Cargos afines a Díaz cambian el paso al PSOE para que deje gobernar al PP

Rodríguez Villalobos, presidente de la Diputación de Sevilla, del estrecho círculo de la presidenta, pide abiertamente que los socialistas se queden en la oposición

27 ene 2016 / 21:30 h - Actualizado: 28 ene 2016 / 08:26 h.
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  • La presidenta de la Junta y líder del PSOE-A, Susana Díaz, junto a su padrino político, Fernando Rodríguez Villalobos. / J. M. Espino
    La presidenta de la Junta y líder del PSOE-A, Susana Díaz, junto a su padrino político, Fernando Rodríguez Villalobos. / J. M. Espino

«El PSOE tiene un plan, un plan b y el plan menos malo». La frase es de un veterano dirigente socialista andaluz. El PSOE tiene un plan «claro», la hoja de ruta diseñada el 28 de diciembre por el comité federal, máximo órgano entre congresos. Esta consiste en no facilitar el gobierno al PP y no pactar con Podemos mientras defienda el referéndum de autodeterminación en Cataluña.

Las condiciones de ese plan siguen vigentes y, en teoría, son compartidas por el secretario general, Pedro Sánchez, y por los barones socialistas. Fueron los líderes territoriales quienes estrecharon la hoja de ruta a Sánchez, sin apenas margen de maniobra, porque entonces parecía improbable que Podemos transigiera con la consulta catalana. El partido de Pablo Iglesias está hipotecado por sus marcas asociadas (la catalana, la valenciana y la gallega), pero de repente hubo ruido interno en Podemos, y la agenda social se antepuso al interés nacionalista. La agenda social de Podemos, coincidente con la del PSOE, acercaba posturas. Luego Iglesias dio un golpe de efecto al anunciar al rey Felipe VI que se ofrecía a Sánchez para formar un gobierno de coalición, autootorgándose la vicepresidencia y eligiendo varios ministerios.

Aunque el estruendo fue notorio, el plan no cambió: el PSOE no negociaría con la unidad de España ni la igualdad territorial, pero algunos socialistas insignes, entre ellos Susana Díaz, se pusieron firmes. El PSOE-A, que sufre el acoso de Podemos en Andalucía, es la federación que más claramente ve en el partido morado un enemigo. Díaz lo dijo antes y después de las elecciones, equiparándoles al PP. La sevillana logró frenar el sorpasso del partido violeta en Andalucía (15 puntos de diferencia y 650.000 votos más), o sea impidió que el partido de Iglesias adelantara al PSOE de Sánchez en las generales por poco (se quedó a dos puntos).

Díaz cree haber salvado a Sánchez de Iglesias, pese a haber dejado al PSOE con 90 diputados y un 22% de votos (el resultado más bajo de su historia). Y ahora Sánchez negociará con Iglesias un gobierno de progreso, algo que la andaluza teme como a la peste, porque sabe que el objetivo de Podemos es engullir al PSOE más débil de los últimos 37 años.

Mientras la militancia de Podemos y PSOE fantasea con un gobierno de izquierdas, en la retaguardia socialista emerge un plan b. Una tesis contraria a la hoja de ruta del comité federal, y que por tanto pocos cargos en activo defienden en público: seguir en la oposición y dejar gobernar al PP.

La encrucijada del PSOE tiene tres direcciones: gobernar con Podemos; repetir las elecciones o dejar que el PP gobierne en minoría. De las tres opciones, el presidente de la Diputación de Sevilla, Fernando Rodríguez Villalobos, persona del estrechísimo círculo de confianza de Susana Díaz, admitió en una entrevista que «a título personal» elegiría la tercera. ¿La menos mala? «Ahora, tal y como está el patio, el PP es el partido con más votos y escaños y si no llega a un acuerdo, el PSOE tiene que ir a la oposición», dijo Rodríguez Villalobos. Ante esa tesitura, los socialistas tendrán que inclinarse por «lo que haga posible la gobernabilidad en este país, sea una abstención o un voto en negativo», dijo. El objetivo sería «preservar» la «identidad» del partido «a largo plazo». «El fin del PSOE no es gobernar a toda costa, sino cambiar las cosas, y si no tenemos votos suficientes, a la oposición», dijo Juan Cornejo el lunes. Pero con ello, se corre el riesgo de violentar a la militancia socialista que se queja ya en las redes sociales de que el PSOE baraje dejar gobernar «al partido de los recortes y asediado por la corrupción».


González, Guerra y Bono, a favor de la abstención

El plan b es que el PSOE se quede en la oposición, se abstenga y deje gobernar al PP. A partir de ahí, los socialistas prevén una legislatura corta, «constituyente», para aprobar reformas estructurales, y nuevas elecciones en dos años. Hay cargos en la retaguardia del PSOE que abogan por esta opción: los históricos Felipe González y Alfonso Guerra; y los exministros socialistas más a la derecha del partido, José Bono, Cristina Garmendia y Carlos Solchaga, que han firmado un manifiesto junto a exministros del PP, como Eduardo Zaplana y Ángel Acebes.