Aunque la evidencia científica es ninguna, el estado de ánimo del PSOE-A puede intuirse a partir de la versión de la sintonía del partido elegida para amenizar los lunes la espera de los periodistas que aguardan las declaraciones del secretario de Organización, Juan Cornejo. La elegida ayer era estilo easy listening, música de ascensor o de hilo musical de dentista. Cuando hay euforia se pincha la rockera, si toca enfatizar lo andaluz se opta por la flamenca.

La pausada melodía evoca a una federación que se ha tomado la llegada de Pedro Sánchez al Gobierno con una controlada satisfacción orgánica y a un Ejecutivo andaluz que repite la controlada satisfacción, pero en este caso institucional.

El triunfo de la moción de censura del líder socialista ha alterado el latido de la política andaluza. El efecto ha sido el similar a esas operaciones de corazón que provocan un cambio en el latido cardíaco, una cardioversión eléctrica que pone al músculo a funcionar a una velocidad distinta.

Los socialistas andaluces celebran con su nombre (socialistas) y aguardan acontecimientos con el apellido (andaluces). La formación del nuevo Gobierno obliga a que el PSOE-A observe con prudencia los acontecimientos para que nada de lo que llegue del nuevo inquilino del Palacio de la Moncloa tenga tufillo a desigualdad o a beneficios a unas comunidades en beneficio de otras. «Espero que no me hagas elegir entre el PSOE y Andalucía», le dijo Susana Díaz a Pedro Sánchez en la clausura del congreso regional de hace un año en Sevilla. En esa frase de la presidenta de la Junta se cuece el ánimo del PSOE-A.

Aunque la evidencia científica también es ninguna, resulta llamativo que la jefa del Ejecutivo regional luciera ayer una pulsera con los colores de la bandera andaluza en uno de sus primeros actos ya con un gobierno socialista en Madrid.

La moción de censura no ha obrado el milagro de que las relaciones entre Sánchez y Díaz mejoren. Ni siquiera Juan Cornejo se esforzó ayer por dar a entender que hubo un contacto fluido entre ambos durante los días decisivos de la semana pasada. El viernes hubo llamada de la presidenta al presidente, pero por sus palabras se intuye que tuvo cadencia más de conciso telegrama que de honda conversación. El secretario de Organización socialista puso a la federación al servicio de Sánchez «para apoyar al Gobierno de España». Cornejo se mostró confiado y seguro de que el nuevo Ejecutivo central será «más sensible» con las reclamaciones andaluzas. La confrontación ha muerto, ahora el Gobierno socialista será «bueno» para Andalucía. Aunque eso sí, «no es momento aún de exigir nada».

El cambio de latido se traduce en que ahora la federación socialista necesita de la sensibilidad del Gobierno de Sánchez para sustentar su poder en Andalucía. Reduciendo matemáticamente la frase, el resultado sería en que Díaz necesita que Sánchez responda a las reivindicaciones seculares del PSOE-A. Si no hay adelanto electoral en Madrid que lo remedie, Susana Díaz sería la primera socialista que se examine ante las urnas con los efectos de la gestión del nuevo Ejecutivo.

Para ello, los socialistas andaluces saben que van a tener que tragar con unos Presupuestos Generales del Estado que ya consideraron como «ataque» a Andalucía. «Los presupuestos no son buenos, pero nos encontramos en una situación de excepcionalidad y lo más importante es la estabilidad», dijo Cornejo para justificar el sí del PSOE-A a la aplicación de unas cuentas que han sido asaeteados por la Junta de Andalucía sin piedad.

Los guiños del nuevo Gobierno a Andalucía se esperan en la sede del PSOE-A como agua de mayo, «la agenda andaluza es la misma», reiteró Cornejo. El asunto que más titulares dio en los últimos meses en la confrontación entre el Gobierno de Rajoy y la Junta fue el de la financiación autonómica. Algún movimiento de Sánchez para desastacar esta cuestión parece obligada.

Otra cuestión que puede afectar a los socialistas andaluces es el apoyo de fuerzas nacionalistas al Gobierno de Sánchez, «no hay ningún acuerdo ni pacto», insiste. Sin embargo, Cornejo avisó ayer de que la federación mantiene su planteamiento de respeto a la Constitución, la legalidad y a la unidad de España.

La exquisita subordinación hacia Pedro Sánchez llevó incluso a Juan Cornejo a restar importancia a que haya más o menos peso de andaluces en el nuevo Gobierno. Se da por segura la presencia de Carmen Calvo y se especula también con Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, andaluces pero notables sanchistas