San Carlos de Bariloche, la catedral y los vitrales
En la Patagonia argentina se encuentra Bariloche. Una ciudad que se va llenando de poetas y de tradición lírica. Una ciudad en la que se encuentra la Catedral de San Carlos de Bariloche. Las vidrieras lucen en las paredes oscuras y cuentan una historia violenta que Concha García describe con una delicadeza extraordinaria en este artículo.
La Catedral de San Carlos de Bariloche, llamada también «Nuestra Señora de Nahuel Huapi», fue construida en 1944. En realidad es bastante reciente comparada con cualquier catedral española. He estado algunas veces en Bariloche y me gusta esa ciudad que parece estar en medio de los Alpes, pero la analogía no nos sirve puesto que la ciudad está en la falda oriental de los Andes, en la Patagonia argentina, y eso produce unas dimensiones de las que solo puedo sentir cierto extrañamiento y admiración.
Graciela Cros, poeta exquisita que se autodefine «patagónica», me enseñaba la ciudad. Hacía viento y el azul del cielo cautivaba con su inmenso brillo. Cada vez que entras a un templo de culto católico te reencuentras dentro de un territorio conocido, lo que provoca que se tenga la sensación de haber estado en el mismo lugar. La repetición de los templos católicos está pensada para que los cristianos no se sientan extraños en la casa de Dios. Que estos templos se repitan en diversos países, tiene más de imposición que de mágica religiosidad. El edificio tiene forma de cruz latina. El sol ilumina desde el comienzo del día la cabecera debido a su orientación hacia el Este. Fue construido por obreros croatas, eslovenos e italianos. Me imagino a fornidos hombres colocando las piedras blancas de las paredes y del techo, que son de color negro, culminando en un campanario de 69 metros en forma de aguja.
Graciela y yo comenzamos a mirar los vitrales diseñados por el francés Enrique Thomas donde se que representan temas propios de la Historia Sagrada así como de la Historia local. De repente, me detengo ante diversos vitrales donde están representados el General Julio Argentino Roca, que exterminó a casi toda la población originaria en Argentina a finales del siglo XIX, -la Campaña del Desierto fue un verdadero genocidio que dejó miles de muertos y detenidos-. El beato Ceferino Namuncurá tiene su vitral, así como el primer cura del pueblo de Bariloche, y en el colmo de la egolatría, hasta los arquitectos del templo están representados en los vitrales. Alejandro Bustillo, como San Rafael, y Miguel Ángel Casari, como San Miguel Arcángel.
La luz que traspasa a través de los vitrales es intensa y embellece el interior del templo. Continúo mirándolos con curiosidad y Graciela me detiene ante un vitral donde se observa a dos indios martirizando a un sacerdote misionero ante el imponente paisaje formado por el lago Nahuel Huapique que rodea Bariloche. En otro vitral, un contingente de guerreros recién llegados en una carabela se arrodilla ante la imagen de Cristo. En dicha escena no participa ningún indio. Habla por sí misma toda esa simbología de santos y guerreros. La escena representa la colonización de los ingenuos habitantes originarios.
Graciela me cuenta que desde hace tiempo una representación del pueblo mapuche, violentado y maltratado desde hace siglos, ha pedido que dichas cristaleras se cambien o sencillamente que desaparezcan. Hay otra que ha logrado el objetivo del sacerdote: adocenar a los indios y estos se postran rindiéndose ante la cruz que besan. La violencia que transmiten los vitrales no está provocada por los indios que parecen atacar ensañados a quienes fueron a violentarlos echándolos de sus tierras, la verdadera violencia se produce en la representación hasta el hastío de unos modelos invasores. En la Plaza de Mayo, frente a una grandiosa bandera argentina, han pintarrajeado la estatua ecuestre del general Roca. Al parecer es bastante difícil sacarla del lugar, aunque la mayoría de la gente no la quiere allí.
Continuamos el paseo admirando la cambiante luz que proyectan las aguas del Nahuel Huapi y en el horizonte la cordillera nevada salpicada de extensas nubes nos detiene de nuevo. En Bariloche hay muchos poetas. Es una ciudad joven y la tradición se está construyendo. Graciela Cros es la poeta de referencia, otra poeta de referencia en Neuquén es Irma Cuña que ya falleció. He tenido la suerte de leer junto a algunos poetas y siempre hay algo que aprender: Marcela Saracho, Melissa Benderskyu, Horacio Herman.
Catedral de San Carlos de Bariloche, llamada también «Nuestra Señora de Nahuel Huapi». / El Correo