Símbolos

Venecia, el Renacimiento, la temática gay. Una obra recién restaurada, y una exposición temporal, no hacen otra cosa que recordarnos la transversalidad de movimientos y sentimientos, curiosamente articulados a través de la Ciudad de la Laguna.

16 sep 2017 / 09:02 h - Actualizado: 13 sep 2017 / 22:20 h.
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  • La muerte de Jacinto. Óleo sobre lienzo. / Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid
    La muerte de Jacinto. Óleo sobre lienzo. / Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid

EL AMANTE MUERTO

En 1751 fallecía el joven amante del conde de Lippe, un músico español con el que Guillermo Federico de Schaumburg-Lippe había convivido en Venecia. Como homenaje a su memoria, el noble alemán encargó a Gianbattista Tiepolo un cuadro cuyas claves solo pudieran comprender los iniciados. El pintor se encontraba a la sazón trabajando en Alemania, en la decoración del palacio del príncipe-obispo de Wurzburgo.

La muerte de Jacinto se narra en las «Metamorfosis» de Ovidio, que relata el infortunado accidente con un disco lanzado por Apolo que costó la vida a su compañero. Anguillara transforma el juego en una partida de tenis, sobre esta variación se basó Tiepolo para construir su composición. Puede parecer anacrónica la visión de la red y las raquetas en un óleo barroco, pues no siempre se recuerda que el tenis es un deporte inventado en el siglo XV, cuyo auge se produjo precisamente durante el setecientos.

El cuadro está recorrido por símbolos: un guacamayo, que representa la vida licenciosa y los peligros del amor desigual. La estatua del dios Pan, que encarna la sexualidad masculina. Cupido, imagen del deseo entre los hombres. Flores de Jacinto, que son la sangre derramada y la belleza engendrada por el amor.

La obra se muestra después de una minuciosa restauración, acompañada de bocetos y anotaciones, junto con un vídeo documental, radiografías, y análisis, que recogen el proceso de limpieza, y recorren los preliminares de la concepción de la pintura.

El museo propuso este gran lienzo como icono, dentro del recorrido «Amor diverso» organizado con motivo de la capitalidad de Madrid en el Orgullo Gay mundial. Formaron parte de esta iniciativa otras quince obras seleccionadas, entre ella el célebre San Sebastián de Bronzino.

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Restauración y estudio técnico de «La muerte de Jacinto», de Tiepolo

Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid

23 de junio a 17 de diciembre de 2017

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UN RETRATO LITERARIO

Venecia fue uno de los focos del Renacimiento, un movimiento que se giró hacia los modelos de la antigüedad, situando al hombre en el centro de su propia creación, transformándolo en dios. La exposición del Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid utiliza como trampolín algunas de las obras más emblemáticas de su colección, como el retrato del dux Andrea Venier, de Tiziano; o el de la joven cortesana conocida como La Bella, de Palma el Viejo, para traer importantes pinturas de las grandes instituciones del mundo, y articularlas en torno a varios ejes temáticos: La ciudad. El sueño del clasicismo. La belleza melancólica de las ruinas. La imagen de la mujer. El brillo del poder. La presencia de la naturaleza. La destrucción de la pintura, esto es, el amaneramiento impresionista que remató el movimiento humanista, y lo lanzó hacia el barroco.

Uno de los cuadros se ha convertido en una obra que se trasciende a sí misma.

Cuando el escritor argentino Manuel Mujica Lainez se enfrentó, en la veneciana Galleria dell´Accademia al «Retrato de un gentilhombre en su estudio», de Lorenzo Lotto (1527), reconoció en su protagonista una actitud, una mirada y un entorno, alrededor de los que decidió construir otra ficción. Prolongando la inmortalidad del modelo, le otorgó una nueva identidad.

Para muchas generaciones de lectores, ese joven desconocido será ya, inevitablemente, el duque de Bomarzo, protagonista de una novela y de una ópera.

Como resortes que hacen avanzar una trama suculenta, las señales de las que el pintor veneciano rodeó al comitente, según era usual -aunque de manera más atenuada- en encargos similares, se convierten en fragmentos biográficos, y son explicados en la novela: Un libro, que es un oráculo y una profecía. Una carta. Un anillo. La salamandra como evidencia de la inmortalidad que origina la voz del relato. Los pétalos diseminados de una rosa, que significan la dispersión del amor. La garra de oro. El manojo de llaves. El cuerno de caza y el pájaro muerto. El cráneo, las flores marchitas, el haz de jazmines, las alhajas. Son claves para una novela en clave. Alusiones, cifras, incógnitas.

«La inquietud de cazador que me agitaba en pos del arcano de la muerte; la pasión del arte y de la poesía; la idea de la vanidad de lo perecedero; la idea de posesión y de secreto que implican las llaves; la de sortilegio y sensualidad que brota de la lagartija, a la que Paracelso llamó salamandra. (...) Yo era esos ojos pardos, ese pelo castaño, lacio, partido, recogido detrás de las orejas, esas cejas finísimas, esos pómulos acusados, esos labios rojos, apretados pero hambrientos, ese agudo mentón, esas inteligentes, delicadas manos desnudas, esa intensidad, esa reserva, ese orgullo, ese poder oculto y latente; esa llama fría, esa equívoca, imprecisable violencia que se presiente en el hielo de la soledad aristocrática, y esa ternura también, desesperada».

El escritor argentino comenzó a pergeñar su relato después de una visita al Bosque de los Monstruos, en 1958. El lienzo de Lotto es uno de los mejores retratos psicológicos de la Historia de la pintura, y la oportunidad de verlo en Madrid es excepcional.

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EL RENACIMIENTO EN VENECIA. TRIUNFO DE LA BELLEZA Y DESTRUCCIÓN DE LA PINTURA

Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid

20 de junio a 24 de septiembre de 2017

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Retrato de un gentilhombre en su estudio. Óleo sobre lienzo. / Gallerie dell’ Accademia, Venecia