Tina Turner: El poder de la intensidad

18 mar 2017 / 12:30 h - Actualizado: 15 mar 2017 / 21:41 h.
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  • Al cantar y bailar, Tina Turner se convierte en un fenómeno inabarcable, insuperable. / El Correo
    Al cantar y bailar, Tina Turner se convierte en un fenómeno inabarcable, insuperable. / El Correo
  • Tina Turner. / El Correo
    Tina Turner. / El Correo
  • Tina Turner en una escena de la película Mad Max 3. / El Correo
    Tina Turner en una escena de la película Mad Max 3. / El Correo

El que se aburre es porque quiere. Vivimos en una época en la que sólo necesitamos una conexión de internet para disfrutar de toda la trayectoria de gigantes de la música popular. Plataformas como youTube nos ofrecen de una forma legal y gratuita multitud de vídeos musicales y actuaciones en directo para melómanos de todo tipo. No quedan excusas para disfrutar de los artistas desde el comienzo de sus carreras. Por ejemplo, de Tina Turner.

Yo disfruto mucho con Tina Turner. Desde las primeras actuaciones de puro soul y R&B, pasando por las versiones de clásicos de rock y, naturalmente, los himnos pop de su carrera en solitario (soy una ecléctica y me gusta todo, menos el reguetón). En todas sus etapas, pese a la diversidad de estilos, existe algo en común: la energía de Tina, una poderosa intensidad en cada nota, en cada movimiento de su cuerpo.

En los primeros vídeos, en blanco y negro y de la mitad de los setenta, canta con entusiasmo al lado del que fue su marido Ike Turner. Cuenta la leyenda que Anna Mae Bullock, como se llamaba en realidad, solía acudir al local de San Luis donde tocaban, y que determinado día se subió al escenario. El grupo de músicos, y el público en general, pudo comprobar que no sólo se sabía los éxitos del Rhythm and blues del momento, sino que, además, era capaz de interpretarlos como nadie. Aquella chica tenía talento, era increíble. Su modo de moverse podría definirse como incandescente y se convirtió en poco tiempo en la figura principal del grupo. Fueron, como todos los inicios, tiempos muy duros, bolos miserables sin salir del circuito propio de músicos afroamericanos. En el plano personal hay que decir que tuvo su primer hijo, pero el padre no era Ike, sino otro sinvergüenza de medio pelo que era saxofonista en el grupo The Kings of Rhythm.

Si continuamos por orden cronológico, en las siguientes actuaciones que podemos ver, Ike y Tina ya son pareja. Él la bautizó con su nombre artístico con el que la conocemos y la convirtió en el eje de su propia carrera musical, que hasta entonces había bordeado el éxito comercial sin llegar a lograrlo. Con la producción de Phil Spector interpretan River Deep Mountain High y se produce el gran cambio. Ike debió ser consciente de que ahí estaba la clave: en llegar al público blanco que era el que llevaba al éxito y al dinero. Desde ese momento, todo fue viento en popa en el plano profesional porque en el personal su vida era un infierno. Se cuenta que antes de un show en Los Ángeles en 1969, Tina trató de suicidarse ingiriendo pastillas de Valium y eso por no hablar de las palizas que le daba el muy cerdo.

Merece ver, en cualquiera de sus versiones, lo que fue su mayor hit de la época: el cover de la canción Proud Mary de la Credence Clearwater Revival. Con apenas seis acordes, Ike recita con su voz grave la canción mientras que Tina interpreta la letra desde sus entrañas. Es una de esas ocasiones en la que la versión se impone por calidad a la canción original y se convierte en un clásico de la historia del rock. Mira que me gusta Beyoncé, pero cuando, a su vez, versiona a Tina con este tema no puedo dejar de pensar que no le llega ni a suela de los zapatos.

