Patria, Minerva y Teresa Mirabal: Un símbolo frente a la opresión

Hoy es el «Día Internacional de la no violencia contra la mujer”. Un día como hoy de hace cincuenta y siete años, Leónidas Trujillo Molina, presidente de la República Dominicana, ordenaba asesinar a Patria, Minerva y Teresa Mirabal, tres hermanas que lucharon activamente contra uno de los tiranos más sangüinarios de la historia reciente. Son un símbolo puesto que, pagando un precio altísimo, lograron vencer al dictador. Aladar les rinde homenaje.

25 nov 2017 / 08:58 h - Actualizado: 23 nov 2017 / 12:48 h.
"Historia"
  • Patria, Minerva y Teresa Mirabal. / El Correo
    Patria, Minerva y Teresa Mirabal. / El Correo
  • Busto conmemorativo que representa a las hermanas Mirabal. / El Correo
    Busto conmemorativo que representa a las hermanas Mirabal. / El Correo
  • Las hermanas Mirabal, finalmente, pudieron vencer aunque el precio fue muy alto. / El Correo
    Las hermanas Mirabal, finalmente, pudieron vencer aunque el precio fue muy alto. / El Correo

No me gusta nombrar a los asesinos, tengo la sensación de que a veces tornan más relevantes que sus víctimas, así que comenzaré este artículo con tres nombres de mujer, tres nombres hermosos: Patria, Minerva y María Teresa. Ellas fueron las hermanas Mirabal asesinadas por orden del dictador Leónidas Trujillo el 25 de noviembre de 1960. Es en su honor por lo que se conmemora esta fecha como el «Día internacional de la no violencia contra la mujer», una fecha a reivindicar que lamentablemente no pierde vigencia, porque el golpe no cesa, porque los números suman y suman hasta hacerse intragables y no sólo en nuestro país, sino en todo el mundo. Tras cada número, cada expediente, hay una mujer maltratada, violada, asesinada... Pero hoy quería hablar de estas tres valientes, para que sepamos dónde se encuentra el origen de esta efeméride.

El año 1930 se hacía con el poder absoluto en la República Dominicana, Leónidas Trujillo Molina. Ahí permaneció hasta su asesinato en el año 1961. Esos treinta y un años de gobierno impusieron una de las dictaduras más sangrientas que ha conocido Iberoamérica (y ha conocido unas cuantas). Se estima que su gobierno fue responsable de la muerte de unas cincuenta mil personas y que se hizo con una de las fortunas más importantes del momento, expropiando y adueñándose de todo lo que estimó oportuno. Trujillo era el producto de la Guardia Nacional creada por los estadounidenses a principios del siglo XX (cuando ocuparon la isla). Conocedor del funcionamiento de las Fuerzas Armadas, estas se convirtieron en su principal apoyo, estableciendo una relación casi clientelar con muchos de los mandos y mejorando las condiciones de vida de los miembros rasos del cuerpo.

Las hermanas Mirabal eran hijas de Enrique Mirabal Fernández y Mercedes Reyes Camino. Su padre era un hombre de negocios cuya prosperidad desapareció con el régimen dictatorial. Las cuatro hermanas (Dedé, la segunda hermana no fue asesinada, murió hace pocos años) cursaron estudios en el Colegio de la Inmaculada Concepción de La Vega dirigido por monjas españolas.

Minerva es considerada la líder ideológica de las hermanas y de la propia resistencia antitrujillista. Nacida en 1926, destacaba por su gran inteligencia. Abogada, activista, licenciada en Letras y Filosofía, se cuenta que el inicio de las dificultades de los Mirabal con Trujillo tuvo su inicio en 1949, cuando la joven fue invitada con sus padres a una fiesta en honor al dictador. Es de sobra conocido que cuando Trujillo se encaprichaba de una muchacha, la chica se veía sometida a la voluntad del generalísimo si no quería que ella o su familia tuvieran problemas. Cuando el dictador vio a Minerva quiso establecer una relación con ella como hacía con tantas otras, pero lo rechazó abiertamente a pesar de que el insistía una y otra vez en «seducirla». Trujillo se sintió humillado y no dejó de hacerle la vida imposible. Este tipo de reacción era habitual en el dictador que hizo de la vida de los Mirabal un infierno. Pocos días después de la última fiesta a la que fue invitado, su padre, Enrique Mirabal, fue detenido y conducido a la cárcel. También fue enviada a la cárcel Minerva con alguna de sus amigas a las que se acusó de ser militantes socialistas.

