierto que una vida ajena a las preocupaciones económicas influyó decisivamente en su libertad personal, pero podía haberla malgastado como otras mujeres de su época y sin embargo la capitalizó, dejándonos el testimonio de una vida convertida en arte, como quiso Montaigne.

Calificación: Muy interesante.

Tipo de lector: Interesados en la historia cultural del siglo XX, lesbianas.

Tipo de lectura: Amena.

Argumento: Increíble.

Personajes: Decisivos.

¿Dónde puede leerse?: En París.