Sumisión

30 nov 2015 / 18:00 h - Actualizado: 30 nov 2015 / 18:01 h.
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Situada en un ambiente académico y literario, con guiños a la alta cultura en el más puro estilo de la tradición francesa, Sumisión se convierte poco a poco en una intriga, en una reflexión social, y nos lleva a un mundo en mutación que se parece demasiado al nuestro.

La novela está impregnada de Huysmans, y por lo tanto de un aristocrático aislamiento intelectual, marcado por otras destacadas figuras constructoras del pensamiento contemporáneo. Porque Sumisión es mucho más que la polémica suscitada por su hipótesis histórica, una Francia sometida al Islam. Nos habla de la desesperanza de la vida moderna, de la soledad, del incumplimiento de la buena voluntad que debería ser la única arma de hacer política, y de su sustitución por lo que vemos cada día, intereses, estadísticas, o convergencias oportunistas que soslayan al ciudadano, y en cuyo río revuelto pescan –pacientes- los astutos calculadores largoplacistas. En esa lejanía, también la acción intelectual se ve incapacitada para obrar, convirtiéndose en oracular, y esa falta de liderazgo moral unida a la sordera de la colectividad, devienen en decadencia, en pereza para ejercer toda oposición, y en una falsa idea de tolerancia que desemboca en la consunción y –finalmente– la Sumisión. La conversión imprime el tema de fondo en paralelo a la vida del decadentista francés, como símbolo de la adaptabilidad de los principios y del relativismo, resultado en la búsqueda de algo que no existe –lo que no se puede soportar– en el más puro estilo de la filosofía marxista: «Tengo unos principios, si no le gustan, tengo otros» para alcanzar el bienestar, la armonía, cierta trascendencia.

El libro sacude los pilares republicanos del laicismo, la educación pública, y la libertad, construyendo una distopía perturbadora por lo plausible, inquietante por lo posible, y amenazante por lo perniciosa, que planea sobre un mundo que se somete. Houellebecq focaliza su crítica sobre el Islam más moderado, amable e intelectual, y ahí está el gran acierto, remarcar la vitalidad de las religiones, su capacidad para perpetuarse e imponerse de una u otra manera merced a sus ingeniosos sistemas sociales, algo que los que recién salimos de momentos y naciones con la enseñanza dominada por el machismo y el dogmatismo vemos con horror. ~

Calificación: Interesante.

Tipo de lector: Crítico.

Tipo de lectura: Irónica.

Argumento: Veleidoso.

Personajes: Atormentados.

¿Dónde puede leerse?: En París, cafetería del Institut du Monde Arabe.