Tres mundos encantados

24 dic 2016 / 12:00 h - Actualizado: 21 dic 2016 / 21:39 h.
"Pintura"
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  • Padre, madre e hija; autores de las pinturas que se pueden disfrutar hasta el 31 de diciembre en el Alcázar de Sevilla. / El Correo
    Padre, madre e hija; autores de las pinturas que se pueden disfrutar hasta el 31 de diciembre en el Alcázar de Sevilla. / El Correo

Antonio Barragán de las Cuevas, Ángeles Garrido y Marta Barragán de las Cuevas, son los artistas que exponen su obra en el Álcazar de Sevilla. Son padre y marido, madre y esposa, e hija. Una familia que desde una percepción de cada uno de sus miembros logran generar un corpus coherente y unido por un hilo conductor que, desde la sensibilidad invisible, une las obras. Distintos puntos de vista para una realidad pegada a Andalucía, a España entera.

En el Alcázar de Sevilla, hasta el 31 de Diciembre, está abierta al público la exposición de pinturas de tres artistas: Antonio Barragán de las Cuevas, Ángeles Garrido y Marta Barragán de las Cuevas, cada uno de ellos con su propia personalidad y su estilo.

Son obras de extraordinaria belleza que se ofrecen a la mirada del visitante con un hilo conductor que las une y las contrapone a la vez, casi en una competición entre imágenes afines y diferentes.

Lo más sorprendente es que los tres artistas constituyen una misma familia que respira y emana toda la luz de la pintura en sus diversas y armoniosas expresiones, son partes de un conjunto, como solistas de una orquesta de luces, que tienen su propio sonido y su mensaje, pero que, en un concierto, interpretan juntos un himno común a la belleza de los paisajes y de los objetos que alumbran con reflejos diferentes.

Miguel Florián dice que «la pintura de Antonio Barragán de las Cuevas nos ayuda a despertar la mirada o remirar un universo nuestro habitado por la luz cierta del alma enamorada de las cosas...». Son cosas de nuestra tierra andaluza y española, en esos lienzos los colores que grabamos en la mente, desde la infancia, y se suavizan de una patina mágica, un matiz apaciguador que cubre desde los campos de la Vega de Carmona, un mar de verde, hasta ese otro mar azul del océano, que en el Coto de Doñana se confunde con las arenas inundadas por la espuma.

En los ojos de Antonio está su tierra onubense mezclada y hermanada con la sevillana en ese cosmos luminoso que contiene el frescor del agua de los ríos y del mar y el calor de la tierra de Andalucía.

Cada cuadro nos permite vivir una experiencia diferente, nos transmite mensajes llenos a la vez de vehemencia y serenidad en los que desearíamos integrarnos para convertirnos de espectadores en personajes de los escenarios hermosos, vibrantes y, sin embargo, sosegados que representan.

Al lado de las numerosas bellísimas obras de Antonio, podemos contemplar las de Ángeles Garrido, su esposa, que tiene su propia dimensión artística y ha conseguido importantes reconocimientos por sus pinturas.

Fernando Iwasaki dice que «Ángeles Garrido alumbra con su candil los trastos de una casa remota y hechiza la cacharrería con hebras de sol y briznas de luna.... La vida de sus naturalezas muertas es un prodigio de su mirada y la prodigiosa vida que recrea es una mirada hecha naturaleza: océanos de trigo, cereales marinos, alhajas de fruta y bodegones sensuales. Esas magias leves que el arte intuye...».

Pues Ángeles consigue darle calor a la frialdad del realismo. En las frutas, y las cerámicas de sus bodegones así como en sus paisajes, cuidadosamente dibujados, se añade esa luz del alma que las imágenes casi fotográficas no saben reflejar.

Los pinceles de Ángeles iluminan de energía vital lo inanimado, saben llenar de dulzura los objetos y las imágenes que reproduce fielmente, pero añadiéndole los matices de su delicada y romántica percepción de la realidad.

Con las obras de Antonio y Ángeles, están también las de su hija Marta, que siente, casi por una transmisión genética las mismas emociones estéticas de sus padres y las transforma, dándoles un toque onírico y encantado, interpretando y desdibujando esa realidad que sus pinceles dominan con perfección.

Tiene su estilo propio, inconfundible, con una personalidad artística en la que se manifiesta su juventud y vitalidad.

Marta Barragán consigue fundir lo material con la imaginación sacrificando a veces los horizontes limitados que pueden ver sus ojos para llenarlos de infinito en una dimensión más espiritual que percibe y sabe transmitir.

Dice de ella Octavio Gil Tamayo: «De las manos de Marta Barragán de las Cuevas surge una pintura fresca que transmite la sensación de abrir una ventana a un mundo plasmado tal y como la artista cree que debería ser...».

Es el mundo interpretado a través de lo que ella siente y de lo que ella sueña, pero sin franquear las barreras de la abstracción y reflejando con maestría y resolución esa realidad concreta que se esconde detrás de las neblina de lo indefinido.

Siempre es gratificante el viaje en el tiempo y en la historia que supone atravesar las puertas del Alcázar desde el Patio de Banderas y este Trío de Color que se exhibe entre sus antiguos muros le añade vida y belleza, dejando impregnado el visitante de aromas de campo, espumas de olas, y perfumes de frutas que se funden al salir con la bella y siempre nueva imagen de la Giralda.

Es una exposición que merece al pena conocer y disfrutar porque nos ofrece itinerarios en tres mundos encantados, muy diferentes entre sí pero con un intangible denominador común.

En Trío de Color tres universos pictóricos se funden en el amor que une a tres extraordinarios artistas.

Marta Barragán de las Cuevas. / El Correo

Ángeles Garrido. / El Correo

Antonio Barragán de las Cuevas. / El Correo