Especial cine de Terror

Prometheus: los científicos más tontos del mundo en busca de la verdad

La que pasa por ser la precuela de ‘Alien: el octavo pasajero’ resulta ser una película que se soporta sobre un guion nefasto. Espectacular en su puesta en escena y por los efectos especiales y visuales que aparecen en pantalla, es, sin embargo, un trabajo fallido

12 oct 2015 / 11:21 h - Actualizado: 12 oct 2015 / 11:22 h.
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  • Una escena de ‘Prometheus’, de Ridley Scott.
    Una escena de ‘Prometheus’, de Ridley Scott. Nirek Sabal

Imaginen ustedes que les encargan escribir un guion para una película de cine. Les dicen a ustedes que la cosa va de contar el viaje espacial más importante para la humanidad desde que lo es, puesto que la nave y su tripulación van en busca de los creadores del hombre. Un reto ¿verdad? Si, además, el director de esa película es Ridley Scott y todo pasa por ser una precuela de su obra maestra Alien: el octavo pasajero, el asunto puede producir un ataque de ansiedad por su importancia.

Pues eso le debió pasar a Damon Lindelof (sí, el mismo que escribió el gran timo televisivo que resultó ser la serie Perdidos). Pero debió darle el ataque sin que lograse reponerse hasta después de entregar el trabajo. De otro modo no se explica que alguien escriba semejante estupidez como es este guion. El director, el señor Scott, debió pensar que todo daba igual, que él lo arreglaría con efectos visuales grandiosos, escenarios alucinantes, una puesta en escena elegante y un montaje que eliminara cosas para idiotas profundos.

Lógicamente, se equivocó porque un guion nefasto es mal compañero de viaje a pesar de cargar con millones de dólares. Ni efectos visuales y especiales, ni una cuidada producción, ni esa puesta en escena tan elegante y profesional, ni nada de nada, puede con la carga de un pésimo guion. Si el objetivo era hacer pasar un buen rato al espectador, vale. Porque la película es espectacular si nos centramos en muchas de sus escenas. Aunque eso convierte Prometheus en candidata a ser olvidada con rapidez. Si sumamos a todo esto que, comparada con Alien, Prometheus parece la prima del pueblo, el olvido es inmediato y obligado para cualquier amante del cine. El guion de Lindelof debería incluirse en los temarios de las escuelas de cine del mundo entero. Bajo el título: lo que nunca nadie debe hacer si quiere escribir un buen guion.

Algunos detalles que les pueden ayudar a hacerse una idea del desastre que representa este trabajo (a partir de aquí se desvelan datos de la trama): el viaje interespacial es de suma importancia. Pero, qué cosas, cuando después de dormir plácidamente durante más de dos años, el robot despierta al personal, resulta que no se conocen entre ellos. Supongo que se prepararon el viaje por internet. Chateando y eso.

Bien. Ya despiertos, nos dicen que allí están los mejores. Era de esperar ante la importancia de la misión. Pero siendo los mejores parecen tontos de capirote. Llegan al planeta de destino y, sin la más mínima preparación o estrategia científica se suben a los vehículos y se lanzan a explorar un lugar inmenso, desconocido y, posiblemente, peligroso. No voy a mentir; hay una justificación. Uno de los superlistos dice que es navidad y que él va a abrir sus regalos; es decir, quiere encontrar marcianitos. Por supuesto, alguien hace una lectura del aire que resulta ser respirable. Cascos fuera. Venga que aquí no pasa nada. Un científico no haría algo así. Ni usted ni yo. Pero para esta tripulación la cosa va de llegar y hacer lo que a uno le da la gana. Todos regresan, excepto dos. Se quedan dentro de lo que llaman la cúpula. Uno de ellos ha sido capaz de levantar un plano tridimensional del lugar, es geólogo experto, pero se pierden y, por ello, no vuelven a la nave con los demás. Como todo el mundo sabe, los científicos que viajan al espacio no distinguen la derecha de la izquierda, ni arriba o abajo. Por supuesto, cuando aparece un bicho con muy mala pinta; pero mala de verdad; en lugar de salir pitando, el otro, el que sabe de estas cosas, cree haber encontrado un cachorro de pastor alemán y le trata de enseñar a dar la patita. El espectador ya sabe que es una mutación de lombriz. La lombriz ha tenido contacto con un líquido negruzco y desconocido y se ha convertido en un ser terrible. Pero Einstein lo confunde con Toby.

Más detallitos. Una del grupo queda embarazada. De su novio que es el que se quita el casco en primer lugar. Este ha sido infectado por el líquido negro y desconocido. El androide de a bordo ha sido el causante. Él ve cómo un gusano le sale del ojo. Pero no pasa nada. Va como si nada a la siguiente misión de exploración. Soy científico y soy más tonto que pichote.

Bien, pues el lumbreras es el padre la criatura que ha sido concebida tras tomar (papá) el dichoso líquido. La madre, tras enterarse del asunto y saber que la quieren dormir para trasladarla a la Tierra en estado de buena esperanza; esto es, con un calamar muy cabreado dentro; decide hacerse una cesárea. Para ello decide utilizar la máquina que está situada en una cabina de salvamento. Esa cabina es de la jefa de todo este lío y le permitirá vivir durante dos años si la utiliza. La máquina opera sola, pero sólo a hombres. Qué cosas. ¿Para qué querría una mujer esa máquina? El caso es que el calamar es extraído y la mujer debidamente grapada. ¿Qué hace ella? Lo normal. Correr una maratón, pelear con unos y otros y resistir la caída sobre su cuerpecillo de una nave de, digamos, 50.000 toneladas. Como lo oyen. ¿Cómo se libra de una muerte segura? Muy sencillo. Al huir cae junto a un adoquín que impide el aplastamiento. No hace falta decir que en su carrera, al huir de la mole que le cae encima, no modifica la trayectoria ni un centímetro. La dirección coincide, exactamente, con la de la nave cayendo.

Estos son algunos detalles lamentables aunque no están todos. Pero es que, además, los personajes son superficiales y el espectador no puede entender nada de lo que pasa al no empatizar con nadie. Como es lógico, la carga dramática se desvanece por completo. Ridley Scott se traiciona a sí mismo al meter por medio de este desbarajuste a su Alien. Sin un buen guion no hay nada que hacer y cualquier cosa que esté próxima puede salir dañada. Creer que lo demás puede ser la solución es una metedura de pata enorme. Tampoco está muy afortunado sumando planos muy cortos durante mucho tiempo. La película es muy deudora de Alien (salvando las enormes distancias, claro). Contiene casi todo lo que funcionó en esa obra maestra convirtiendo todos los aciertos en una mala copia sin pies ni cabeza, sin nada en lo que sostenerse mínimamente. Las interpretaciones son bastante normalitas. Se libran de la mediocridad Fassbender y Charlize Theron, aunque sin grandes lujos. Y lo de elegir a Guy Pearce para interpretar a un anciano en lugar de contratar a un anciano de los de verdad es incomprensible. Pues todo esto se acompaña de una música omnipresente y excesiva que no dice gran cosa a pesar de todo.

En fin, una película mediocre.