Alfombra humana a los pies de la Asunción

Como cada 15 de agosto, los nardos que portaba la Virgen embriagaron la noche. Durante la procesión se estrenaron cinco marchas en su honor que se unen al rico patrimonio musical de la hermandad

15 ago 2015 / 23:43 h - Actualizado: 17 ago 2015 / 14:58 h.
  • Procesión de la Asunción de Cantillana. / Inma Flores
    Procesión de la Asunción de Cantillana. / Inma Flores

Llegaron las nueve de la noche y Cantillana estalló por el aire y por el suelo. Cohetes y vítores, fuegos de colores y palmas llegaron a todos los rincones, no solo del municipio sino de parte de la Vega como pasara con las tracas de las vísperas. Nuestra Señora de la Asunción salía de la parroquia del mismo nombre su día, como lleva haciéndolo cada 15 de agosto los 175 años que cumplió en febrero.

La expresión «no cabe un alfiler» no podía cobrar más sentido que alrededor de la Virgen que llevó, durante todo el recorrido, una alfombra humana a sus pies y por cualquiera de los accesos que llegaran hasta ella. Cantillana era toda júbilo. Cantillana, media provincia de Sevilla y más allá ya que hasta la localidad se fletaron unos 11 autobuses de todos los puntos imaginables de Andalucía.

Cuando el paso, capitaneado por Antonio Santiago, se plantó en la puerta de la iglesia enfilando la calle para regalarse a su pueblo, los fieles entonaron el himno, ese de «gloria y honor» que cantan hasta «los ángeles todos» desde el año 1900 que fuera compuesto. Momento desbordado en un amor inmenso que estallaba en euforia dejando a los asuncionistas sin voz, pues no hay garganta que soporte tal derroche.

La casa del hermano fallecido José Arias, importante benefactor de la hermandad, señaló la siguiente parada del cortejo en varias chicotás que, a pesar de la cercanía en metros, se llevó una hora del recorrido, como si se temiera al avance que no lleva más que al final, que la recogida. Ya en la puerta de la casa hermandad partió Coronada de estrellas. La banda de música local de Nuestra Señora de la Soledad entonó los primeros acordes de este canto con el que las cientos de personas que caminaban delante del paso de cara a la Virgen se mesieron de costero a costero mientras entonaban los versos dedicados a ella. Aunque la noche se hizo querer y dejó correr una brisa para confort de todos, los abanicos volaban en esa sucesión de cabezas que cangrajeaban embelesadas con su Madre.

La Asunción Gloriosa regaló su acogedor semblante adornada de nardos en las esquinas y anturios de colores en la canastilla y custodiada por la Inmaculada en la delantera y el Rey San Fernando y la patrona, Nuestra Señora de la Soledad, en la trasera. Abriendo el cortejo fue la agrupación musical Muchachos de Consolación de Utrera. De estreno, cinco marchas de diferentes autores dedicadas a la titular, que pasan a completar el ya amplio patrimonio musical procesional que posee la hermandad. Los cohetes y pirotecnia, como el castillo de fuegos artificiales regalado por la familia Fernández-Prieto, iban señalando el punto en el que se encontraba el cortejo en cada momento.

A paso lento, la Virgen fue avanzando calle a calle hasta llegar, alrededor de la media noche, a la calle Martín Rey, punto emblemático del recorrido y donde se congregó el mayor número de devotos. A la llegada a la casa de Asunción Farfán, de familia de mayordomas de la hermandad, volvió a entonarse el himno a la Virgen mientras avanzaba hasta la puerta del Torero Manili, donde una vez finalizado el canto, una copiosa petalada inundó de olor y color todo cuanto estaba sucediendo. Puro éxtasis.

Pero lo mejor estaba por llegar, pues es al salir de esa calle cuando la Virgen, bajo el artístico arco de las Veredas iluminado por cerca de mil bombillas, sonríe a su pueblo según el efecto de la iluminación.

Dos cuadrillas de hermanos costaleros llevaron a la Madre de los asuncionistas por su pueblo con una entrega total, la que posibilita la hazaña de la subida de la conocida cuesta del reloj cuya pendiente llena de emoción a quienes no quisieron perderse el momento.

A las 05:30 horas de una madrugada que parecía no haber empezado nunca, la Virgen entró en el templo dejando una estela de nostalgia por cada una de las calles por las que pasó. Pero ahí no acaba todo. El 20 de septiembre será subida a los cielos en su gloriosa asunción y ahí sí que habrá que esperar un año entero para que Cantillana vuelva a ser una alfombra a los pies de la Asunción.