Tres personajes y un funeral

Del 24 de febrero al 20 de marzo el Teatro Fernán Gómez de Madrid ofrece en su sala pequeña la obra Cenizas. La Pols de la compañía catalana Arcàdia. Con texto y dirección de Llàtzer García, una sola escenografía, excelente música y tres personajes y actores.

05 mar 2016 / 12:33 h - Actualizado: 02 mar 2016 / 18:19 h.
"Teatro Aladar"
  • En la obra Cenizas. La Pols de la compañía catalana Arcàdia nos encontramos con un exceso de clichés que los actores solventan con cierta facilidad. / El Correo
    En la obra Cenizas. La Pols de la compañía catalana Arcàdia nos encontramos con un exceso de clichés que los actores solventan con cierta facilidad. / El Correo
  • Una escena de la obra Cenizas. La Pols. / El Correo
    Una escena de la obra Cenizas. La Pols. / El Correo

Dice la sinopsis de la obra que Jacob (Guillem Motos) recibe la noticia de que su padre ha muerto y un minuto más tarde lo olvida.

Vayamos por partes: la escena en la que recibe la noticia queda fuera de campo; cuando la obra empieza Jacob ya la recibió. Bien, celebro que algo no sea dicho en su literalidad. Luego, entra en escena la hermana de Jacob (Laura López interpretando a Ruth) y se enfrenta a su hermano, con ira, porque no le avisó que papá ha muerto. Jacob está triste, pensativo, solo, probablemente hecho polvo. Por más que el texto diga que no ha dado la noticia porque lo ha olvidado, en realidad nada de su actitud hace pensar en un olvido. Por otra parte, si es él mismo quien dice que ha sido un olvido, no cuenta para determinar lo que es verdadero o falso dentro de la ficción, puesto que uno de sus rasgos principales de personalidad es el de ser un mentiroso compulsivo.

¿Jacob ha olvidado que su padre ha muerto o Jacob está reaccionando ante la muerte de su padre? Me atrevo y respondo: Jacob está reaccionando. Se aísla y es reacción. Calla y es reacción. No siente y es reacción. Si hay una pregunta profundamente humana que parece recorrer toda la obra es la que cuestiona cómo debemos reaccionar, o qué esperan los demás, ante la muerte del padre o de la madre. La búsqueda de una respuesta o el ensayo, desde el arte, de hipótesis al respecto me parece bello y necesario. Lo innecesario lo encuentro en los excesos del texto, que por querer decir lo quiere decir todo. Hacia el final, cuando ya se escuchó demasiado, sorprende que la noticia de la muerte del padre haya quedado en un fuera de campo. Una verdadera excepción a un texto que no supo trabajar con la economía.

El tercer personaje en cuestión es la cuñada de Jacob y Ruth. A cargo de Marta Arán, considero que de todas las (realmente buenas) actuaciones esta que interpreta a Alba es la más lograda y natural. Una actriz totalmente fresca que nos tienta a pensar en una joven promesa. Tres actores en escena que tienen mucho futuro y que en presente saben demostrar que se pueden comer un texto, pasarle muy por encima.

La escenografía es simple y ajustada a la sensación de juventud y precariedad (no sólo emocional sino también material) que se quiere transmitir. Y lo excepcional es la música: The New Raemon. La música que es un personaje más, un leitmotiv y hasta un elemento de la escenografía.

Basándose en John Steinbeck, y con muchos de sus libros en escena, el texto intenta hablarnos de la desprotección o falta de amor en la infancia y de las consecuencias de ello en la edad adulta. Es efectivamente un tema de gran contundencia literaria que el texto de esta obra se propone encarar desde la referencia al autor norteamericano hasta el machaque constante en las actitudes estereotipadas de personajes que de a ratos resultan poco empáticos.

Faltan silencios, falta confiar en el espectador, falta atreverse a no resolverlo todo. Sobran escenas y abunda una tendencia por lo literal y lo denotativo. Por momentos cansa y no conmueve. Creo que con cierta economía se podría haber evitado el exceso de clichés y de lugares comunes que si no rebasan la obra por lo menos la mal condimentan.