Soy una niña de Gloria Fuertes

Gloria Fuertes escribió para niños y para adultos; supo encontrar en la ironía un aliado de gran fortaleza, en el pacifismo una forma de vida, en el feminismo un apoyo imprescindible para las mujeres de una época que necesitaban que alguien como ella no dejase de pelear por lo que era justo. Gloria Fuertes fue la poeta de casi todos.

23 jul 2016 / 12:59 h - Actualizado: 19 jul 2016 / 08:31 h.
"Tribuna Aladar","Poesía"
  • Gloria Fuertes. / El Correo
    Gloria Fuertes. / El Correo
  • Madrid, años 70. / El Correo
    Madrid, años 70. / El Correo
  • Imagen del vídeo de presentación del programa infantil Un globo, dos globos, tres globos. / El Correo
    Imagen del vídeo de presentación del programa infantil Un globo, dos globos, tres globos. / El Correo

Sí, lo soy. Gloria Fuertes pobló buena parte de las tardes de mi infancia, como María Luisa Seco (¿os habíais olvidado de ella?). Me hicieron pasar buenos ratos y Gloria, de alguna manera, fue la responsable de aquellos poemas llenos de ripios que le dedicaba a mi madre (pobrecilla) y a cualquiera que se dejase. Gloria me hablaba a mí, niña a veces enferma, a veces sana, desde un sillón de anea de los años setenta. Cana gruesa, con el pelo corto, leía con esa voz ronca, cálida y cariñosa. Era grande, se hacía dueña de la pantalla y nos enamoraba con «El camello cojito» «Pin-güi-no» o «La araña de España». Mi primer libro de poesía firmado por ella fue «El libro loco de todo un poco» (con ilustraciones de Ulises Wensell) y el último, «Mujer de verso en pecho». Ha habido épocas en la que la dejé de lado porque, para que engañarnos, siempre he sido más de prosa que de poesía, sin saber muy bien la razón. Sin embargo termino por volver a ella, a su pacifismo, feminismo y casticismo moderno.

Gloria Fuertes es una presencia en mi memoria, me acompaña su humor, su dolor y me continúa conmoviendo. El humor fue su mejor herramienta para llegar a los niños, esos que a veces somos denostados por los adultos. Los adultos por general tienden a mirarnos por encima del hombro (les resulta sencillo por cuestiones meramente físicas) y nos hablan de cualquier forma: eso no se hace, no se dice, cómetelo todo.... Ella nos trató con naturalidad con afecto, tal vez por eso fue nuestra poeta, la de casi todos los cuarentañeros que crecimos ante su imagen.

Nacida en Lavapiés, en el año 1917. Hija de una costurera y un portero, su madre falleció cuando ella era muy joven. Francisco Nieva la define como una chica chicarrón, moderna, hasta físicamente: «un compañero lleno de gracia y ternura». Montaba en bici, vestía pantalones, llevaba pelo corto, comenzó a fumar, según ella sus propios versos en 1936, durante la Guerra Civil, que marcó su vida convirtiéndola en una pacifista militante, en novia viuda de su único amor confeso (aunque muchas veces se ha hablado de su lesbianismo).

«MANOLO»

Yo me enamoré de un pobre

Él, fue mi primer amor

No volví a saber de él,

La guerra se lo tragó

Ella es poeta, como tal se define y buena parte de su obra se encuentra en el ámbito infantil, pero no sólo allí. También escribe para adultos, aunque esta obra haya pasado más desapercibida en España. Me pregunto si el hecho de que escribiera para niños como yo la hizo desmerecer a ojos de esos señores tan serios que se consideran «escritores de verdad» (me da la risa cuando lo pienso). Cumplió una función esencial de la que parecen haberse olvidado los poderes públicos: nos acercó la poesía, nos acercó la hermosura de las letras y las hizo divertidas, accesibles y sencillas para nosotros. Un terrible pecado, ya lo creo.

Aunque se definía como autodidacta, no lo era, con catorce años su madre la matriculó en el Instituto de Educación Profesional de la Mujer donde obtuvo diplomas de Taquigrafía y Mecanografía, Higiene y Puericultura, pero como no le apetecía ser secretaria o cuidar niños (aunque al final terminara por cuidarnos a tantos) por su cuenta se matriculó en Gramática y Literatura, ante la incomprensión de su familia. Cursó Biblioteconomía e inglés en el Instituto Internacional y obtuvo una beca Fullbright de literatura española, que le permitió dar clases en universidades estadounidenses. Su obra es más estudiada en Estados Unidos que en España. Parece que una vez más se nos adelantan los de fuera.

