La historia del glifosato se remonta a los años 70, cuando la multinacional Monsanto, el gigante de los transgénicos, patentó este herbicida que es desde hace casi cuatro décadas el pesticida más usado para fines agrícolas y no agrícolas, como la jardinería en las zonas verdes de las ciudades. Sin embargo, tras más de 40 años de fumigaciones, la Organización Mundial de la Salud (OMS) alertó en 2013 de que se trata de un disputar endocrino: una sustancia que puede causar modificaciones hormonales en seres vivos causando enfermedades. Incluso hay estudios que apuntan que el glifosato podría estar relacionado con diferentes tipos de cáncer.

La OMS en este sentido es concluyente y relaciona los disruptores endocrinos con daños al sistema reproductor masculino y femenino; tumores en órganos hormonodependientes (cáncer de mama, ovarios, próstata, testículo, tiroides), alteraciones en el desarrollo del sistema neurológico; enfermedades metabólicas (síndrome metabólico, diabetes y obesidad) y trastornos del sistema neuroinmunológico (fibromialgia, esclerosis múltiple).

Bormujos es uno de los municipios que más presume de sus superficies verdes. Y tiene razón para hacerlo porque es una de las localidades con mayor superficie municipal dedicada a parques y jardines de la provincia. Pero mantener a raya y en buen estado la hierba es una tarea difícil que hasta la legislatura anterior (PP) se lograba usando glifosato a mansalva. Pero los tiempos del pesticida más polémico desde el DDT forman parte del pasado. La delegación de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Bormujos, liderada por Participa Bormujos, logró aprobar en un pleno municipal «prohibir la aplicación del glifosato y otros herbicidas químicos en la totalidad del territorio del término municipal de Bormujos para todos los usos no agrarios en los espacios públicos, vías, carreteras o redes de servicio (tanto directamente por los servicios municipales, como por cualquier otra entidad, o empresa, concesionaria, o prestataria de servicios públicos».

En Bormujos han sustituido al glifosato por «métodos alternativos más económicos y ecológicos sin productos químicos que no dañen la salud ni el medio ambiente, como los mecánicos y térmicos aplicados en la mayoría de los países de la Unión Europea, o los métodos de control biológico que tienen un mayor potencial de generación de empleo», indica la moción por la que Bormujos se suma a la todavía incipiente lista de municipios libres de glifosato. «Usamos sal y ácido ascético (vinagre) y recurrimos a podas manuales y desbroces», aclara el delegado de Medio Ambiente, «lo cual aunque sea algo más caro, es más saludable y sobre todo ha dado puestos de trabajo». Otro de los métodos es térmico: una espuma caliente que se aplica en la planta y otros productos naturales que actúan como herbicidas sin contraprestaciones sanitarias. «Esto no es un todo o nada, hay que llevar a cabo soluciones a medida y hay que dar soluciones específicas para cada zona ya que en cada espacio hay diferentes especies». «La moción ha supuesto un cambio en la forma de hacer las cosas, ya que aquí lo que se hacía era comprar litros y litros de herbicida», explica el concejal delegado de Medio Ambiente, Eduardo Díaz Parrado, de Participa Bormujos.

La decisión de Bormujos de dar la espalda al glifosato supone adelantarse de facto a las medidas coercitivas que tarde o temprano tendrán que tomarse en Bruselas. De momento la Comisión Europea tiene una nueva cita este martes cuando tendrá que votar en el plenario si aprueba la renovación de la autorización de su uso en territorio europeo durante otros 10 años y al día siguiente está previsto que se vote la decisión por los estados miembros.

Mientras, el grupo de Los Verdes/ALE en el Parlamento europeo esgrime un nuevo estudio sobre las alternativas a los plaguicidas y al glifosato. Este estudio, al que ha tenido acceso Ecoperiodismo, demuestra que la agricultura intensiva basada en el uso de pesticidas no solo es dañina para el medio ambiente y la salud, sino que también es contraria al derecho a la alimentación. No sólo eso, el informe científico señala que la agricultura no sólo no ha logrado reducir el hambre en el mundo, sino que también ha aumentado el consumo y el desperdicio de alimentos, especialmente en los países industrializados.

En palabras de Florent Marcellesi, eurodiputado de Verdes/ALE, «disponemos de técnicas para una agricultura sin pesticidas y muchos agricultores ya utilizan métodos alternativos. La Política Agrícola Común alienta también a éstos a través de medidas agroambientales que compensan los costes de la transición y cierta financiación». Según el representante del partido verde español, EQUO, en Bruselas, «dado que la PAC también está siendo renegociada, existe la oportunidad de un cambio de rumbo». Marcellesi aclara que «si la industria de los pesticidas y los tenores de la agricultura intensiva describen un escenario apocalíptico en el caso de un cambio de paradigma, este estudio demuestra que un modelo agrícola sostenible es beneficioso para los agricultores, el medio ambiente y los consumidores».

Por su parte, desde el Congreso, el coportavoz de EQUO y diputado de Unidos Podemos, Juantxo López de Uralde, ha preguntado por este tema en repetidas ocasiones y el Gobierno se ha limitado a contestar que seguirá la normativa aprobada por la Comisión Europea. A pesar de ello, el grupo parlamentario Unidos Podemos-En Comú Podem-En marea presentó el pasado mes de marzo una Proposición No de Ley para que el Gobierno español se posicionara en el seno de la UE en contra de prorrogar el uso del herbicida tóxico glifosato; sin embargo, la PNL aún no ha sido debatida en la comisión aunque la votación europea es el próximo miércoles.