En la universidad Minerva conoció al que sería su marido, Manuel Tavárez Justo. Ambos tomaban parte en reuniones clandestinas que fueron el germen del Movimiento Revolucionario 14 de junio. Su nombre en la clandestinidad fue «Mariposa». Los que la conocían hablaban de su carisma, amor a la libertad, valentía y oposición al régimen imperante. La pareja tuvo dos hijos.

Patria era la mayor de las hermanas y recibió ese nombre porque había nacido en la fecha en la que la República Dominicana se independizó de España. De las tres fallecidas era la menos activa en la resistencia pero prestaba ayuda activa a sus hermanas. Contrajo matrimonio muy joven con Pedro Antonio González, miembro de una familia acomodada y tuvieron varios hijos. La dictadura trujillista subastó todos sus bienes al constatar que colaboraba con sus hermanas en su lucha contra el dictador.

María Teresa era la más joven de las hermanas Mirabal. Agrimensora de profesión, contrajo matrimonio muy joven, también, con Leandro Guzmán con quien tuvo una hija. Gran admiradora de su hermana Minerva se involucró con su esposo en la lucha contra Trujillo hasta las últimas consecuencias.

La dictadura detuvo tanto a ellas como a sus esposos y las sometieron a tortura, violaciones y diversas vejaciones. Fueron condenadas por un tribunal a cinco años de prisión por sus actividades y también sus maridos. Siendo muy populares entre la población, el dictador buscó la manera de dar buena imagen no sólo ante su pueblo (que debido al estado de opresión sufrido no podía revelarse) sino ante las instancias internacionales que habían llegado a cortar sus relaciones con el dictador. Se supone que este fue un motivo que las llevó a liberarlas, aunque hay quien también ve un plan previamente urdido para terminar con sus vidas, pues se habían convertido en unas figuras muy molestas.

Aprovechando los viajes que hacían para visitar a sus esposos en prisión, miembros los servicios de inteligencia las interceptaron el jeep en el que viajaban ellas y su chofer, Rufino de la Cruz. Los llevaron a un lugar apartado y los asfixiaron. Una vez que parecía que estaban muertos los molieron a palos, rematándolos. Subieron a las tres hermanas y su chofer al vehículo en el que se desplazaban y los lanzaron por un barranco para hacer creer que habían tenido un accidente de tráfico. Los periódicos decían «Tres madres de familia y un conductor mueren en un fatal accidente». Poca gente creyó esa versión. Se dice que fueron estos asesinatos los que precipitaron la caída de Trujillo, que si no hubiera torturado y asesinado a las «mariposas» posiblemente podría haber alargado más su dictadura en el tiempo. Sea cierto o no, en mayo de 1961 era abatido a tiros (su tumba está en la localidad madrileña de El Pardo desde 1970) y su dictadura finalizaba entre estertores sangrientos protagonizados por su hijo Ramfis. Si queréis conocer las circunstancias que rodearon su muerte os recomiendo que leáis La fiesta del Chivo, la excelente novela de Mario Vargas Llosa.

Las hermanas Mirabal habían logrado vencer, pero a un precio demasiado alto. El 25 de noviembre es un día a recordar por un motivo trágico. Me gustaría decir que pronto no será necesario recordar fechas como estas, pero no soy tan ingenua. Requerimos medidas educativas, policiales, judiciales y, sobre todo, una sociedad que en pleno se levante y rechace cualquier tipo de violencia contra las mujeres (y sus hijos) y eso va a tardar tiempo en producirse. Los maltratadores aún gozan de sustento social, a veces inexplicables. Los violadores siguen fijando el foco en sus víctimas en lugar de reconocer sus culpas. Los asesinos aprovechan cualquier momento para hacer su voluntad. No nos engañemos, será un camino largo y duro el que atravesaremos antes de desechar esta fecha. Mientras tanto recordemos los nombres de Patria, Minerva y María Teresa y apoyemos a las mujeres que sufren la violencia en sus carnes. No estáis solas.