Edición ilustrada de ‘El año de los tiros’

El grupo de Memoria Histórica de la CGT reedita la novela del periodista Rafael Moreno basado en los sangrientos sucesos de Riotinto en 1888 con dibujos de Jaime Pandelet

14 ene 2018 / 06:38 h - Actualizado: 14 ene 2018 / 06:38 h.
  • Una de las ilustraciones de ‘1888. El año de los tiros’: el pueblo de Riotinto sale a protestar, antes de la tragedia. / Jaime Pandelet
    Una de las ilustraciones de ‘1888. El año de los tiros’: el pueblo de Riotinto sale a protestar, antes de la tragedia. / Jaime Pandelet

Más allá de Riotinto y de la propia provincia de Huelva pocos conocen el sangriento episodio ocurrido hace 130 años, el 4 de febrero de 1888, y que se saldó con un número desconocido de víctimas, tal vez dos centenares.

El escritor y periodista Rafael Moreno escribió una novela en 1998 sobre esos sucesos (no volvería a haber una huelga minera en España durante 25 años, así caló el miedo a las balas), titulada 1888. El año de los tiros. La quinta reedición del libro, a cargo del Grupo de Trabajo Recuperando la memoria de la historia social de Andalucía de la CGT, llega con las ilustraciones de Jaime Pandelet, informador gráfico que ha colaborado con numerosos medios de comunicación, también con este periódico. Se puede encontrar en librerías o encargar al grupo de trabajo. Cuesta 15 euros.

La mina de Riotinto, en su momento la más grande del mundo –precisamente cuando ocurrió la matanza–, salvó a España de la quiebra, al venderla Amadeo I de Saboya y ratificar luego la transacción la I República a los ingleses que fundaron la Compañía Riotinto, en 1873.

Ese es el trasfondo real de la novela: un pueblo convertido de facto en un Gibraltar II, donde las autoridades españolas formales (el alcalde, etcétera) están en realidad a sueldo y al dictado de la poderosa compañía minera, y donde cualquier intento de mejorar las condiciones de vida y trabajo no se tolera, igual que si el pueblo onubense fuera una colonia británica en África o en la India.

15 años después de la venta los mineros convocan una protesta social pacífica. Un día de huelga y de manifestación. Lo hacen de la mano de los agricultores de la comarca, preocupados porque la quema de mineral al aire libre, en lo que se conocía como teleras, arruinaba las cosechas y la salud del ganado y las personas.

Sin embargo, el Ejército, sin previo aviso, acribilla a los manifestantes (hombres, mujeres y niños que habían acudido como si se tratara de una romería, dado el carácter festivo que querían darle a la manifestación). A partir de ahí se teje una red de tapar responsabilidades que no solo deja impune ese abuso de poder, sino que ni siquiera hay cifras oficiales de la tragedia. Al contrario: mientras la prensa oficialista justifica u oculta los hechos, a los periodistas que indagan –entre ellos, el tío de Manuel Chaves Nogales, José Nogales– les cae encima la Ley Mordaza de entonces.

Y desde el año siguiente los estirados ingleses de la mina, para aminorar tensiones, permiten a los directivos españoles incorporarse a sus aficiones: el decano del fútbol español, el Recreativo de Huelva, nace en este ambiente de amnesia forzosa.

«Veo muchas similitudes con el momento actual. Solo falta la violencia extrema, pero otras cosas sí están muy vigentes hoy, más incluso que en 1998, cuando escribí el libro: el mundo financiero impone, como entonces, sus reglas, hasta por encima de las constituciones de países de la UE, hay un colonialismo del capital. También se repiten la corrupción política, el clientelismo, la manipulación informativa diaria e incluso el castigo a los periodistas discrepantes», explica el autor del libro. Pandelet sí ve un reflejo –atenuado, sin muertos, pero con violencia– de 1888 en los sucesos del 1 de octubre en Cataluña: «la impunidad y el miedo son idénticos, y cuando se impone la razón de la fuerza las cosas nunca acaban bien».

El autor de la novela explica que en el proceso de escribirla aprendió «los funcionamientos de la política y que los políticos siempre reaccionan tarde: en el siglo XIX no prestaron atención a los problemas sociales y ambientales de la mina durante lustros». También, que la contaminación que hoy día atenaza Huelva «es un problema global».

El personaje que más le costó armar fue el director de la Compañía, «un inglés al servicio del balance de la empresa, un personaje que dice mucho sobre cómo sigue funcionando España, que pone por encima de los intereses de la población los del capital británico».

A Pandelet la ilustración que más le costó fue la del niño que se introduce en las grietas de la mina para meter explosivos. «Unos niños que escondían en las visitas del gobernador civil». También le pesa en el alma la última. «Cuando se lían a zambombazos. Aquello tuvo que ser terrible, en esa plaza».