El aula de la dehesa

La Fundación Monte Mediterráneo se convierte en el principal centro de formación agrario andaluz para jóvenes refugiados gracias a un intensivo curso en el que enseñan lo necesario para encontrar trabajo en una explotación agraria o ganadera

Ricardo Gamaza RicardoGamaza /
16 oct 2016 / 08:50 h - Actualizado: 16 oct 2016 / 08:53 h.
"Ecoperiodismo"
  • Jóvenes del centro Fundación Don Bosco, en la Dehesa San Francisco. / El Correo
    Jóvenes del centro Fundación Don Bosco, en la Dehesa San Francisco. / El Correo
  • En el curso, los jóvenes han aprendido trabajos necesarios en una finca agraria o ganadera. / El Correo
    En el curso, los jóvenes han aprendido trabajos necesarios en una finca agraria o ganadera. / El Correo

Una magnífica dehesa andaluza se ha convertido durante todo un intenso mes en un aula formativa. Durante cuatro semanas, seis días a la semana, ocho horas al día, jóvenes de centros de Fundación Don Bosco han participado en el curso Explotación agro-silvo-pastoril, biodiversidad y mantenimiento de una dehesa ecológica impartido gracias a aportaciones privadas en Fundación Monte Mediterráneo.

La Dehesa San Francisco es un ejemplo paradigmático de este ecosistema único en el mundo. 700 hectáreas que integran la arboleda y densidad típicas de la zona: unas 80 encinas, alcornoques y quejigos por hectárea, con la umbría y la solana, con flora y fauna autóctonas, pequeños biotopos (arroyos) y ganadería, agricultura y explotación forestal tradicionales. Un ecosistema creado por el hombre y que supone un ejemplo de sostenibilidad, aunando desarrollo económico con protección ambiental.

Esta explotación que gestiona la Fundación Monte Mediterráneo, ha sido la primera dehesa en Andalucía certificada en su totalidad como ecológica. «Para hacer constar nuestras experiencias y para adquirir nuevas se realizan programas de investigación y estudios de distinta envergadura», explica Ernestine Lüdeque, presidenta de la Fundación. De hecho, desde el año 2013 la Fundación Monte Mediterráneo es una de las pocas entidades privadas –la mayoría son públicas o semipúblicas– que está homologada por la Junta de Andalucía como centro de formación, para lo cual cuenta con un centro propio dentro de la dehesa para el alojamiento de sus alumnos.

«La labor formativa con una visión social y medioambiental para nosotros es indivisible», explica Lüdeque. Por ello la Fundación puso el foco de atención en la transmisión de conocimientos a los jóvenes refugiados y marginados, que encuentran en esta dehesa la oportunidad de conocer los usos y manejos en las explotaciones agrarias para después poder encontrar trabajo con esa formación. «Es importante que los grupos marginados socialmente se integren en un sector económico que tiene futuro por delante, y en el caso de España y Andalucía ese sector es el agrario y ganadero, pero sobre todo en producción ecológica, que en este país debería tener una gran proyección».

Se trata, según indican sus promotores, de una «deuda pendiente» del Primer Mundo con el Tercer Mundo: «Nuestra sociedad no será posible sin que hubiese otra sociedad que sufre los efectos de nuestro consumo, por lo que es tenemos una deuda pendiente que de esta forma, al menos solventamos un poco», afirma Ernestine Lüdeke.

El modelo formativo, siendo sus promotores de origen alemán, es dual, es decir, une a la perfección teoría y práctica. Así los participantes han podido aprender usos y manejos de ganadería ovina, bovina, porcina, equina y aves; a la vez que han adquirido habilidades en el mantenimiento de instalaciones agrarias y otras labores de mantenimiento. Las medidas de fomento de la biodiversidad en la dehesa han completado una formación en la que han trabajado y estudiado, «porque todo lleva una base teórica que también aprenden» –aclara la presidenta de la Fundación Monte Mediterráneo–, de manera intensiva.