El número de inmigrantes menores que llegan solos crece un 240%

Las ONG critican que los jóvenes acogidos por la Junta queden abandonados al cumplir 18 años

07 dic 2017 / 18:49 h - Actualizado: 08 dic 2017 / 16:08 h.
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  • Joven inmigrante en una casa de acogida de Jerez. / Román Ríos (Efe)
    Joven inmigrante en una casa de acogida de Jerez. / Román Ríos (Efe)

Ningún cierre de fronteras detiene las desgracias que fuerzan a la inmigración en los países de origen. El número de menores que llegan solos a España por la costa andaluza se ha incrementado el 240 por ciento, un volumen que ha colapsado los dispositivos de atención y que urge a buscar soluciones para que estos jóvenes no acaben siendo «carnaza» de todo tipo de redes.

En su mayoría son adolescentes que cuando llegan a España van a vivir a centros de acogida, porque, por ley, la Administración debe proteger a todos los menores hasta que cumplan 18 años.

Al cumplir la mayoría de edad tienen que abandonarlos y, de un día para otro, ya no tienen derecho a tutela.

Es el momento en el que quedan en la calle, sin ningún recurso ni atención, con apenas un NIE (sustituto del DNI para los extranjeros) temporal que dice bien claro que ese papel no autoriza a trabajar. «Hay un montón de gente que está perdida, sin techo ni comida. Salen del centro de menores y no tienen donde ir», dice a la agencia Efe Said El Jadid, de 19 años y que llegó a España siendo menor, después de haber estado tres días perdido en el mar a bordo de una patera de plástico pinchada con otros 27 inmigrantes, en un viaje por el que pagó 500 euros.

En ese viaje, casi muerto de frío y agarrado desde el agua a la cuerda de la balsa desinflada, pasó, cuenta, mucho miedo.

Llegó a Barbate (Cádiz) y estuvo en varios centros de menores de la Junta hasta que al cumplir los 18 años, le dijeron que ya no podía estar más allí. Y volvió a sentir mucho miedo.

«En ese momento entran en la clandestinidad. Hay un montón de niños en esa clandestinidad. Y eso significa que son carnaza para la delincuencia, para la prostitución, para los radicalismos. Por la edad que tienen son muy vulnerables a todo tipo de influencias. Y es la Administración la que, después de acogerles, les ha dejado en la calle, sin casa, sin comida, sin papeles para trabajar», cuenta Michel Bustillo Garat, de la ONG Voluntarios por Otro Mundo.