Sobre la brutalidad de Ike y la fortaleza de Tina ya se ha escrito mucho y no quiero darle más protagonismo a ese maltratador. Podéis ver la peli What´s love got to do with it (1993, con Angela Bassett en el papel de Tina y Laurence Fishburne como Ike), o leer la autobiografía «Yo, Tina» en la que se basa. El caso es que dejó plantado al abusador y partiendo de cero comenzó una carrera en solitario como reina indiscutible del Rock and Roll. Dicen que cuando salió pitando sólo tenía 36 centavos y una tarjeta de gasolina, también cuentan que el acuerdo de divorcio (aunque el negó haber estado casado legalmente con ella) sólo incluía seguir utilizando su nombre artístico y la custodia de sus hijos. Quizás no necesitaba más patrimonio económico y sentimental para iniciar una nueva vida, libre del tormento de un ser despreciable y oscuro.

Recomponerse y comenzar de nuevo, sin duda, no fue una tarea fácil. Pero, al parecer, adoptar como fe el budismo y sobre todo, contar con los Rolling Stones y David Bowie (¿para cuándo promovemos su beatificación al cielo del rock?) ayudaron bastante. Una nueva carrera en solitario, de la mano de los mejores músicos del momento. Es entonces cuando vemos a una Tina recompuesta, una guapísima mujer ya en la cuarentena con las minifaldas más cortas del mundo y con una melena de león que se convirtió en su marca de fábrica. En junio 1984, lanzó al mercado el álbum Private Dancer que vendió veinticinco millones de copias en todo el mundo.

Comienzan a sucederse los éxitos, giras y también realiza algún trabajo como actriz: ¿quién no se acuerda de su papel en «Mad Max III, más allá de la cúpula del trueno»? ¿No has tarareado alguna vez el tema principal de la banda sonora, aquello de We don´t need another hero? Durante la segunda mitad de los ochenta cada single de Tina Turner fue un bombazo, cada single un éxito y cada gira mundial era más rentable que la anterior.

En del año 2000 dijo basta. Sesenta y un años era una edad más que prudente para dejar la carrera en lo más alto. Pero, sorprendentemente, en 2008 reapareció en la ceremonia de los Grammy, cantó un dueto prodigioso con Beyoncé e inició la gira mundial más rentable que ningún artista ha protagonizado jamás. Pero puesta a destrozar récords, hay que decir que también llenó con ciento ochenta mil personas el estadio Maracaná de Brasil y que con setenta y tres años fue portada de Vogue. Es la reina del rock te pongas como te pongas. Además ha sabido retirarse a tiempo (tal vez habríamos deseado disfrutarla un poco más) manteniendo la calidad y potencia de sus interpretaciones. Saber poner un límite, decir hasta aquí llegué, evita muchos bochornos y sinsabores.

Con independencia de que sea un placer simplemente escucharla, la experiencia completa para disfrutar de Tina Turner pasa por verla. Igual que Lola Flores, la pasión y el temperamento que fluía en sus interpretaciones en directo arrebata. No obstante, no hay que confundirse, detrás de toda esa aparente naturalidad, de todo ese talento desatado hay mucho esfuerzo, preparación y ensayos. Nada es producto de la casualidad y en el mundo de la música (excepción hecha del reguetón) muchísimo menos.

En 2013, después de 27 años de relación, se casó a los 73 años, con Erwin Bach un productor musical alemán y hace poco renunció a la nacionalidad norteamericana para convertirse en ciudadana suiza, país en el que reside desde 1994. Y es que Tina se aclimató perfectamente a Suiza (yo también lo haría) a sus lagos y a la buena vida, pero incluso a día de hoy, si miráis cualquiera de las escasas fotos que salen en la prensa, la intensidad y fuerza que destila es impresionante.

No sé si es grande por su voz, por sus movimientos, por su forma de interpretar. Es evidente que no tiene la mejor voz del mundo y que hay bailarinas que se mueven mejor que ella, pero al verla en acción es como si todo cuadrase y se convirtiera un fenómeno inabarcable, insuperable. Larga vida a Tina Turner.