Sensaciones: «Mi voz tronará»

Norma es una de las óperas más brillantes de la historia. Se ha representado en el Teatro Real de Madrid cosechando críticas excelentes.

05 nov 2016 / 12:00 h - Actualizado: 04 nov 2016 / 13:54 h.
"Ópera"
  • A la izquierda la mezzosoprano Ketevan Kemoklidze; a la derecha la soprano Mariella Devia; durante un momento de la representación de ‘Norma’ en el Teatro Real de Madrid. / Fotografía: Javier del Real
    A la izquierda la mezzosoprano Ketevan Kemoklidze; a la derecha la soprano Mariella Devia; durante un momento de la representación de ‘Norma’ en el Teatro Real de Madrid. / Fotografía: Javier del Real

En el bosque sagrado de los druidas la danza se impone. Comienza la ópera y los cuerpos femeninos y masculinos bailan desnudos entre troncos de árboles que son cilindros transparentes. Todo carece de vestimenta, pero al mismo tiempo está revestido de los más espeso: de la música de Bellini, que envuelve.

Hay un hombre que las hechiza y dos sacerdotisas que sufren. Dos hijos a los que se detesta y se ama. Y efectos especiales que vuelven al bosque. Y que traen el fuego y las tormentas.

Norma de pie en el centro del escenario, sus manos alzadas, y de sus dedos los rayos, partiendo un cielo que ya está quebrado por el desamor y el desengaño. Y, sin embargo, muy lejos del despecho y la venganza, Norma confesándose a sí misma culpable cuando la tensión de la trama nos hizo creer que delataría a Adalgisa.

Hay dos mujeres, dos cantantes que se protegen mutuamente, y a mí me parece que esa protección parte de la voz y que lo único que cuenta en esta ópera es de orden fisiológico: cuerpos y voces.

El coro son guerreros y son tribu, la lucha está servida. Y a mí me sigue pareciendo que las únicas armas que pueden alzarse son el canto.

«Casta Diva», no estoy loca: yo no me imaginé lo de las voces y las tormentas, el bosque y los rayos. “Casta diva” dice: «mi voz tronará».

¡Qué tormenta, qué tormento! Y a mí me parece que Norma de Bellini nos hace llover y no llorar.