Philippe Halsman (1906-1979). La sorpresa de la fotografía
Hasta el 26 de marzo, la sala de la tercera planta de Caixaforum (Fundación La Caixa) situada en el madrileño Paseo del Prado, acoge la recopilación familiar de un fotógrafo a considerar, un mago al que Jean Cocteau dijo: ¡Sorpréndeme! El trabajo es espectacular y sugerente aunque destaca, por su atractivo, la serie ‘Jumpology’. Esta es una exposición que se puede visitar por cualquiera que tenga un mínimo interés en la fotografia.
La vida de este letón afincado en Estados Unidos queda marcada en su inicio por una acusación grave que le llevó, antes de los años 30 del siglo pasado, a pisar la cárcel; tras estudiar ingeniería en Dresde. Es así acusado de parricidio contra su progenitor Morduch, quién en realidad murió en una excursión campestre por los Alpes Suizos. Eran malos tiempos para los judíos y un fuerte antisemitismo poblaba la mayor parte de regiones del Este de Europa. Para este complicado proceso judicial contó con el apoyo de intelectuales como Albert Einstein, Sigmund Freud o Thomas Mann que hicieron que la condena no se alargase más de dos años. Más tarde viviría en París donde empezó a cultivar una fotografía entre primitiva y surrealista, por la que conocería y haría relaciones con personajes del mundo cultural a quienes retrataría en poses que, desde la configuración del encuadre y la composición a los gestos buscados, le llevarían también, debido a la Segunda Guerra Mundial, a afincarse en los Estados Unidos.
Célebre por sus retratos a todo tipo de personajes famosos, así como por las 101 portadas publicadas en la revista Life, es más que reseñable su trayectoria tanto en publicidad, moda o encargos institucionales de todo tipo. El carácter directo, el perfeccionismo técnico, la atención al detalle y la continua búsqueda y experimentación se deja ver en esta exposición que ha sido posible gracias a la colaboración de su familia viva. Dividida en cuatro partes en todas las cuales el retrato tiene una importancia preponderante, las imágenes más complejas las va adquiriendo con el oficio, destacando sobre todas ellas las series de Jumpology donde descubrimos como al saltar muchos de sus protagonistas se quitan máscaras y los vemos en un tono más desenfadado; también destacó Halsman por su amistad muy fructífera laboralmente, con Salvador Dalí, a quién dedica dos largas secciones (una de ellas dedicada sólo a su bigote, así como la colaboración publicitaria conjunta en torno al perfume Chanel) fruto de una amistad de cuarenta años.
Desde los primeros años en París, la influencia y conocimiento de André Gide, le hizo saber sacar partido en la publicación en revistas como Vogue, Harper’s Bazaar o Voilà. Autodidacta desde un principio, se hace conocedor del movimiento Nueva Visión, caracterizado por los efectos con luz artificial, así como los encuadres ajustados al objeto, lo que finalmente le llevaría a una suerte de surrealismo. De la serie Vistas desde París (1931-35) es destacable la toma casi desde el suelo de los jugadores de petanca. Por otro lado, resulta magnífica la del Anuncio de Tecalemit, que es un producto para extinguir fuegos y en la que vemos un coche ardiendo; más oscuras, quizás producto del virado en sepia de la gelatina de plata, son las de las jirafas, el canguro o el león tomadas en el zoo de Vincennes. Marcándose ya su estilo como retratista, destacan los retratos a Claude Delacroix y al misterioso hombre fumando en pipa; el de Michelle Levy, nos es mostrado con tal brillo que parece una figura de cera. Comienza Halsman a hacer las suyas en laboratorio en los de Ruth Haurwitz (componiendo una imagen doble de la misma modelo) y en la que sobre figura anónima superpone partes de la cara sobre la inicial. El estudio de la cabeza de dos mendigos (la serie es de tres fotos) sirve para hacernos ver deformaciones y cambios en lo humano, producto de sus vivencias a la intemperie; al retrato escorado de Helmar Lerski, sobrevienen las también tres expresiones del actor Michel Vitold, caracterizadas por la ira, el placer con la comida y un inicio de bostezo. De los que trabajó directamente para la galería Pleiade, destacan las de André Gide, Marc Chagall, el arquitecto Le Corbusier, Alain Terrano, el artista André Malraux o Grossman apurando un cigarrillo,...
Ya en Estados Unidos empieza su especialización, trabajando en entornos íntimos con todo tipo de personajes en sesiones cortas. Realiza además imágenes promocionales de campañas electorales, cubiertas de libros y carteles de películas. En esta etapa se hace también coleccionista de todo tipo de fetiches y dispositivos relacionados con este arte. Destacan el retrato de una joven Audrey Hepburn vestida de negro bajo un árbol, la imagen conjunta de Vivien Leigh y Laurence Olivier que parece recién sacada de un fotograma; por otra parte incluso a los neófitos sonara ese primer plano de Einstein. En color y enigmática, se nos aparece la cara de Angelica Huston rodeada de flores y de vueltas a la escala de grises el de Gloria Swansson sobre fondo blanco, algo inaudito para los que la siguieron en El crepúsculo de los dioses; son igualmente reseñables los retratos de Rita Hayworth bebiéndose un granizado, el boxeador Muhammad Ali e incluso una anónima realizada en una peluquería o salón de belleza.
A esta altura empieza a practicar el retrato con fotomontajes diversos, con lo que la especialización va aún a más. El dramaturgo Edward Albee con sus personajes sobrepuestos en su frente, el ajedrecista Bobby Fischer casi del todo silueteado, Andy Warhol (o Philippe Halsman jugando a serlo), David Merrick en dos poses, una de las cuales aparece dentro de una máscara teatral, Alfred Eisanstaed dando la impresión de que tiene tres piernas o un Clint Eastwood congelado y a la vez en movimiento.
Antes de Jumpology, la exposición recopila instantáneas de Marilyn Monroe en la que vemos su manera de caminar de espaldas, el posado como si fuese atacada por un monstruo, la que se realiza en un autocine u otras más melancólicas como la fechada en 1954.
La serie Jumpology no sólo pretendía mostrar la cara más desenfadada de los famosos a los que retrató, sino que técnicamente hecha en estudio con una especie de croma-key muchos de ellos se vieron como desnudos y sin máscaras delante del objetivo. Entre otros muchos destacan a nuestros ojos Gina Lollobrigida, Jacques Tati apoyado en su bastón, William Holden, Anthony Perkins o los duques de Windsor (instantáneas éstas tomadas desde altura baja pues la edad no permitía muchos malabarismos).
Dentro de la sección de puestas en escena y una vez hubo sorprendido al mismísimo Jean Cocteau (quién le retó a ser sorprendido) se nos aporta trabajo que se consideró fundamental como el Maniquí de Lester Gaba de pose casi pictórica, Bárbara Bates en un montaje taxidérmico así como en la playa y sus colaboraciones como foto-fija en películas como 8x8: A Chess Sonata in 8 Movements o Goodbye again con Ingrid Bergman. También destaca la serie dedicada a Alfred Hitchcock y Los pájaros, en ella se nos muestra a Tippi Hedren sobre los diversos fondos del film, así como la celebérrima del director con un largo puro y un pájaro sobre el cigarro.
No abandona del todo el cine en las dos secciones siguientes que aportan su trabajo con Salvador Dalí; destacamos aquí Desnuda con palomitas o El artista ve, huele y habla como un demonio, cuyos juegos con lupa recuerdan al cartel del film La huella de Mankiewicz.