Escribió poemas infantiles, historias en «Flechas y Pelayos», redactó bocadillos para cómics de la época franquista, trabajó como mecanógrafa en el Ministerio de Información y Turismo y no pudo vivir de su poesía (¿alguien puede?) hasta los años setenta. Fue entonces cuando a través de la caja tonta llegó a los niños esa voz ronca que traspasaba y engatusaba a partes iguales. ¿Sabíais que la letra de «Un globo, dos globos, tres globos» la creó ella? Sí, ahora mismo la estáis tarareando en la cabeza (a mí me sucede lo mismo). Hay una confesión (no sé si decir que vergonzosa) que me gustaría hacer, igual que otros repiten un mantra cuando dejan la mente en blanco, a modo de meditación, cuando a mí me sucede, es uno de los poemas el que surge desde el fondo de mi memoria, uno que aprendí casi sin querer «Soy la araña de España que ni pica ni araña» y la pobre taconeaba tanto que su tela terminaba por romperse. También recuerdo la triste historia de tres los pingüinos en la que uno era rechazado por los otros dos y emigraba hacia la soledad más absoluta, porque para estar mal acompañado siempre es mejor estar solo. Era una forma más accesible de exponer lo que venía a decir en su poema para adultos Todo lo negativo

Todo lo negativo

Hay que eliminarlo,

Aunque sea tu amigo

Tu padre

Tu madre,

Tu hijo

O tu amor

(Como se destruye un virus o dos)

Porque si se vuelve contra ti,

No es tu amigo,

Ni tu padre,

Ni tu madre

Ni tu hijo

Ni tu amor.

Hay dos tipos de públicos diferentes para su literatura: el infantil y el adulto. Sin embargo los temas son comunes: el amor, la guerra, el hambre, Dios, la condición humana y el humor. Gloria Fuertes tenía la habilidad de tratar el tema más doloroso y dar un giro rápido, una pincelada que pareciese casual, para arrancar una sonrisa. Era una especialista en provocar sonrisas a traición, mezclando los momentos y sentimientos, como hace la vida, que todo lo mezcla. Los adultos la han dado de lado, porque son adultos y, en general, no leen poesía; no se les puede reprochar gran cosa, pero es una pena que hayan dejado escapar ese verso sencillo y claro.

A algunos les fastidia que fuera la poeta de cabecera de los niños de los setenta, pero sigue siéndolo para muchos niños de la segunda década del dos mil (yo tengo a dos en casa). Sus palabras viven entre ellos y nosotros, que andamos un poco desteñidos como niños, que los miramos por encima del hombro por creernos más listos y les hablamos de cualquier forma (repetimos errores de nuestros padres) buscando, de vez en cuando, la ayuda de la poesía para tender lazos. Es divertido vernos reflejados en sus ojos, saber que compartimos algo importante con ellos. No cabe menospreciar su poesía adulta, que debería tener más oídos a los que llegar, más manos que la leyeran, pero tampoco hay que defenestrar lo que escribió para los niños porque ellos son los lectores del futuro (todavía tengo la esperanza de que la gente vuelva a leer)

Los niños necesitan un poeta de guardia (o muchos), alguien que les acerque la poesía, las imágenes y la posibilidad de que confíen en sí mismos para crear. Un programa televisivo en esa franja que ocupa el Sálvame (que no salva de nada, sino que condena a la ignorancia y el cotilleo) sería ideal para que la poesía auxiliase a los niños, como Gloria hizo conmigo, como hizo con vosotros (no sé si nuestras madres estarán de acuerdo, si de vez en cuando recuperan alguna de esas poesías que escribimos). Tal vez sustituir un episodio de dibujos en los canales infantiles no cueste tanto y ayude mucho. Un poco de letras, de creación, de poesía. No es tanto pedir.

A mis cuarenta y tres primaveras (en mi caso es verdad lo de la primavera) soy y seguiré siendo una niña de Gloria Fuertes. Recuperad a la poeta, a la que escribió para niños o adultos, buscaos en sus versos y seguro que os encontraréis, aunque sea en un rincón. Resulta sencillo, barato y bastante lúcido, tal vez terminéis por encontrar vuestra vocación sea la que sea.

«NACÍ CON DOS»

Nací con dos vocaciones:

Poeta y alegre,

La segunda intentaron quitármela a gorrazos

La primera me la impusieron a mordiscos.