«El arte mira todas las cosas sin necesidad de evaluarlas»

A partir de su formación filosófica y teológica, Pietro Riparbelli se acerca con sus micrófonos a los templos sagrados de la cristiandad para registrar la cotidianidad sonora que emanan estos lugares

18 feb 2017 / 09:08 h - Actualizado: 18 feb 2017 / 09:11 h.
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  • Pietro Riparbelli
    Pietro Riparbelli

Prestar oídos a lo experimental permite descubrir fascinantes personalidades como la del filósofo y compositor italiano Pietro Riparbelli. Intensamente prolífico en el medio musical y en el literario, es capaz de crear una oscura sinfonía electrónica de ecos industriales –Vacuum– y de documentar la musicalidad cotidiana que atesoran las catedrales.

–¿En qué momento creyó interesante registrar fonográficamente el sonido ambiental de las catedrales?

–No se puede reproducir fielmente un entorno sonoro como una catedral. Lo que me interesaba era intentar captar parte de su atmósfera para mostrar cómo los diferentes planos sonoros se reflejan en nosotros.

–¿Por qué solo grabar en templos cristianos?

–Primero por mi cercanía personal con el cristianismo, pero también por acotar el proyecto. Siempre me han fascinado estos lugares sagrados y el ambiente contemplativo que emanan. Por eso sentí la necesidad de transformar esta pasión en un proyecto ligado a mi quehacer como investigador de sonidos. Así comencé Catedrales, que es una especie de archivo, de banco de sonidos de iglesias y catedrales. Hoy día es un trabajo artístico que se nutre de las aportaciones de otros creadores. Todo empezó con un primer álbum en el que grabé los espacios acústicos de Notre Dame de París, el Duomo de Orvieto y la Basílica de Asís.

–¿Nunca se sintió tentado de añadir sonidos de creación propia a las grabaciones que obtenía? De manipular al fin y al cabo...

–No. El proyecto exigía ser radical y limpio de otras adiciones artificiales.

Vacuum es otra de sus obras recientes. Pero es radicalmente distinta. Una obra electrónica, rítmica y oscura. ¿Ha querido distanciarse de la música académica contemporánea?

–Mi intención ha sido la de intentar componer música utilizando solo sintetizadores analógicos. Noté en mí la necesidad de usar un lenguaje diferente para traducir en sonido unas emociones que no sabía cómo expresar con mi lenguaje habitual. Por eso es una obra tan diferente.

–¿Le interesa la música electrónica en un sentido clásico: Henry, Dhomont, Stockhausen...?

–Considero a Edgar Varèse uno de los compositores más importantes para mí porque él puso el foco en la materialidad del sonido, en el timbre y en el espacio musical. Estos elementos han sido fundamentales en la música electrónica y ambiental. Todavía recuerdo la primera vez que escuché Déserts; me asombró. Creo que Varèse fue capaz de crear un nuevo mundo musical describiéndose así mismo como un trabajador del ritmo, las frecuencias y las intensidades.

–¿Cómo influye su formación como filósofo en su actividad musical?

–La filosofía y la teología son siempre el punto de partida. He estudiado mucho el trabajo sobre la fenomenología de la percepción en relación el misticismo de la tradición cristiana de Maurice Merleau-Ponty. El campo en el que integro todos estos complejos asuntos es el del arte, precisamente porque el arte, la creación sonora en mi caso, es una disciplina que tiene el derecho de mirar todas las cosas sin la obligación de evaluarlas. Trato de dar visibilidad a lo que la visión profana considera invisible.