Un arpa y el jazz a la europea

Llega al jazz nacional un trío formado por músicos jóvenes, con una técnica depuradísima que suma desde sus marcadas personalidades, para dejar patente algo que los aficionados al jazz conocen: a pesar de todo, el futuro es prometedor

30 nov 2015 / 17:28 h - Actualizado: 30 nov 2015 / 18:10 h.
"Jazz"
  • Elisabetta Antonini y Marcella Carboni.
    Elisabetta Antonini y Marcella Carboni. Gabriel Ramírez Lozano

{Las novedades hay que recibirlas con tanta alegría como prudencia. Al menos si estamos hablando de jazz en Europa. Porque el jazz europeo necesita tener trazada una senda en la que puedan transitar todo tipo de músicos, pero en la que no quepan aquellos que quieren parecer lo que no son. Algunos de los que dicen ser músicos de jazz son cualquier cosa menos eso.

Las puertas deben quedar abiertas de par en par para todo aquel que haga buena música aunque no para el primero que llegue. Y esto que digo no es nada del otro mundo. Ocurre en todos los ámbitos que tienen que ver con el arte. Porque no es lo mismo estar en vanguardia que hacer y colar un trabajo como el invento del siglo. No es lo mismo.

En el Top Jazz italiano se nombró a la vocalista Elisabetta Antonini Mejor nuevo Talento del año 2014. Se presentaba, junto con la arpista Marcella Carboni, en el Festival Internacional de Jazz de Madrid que llegó a su final ayer mismo. El que escribe esperaba con ganas escuchar la música de este dúo puesto que las grabaciones eran prometedoras.

Marcella Carboni, la arpista, es una excelente compositora e instrumentista que sabe lo que significa la improvisación y lo que representa la libertad al hacer jazz. Su directo suena bien. El fraseo es claro y contundente. Sin embargo, Antonini resulta decepcionante. Su registro es plano en exceso, desordenado en los altos y monótono en los graves. La cantante utiliza el scat como gran recurso aunque no consigue emocionar o que se empatice con su improvisación. Una pena porque la propuesta es original y podría tener un recorrido importante. Habrá que pensar que no tuvo un buen día o que algún problema de sonido le jugó una mala pasada.

Antonini y Carboni trajeron al escenario de Conde Duque temas propios (Circe y Cerco il mare), estándares y bossa nova, supongo que buscando un entusiasmo del público que, sencillamente, no se palpó en ningún momento. Se les despidió con mucha tibieza y esa es la muestra más clara de lo que el público entendió. Y el de este festival no es especialmente exigente aunque sabe valorar lo que escucha.

Otra cosa bien distinta fue lo que nos hicieron sentir los European Leaders, banda de la pianista italiana Rita Marcotulli, unos días después. Los cinco componentes de la formación dialogan, dejan que cada uno de ello exprese en cada momento lo que necesitan y logran hacer un jazz estupendo, un jazz muy a la europea con claras reminiscencias del rock sinfónico, un jazz que se dibuja como lenguaje exclusivo de la formación.

Marcotulli, una pianista de gran nivel, ha logrado reunir a una serie de profesionales excelentes con personalidades musicales distintas, pero que forman una unidad más que atractiva.

La baterista Marilyn Mazur sigue destacando al imprimir en cada tema una base rítmica tan sólida como sorprendente, tan extravagante como explosiva. Ha trabajado con músicos de la talla de Wayne Shorter, Gil Evans, Miles Davis o Jan Garbarek.

Jormin Gothemborg es el contrabajista del grupo. Entre tanto talento, tiene difícil destacar. Sin embargo, es un músico que termina ocupando su sitio al mostrar una técnica impecable y una generosidad con el grupo que hace todo mucho más fácil.

El guitarrista Nguyên Lê junto a Andy Sheppard (mejor con el clarinete que con el saxo) son los encargados de encender la mecha definitivamente. Porque aunque la tarde estaba siendo apasionante, consumido la mitad del tiempo, el auditorio de Conde Duque comenzó a llenarse de frases incandescentes, de ritmos que nos llevaban de un lugar a otro sin remedio gracias a ellos. La música quedaba suspendida y todos los presentes con ella.

Esta vez, el público sí ovacionó a los músicos. De forma auténtica y agradecida.

Queda claro, después de escuchar a los European Leaders, que no se trata de competir por competir, entre músicos europeos y norteamericanos, como si esto fuera una carrera de pollos sin cabeza. El camino es este que traza el grupo de Marcotulli, el camino es encontrar una voz propia, una mirada única.

Cada forma de hacer música tiene su propio espacio y todavía hay huecos suficientes para los que vayan llegando y para los que ya están y quieren encontrar una ubicación distinta.