‘Shiner’: Cine negro del siglo XXI

El boxeo es un deporte violento. Sin embargo, el verdadero peligro de este deporte es lo que le rodea, ese submundo repleto de golfos, vividores, personas sin escrúpulos y de dinero manchado. ‘Shiner’ es una buena película que busca perfilar lo que es y cómo funciona ese universo que crece alrededor de un deporte tan bello y amado como terrible y detestable

17 ene 2017 / 08:00 h - Actualizado: 15 ene 2017 / 17:29 h.
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  • Andy Serkis (izquierda) y Michael Caine (derecha) en un momento de la película. / El Correo
    Andy Serkis (izquierda) y Michael Caine (derecha) en un momento de la película. / El Correo
  • La mafia y un mundo turbio se representan en ‘Shiner’ con crudeza y acierto. / El Correo
    La mafia y un mundo turbio se representan en ‘Shiner’ con crudeza y acierto. / El Correo
  • Michael Caine es Billy «Shiner» Simpson, un promotor de combates oscuro y tramposo. / El Correo
    Michael Caine es Billy «Shiner» Simpson, un promotor de combates oscuro y tramposo. / El Correo
  • Cartel de la película ‘Shiner’. / El Correo
    Cartel de la película ‘Shiner’. / El Correo

En los países en los que el boxeo ha tenido o sigue teniendo arraigo, las mafias, las apuestas -muchas veces de dudosa reputación puesto que los amaños de los combates fueron y son habituales-, y la violencia alrededor del ring; son constantes que se repiten desde siempre. Eso y las tragedias que viven cientos de muchachos que son utilizados por otros para ganar dinero y abandonados a su suerte cuando dejan de ser máquinas de hacer billetes.

El boxeo se instaló en la zona turbia de la realidad y, seguramente, ahí sigue estando. Pero es uno de los deportes más bellos y fascinantes que existen. A pesar de las críticas que recibe, por ejemplo, su estética es algo que no puede igualar ninguna otra práctica deportiva. Y la simbología del boxeo no se encuentra en ningún otro deporte: el hombre frente al hombre envuelto en su violencia más primitiva; el hombre solo ante su destino que le derribará para que tenga que volver a ponerse en pie.

El que escribe entiende que haya personas totalmente contrarias al boxeo. También entiende que el que conozca ese mundo esté fascinado. Es el deporte que se ama o se detesta. Puede resultar tan repugnante como atractivo.

Shiner (2000) es una película dirigida por el realizador británico John Irvin que cuenta cómo un promotor pugilístico sin escrúpulos, que bucea constantemente en el fango y no es capaz de vivir de otro modo que no sea a la sombra de las trampas, de lo ilegal.

Billy «Shiner» Simpson es el nombre de ese personaje y está encarnado por Michael Caine. Espléndido y con el peso dramático de la cinta sobre la espalda. La primera mitad de la película es un auténtico espectáculo interpretativo. Caine es un cheque en blanco para cualquier realizador. Su personaje, Shiner, es un perdedor, siempre lo fue. Vive creyendo que son los otros los que impiden que triunfe sin saber que eso no sería posible aunque el mundo entero le ayudase a conseguirlo. El mejor día de su vida es el que está viviendo porque su hijo de veinte años puede ser aspirante al campeonato de mundo de boxeo si gana su siguiente combate. Pero Shiner no puede tener un buen día. Todo comienza a torcerse y se enreda hasta que resulta insoportable. Dudas, deslealtades, intriga, violencia, muerte y boxeo.

Acompañan a Caine un grupo de buenos actores. Andy Serkis, conocido por haber interpretado a Gollum en la trilogía de El señor de los anillos; Martin Landau que se contrapone al protagonista desde una mirada que desprecia a Shiner; Gary Lewis que es reconocible si pensamos en el padre de Billie Elliott... Un buen grupo de artistas que cumplen y hacen que la película funcione de maravilla.

Shiner es cine negro del siglo XXI. Tiene todos los ingredientes que tuvieron las películas clásicas y se desarrolla con un ritmo más que aceptable. Shiner es una de esas películas que pasaron desapercibidas y que merecen tener un hueco en la memoria de los aficionados al cine porque se encuentra muy por encima de producciones que sí conoce media humanidad aun siendo un pequeño desastre. El guion de la película firmado por Scott Cherry y su banda sonora; a veces chispeante, a veces teñida de gris; firmada por Paul Grabowsky, están a una altura más que aceptable. En fin, que la película se deja ver más que de sobra.

Los aficionados al boxeo deben saber que los aspectos técnicos del deporte no son importantes y que las escenas sobre el ring no son las mejores que se hayan rodado. Pero no dejar de ser esto un detalle porque carece de importancia en el conjunto, pesa más lo bueno que los errores. Lo que sí se palpa es ese submundo en el que se encuentra anclado el boxeo.

Y los amantes del cine no perderán el tiempo si se animan a echar un vistazo a la película. Cien minutos divertidos, inquietantes (a pesar de lo previsible), llenos de buen cine.