La agenda de actos de miembros del Gobierno andaluz casi rebosa del plato el pasado viernes. Nueve consejeros y la presidenta tenían citas previstas antes de comenzar el fin de semana. Después de meses en los que la oposición ha hecho sangre por sus reproches a cuenta de un Ejecutivo al ralentí, Susana Díaz ha puesto a su equipo a marchar a paso ligero y ha tocado a zafarrancho de combate para desactivar la crítica antes de abordar el Debate sobre el Estado de la Comunidad del próximo miércoles. Ese día es probable que haga algún anuncio o avance alguna novedad sobre los presupuestos.
La dirigente andaluza, hiperexpuesta en las últimas semanas por su papel en el curso acelerado de corte y confección para tratar de «coser» todo lo descosido en el PSOE en los últimos meses, se presentará dentro de dos días en el Parlamento como una presidenta centrada en los asuntos caseros y reafirmada en su apuesta por convertir a Andalucía en el ariete contra las políticas del PP, justo ahora que se la señala como una de las principales instigadoras del viraje socialista hacia la abstención para propiciar, así, la investidura de Mariano Rajoy. Su órdago al gobierno del PP con el decreto ley sobre la reducción de la jornada laboral de los empleados públicos a 35 horas semanales o el tufo a vinagre que aromatiza sus últimos duelos dialécticos con Juan Manuel Moreno Bonilla, presidente del PP andaluz, van en esa línea de apuntalar su papel como cabecilla de la oposición contra la derecha.
Díaz y sus estrategas han resituado en los últimos días al Palacio de San Telmo en el epicentro de la política regional. La presidenta ha pretendido fortificar su papel de presidenta sin salir de la sede de la presidencia. La elección de la localización para la puesta en escena de su estrategia ha sido de lo más sensata, y por allí han pasado líderes sindicales, empresariales, representantes del sector agrario y miembros de ONGs en apenas cinco días.
La Junta de Andalucía trata de rebatir las críticas sobre falta de pulso político con el dato de que el Ejecutivo ha vivido en lo que llevamos de legislatura el periodo legislativo «más fecundo» en la historia de la autonomía. Ciudadanos, el socio de investidura del PSOE, ha insistido en los últimos días que «no percibe parón ni parálisis» en el Gobierno de Díaz.
El PP-A, por su parte, dibujará a una presidenta sin iniciativa en Andalucía. La otra pata de la crítica de Moreno Bonilla, la falta de voz de Díaz a nivel nacional para desbloquear la formación de gobierno, quizá quede atemperada ante la inmediatez de unos acontecimientos que parecen se precipitarán en el plazo de una semana.
Podemos es IU, mientras, irán de la mano en su regañiña por los «incumplimientos» de la Junta en lo que llevamos de legislatura y la censura a Díaz por su presunta intención de propiciar un gobierno del PP aletando la abstención socialista. La presidenta siempre encuentra una salida de emergencia con el recuerdo de que ambas fuerzas boicotearon el gobierno del boicoteado Pedro Sánchez