Yeruldelgger: Muertos en la estepa

El comisario Yeruldelgger, personaje creado por el autor francés Ian Manook, resulta ser un descubrimiento extraordinario. Un relato original que nos traslada a lugares desconocidos por el lector occidental.

24 sep 2016 / 12:05 h - Actualizado: 18 sep 2016 / 23:16 h.
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  • Portada de la novela Muertos en la estepa. / El Correo
    Portada de la novela Muertos en la estepa. / El Correo
  • Ian Manook. / El Correo
    Ian Manook. / El Correo

Divertida, ágil y burbujeante. Así es esta novela de Ian Manook.

Policías, maleantes, bajos fondos, luchas políticas, corrupción, asesinatos y una violencia extrema. Estos son los ingredientes de Muertos en la estepa, novela que protagoniza el comisario Yeruldelgger, policía mongol que sobrevive al dolor y al horror como buenamente puede.

Lo original del relato llega desde el escenario que elige el autor: Mongolia. Todo resulta exótico y entrañable gracias a la aparición de tradiciones ancestrales del pueblo mongol. Preciosas algunas de ellas.

La trama que construye Ian Manook está muy bien armada desde el comienzo al final que, por cierto, queda abierto para que nos puedan entregar una segunda parte. Es potente, sugerente y poco previsible. Cuando sabemos qué es lo que va a pasar no nos importa en exceso puesto que el autor ya se ha encargado de hacernos partícipes de los descubrimientos.

Los personajes se perfilan con trazo fino y van tomando fuerza y profundidad con ligereza. En concreto, Yeruldelgger termina siendo un dibujo casi perfecto. Aunque solo sea por esta razón, merece la pena leer la novela.

Muertos en la estepa es una novela que interesará a todo aquel lector que esté enganchado a la novela policial y a todo aquel que quiera descubrirla.

Ahora esperemos otras entregas. Si siguen manteniendo el mismo nivel habrá que hacerse socios del club de fans del comisario mongol.

Calificación: Muy buena.

Tipo de lectura: Amena, muy divertida.

Tipo de lector: Cualquiera.

Argumento: Lo tradicional es fundamental para vivir agarrados a nuestras raíces.

¿Dónde puede leerse?: Sentado frente a una yurta.