El ruido del campo

La contaminación acústica no es un problema exclusivo de las grandes ciudades. El ruido también afecta a los territorios rurales, que tradicionalmente se han considerado silenciosos y tranquilos

Ricardo Gamaza RicardoGamaza /
03 mar 2018 / 23:44 h - Actualizado: 04 mar 2018 / 14:52 h.
"Ecoperiodismo"
  • La mayor fuente de ruido en las poblaciones pequeñas es el tráfico. / El Correo
    La mayor fuente de ruido en las poblaciones pequeñas es el tráfico. / El Correo

El ruido es una secuela de las grandes urbes. Pero los pueblos, que tradicionalmente se consideraban salvados de este tipo de contaminación, tampoco son territorios vírgenes en cuanto a ruido. Las fuentes ruidosas son las mismas, lo que pasa es que el nivel sonoro es muchísimo menor, en torno a menos de 6 dB. Es decir: los pueblos de menos de 20.000 habitantes son muchísimo más tranquilos que aquellas poblaciones de más de 20.000 habitantes.

El último gran estudio en los territorios rurales acerca de los niveles sonoros ambientales en estos pequeños pueblos de Andalucía por encargo de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía tiene más de una década, pero ya cuantificaba el nivel de ruido en cerca de 150 municipios. El más ruidoso de estos pueblos es el de Benacazón, en Sevilla. Pero también destacan los niveles de contaminación sonora de localidades como Marmolejo, en Jaén; Olvera, en Cádiz; Nueva Carteya, en Córdoba o Montefrío, en Granada. Prácticamente en pueblos de menos de 20.000 habitantes se concentra en lo que es la fuente natural, el tráfico, esas vías pequeñas pero que aglutinan gran número de vehículos. Otra gran fuente de ruido son las zonas de ocio o industriales que no están puestas al día en materia de insonorización para adaptarse a la normativa en vigor.

El tráfico durante el día es el gran generador de ruido, pero... qué sucede por la noche. Cuando acaba la jornada laboral la contaminación acústica baja, pero no en todos sitios: las zonas de ocio empiezan entonces su actividad. El botellón y las discotecas hacen que el ruido alcance sus niveles más altos. También en estos pequeños pueblos. Aunque hay de todo, desde la tranquilidad nocturna de Fuente Obejuna, en Córdoba, con apenas 49 decibelios de media, hasta los 70 decibelios de Marmolejo, en la provincia de Jaén.

La Organización Mundial de la Salud establece que los niveles máximos de contaminación acústica que puede soportar el ser humano son de 65dB durante el día y de 55 dB durante la noche. Por encima de esas mediciones se habla de ruido. Sin embargo la mayoría de la población que vive en la UE lo hace en grandes aglomeraciones urbanas donde se superan con mucho estos niveles de ruido.

Pero el ruido al que estamos expuestos no sólo está en los bares. También en las obras de construcción, actividades industriales, en las zonas cercanas a vías ferroviarias y aeropuertos y, principalmente, en las carreteras. El tráfico es, según el Observatorio de Salud y Medio Ambiente de Andalucía, la principal fuente de contaminación acústica: copa el 80 por ciento del ruido en las ciudades, que puede llegar a alcanzar los 70 u 80 decibelios.

Hay dos principales grupo de contaminación acústica: uno sería el grupo de la contaminación natural, que es el tráfico; que eso prácticamente son medidas correctoras organizativas, urbanísticas. Y el otro gran grupo que son medidas correctoras para esas actuaciones industriales o comerciales que sí tienen que adoptar medidas individuales. La mayor parte de los municipios estudiados por sobrepasan los límites de ruido fijados por la normativa internacional. Las competencias para evitarlo son de los Ayuntamientos, pero en la mayoría de los casos carecen de medios para atajar este tipo de contaminación ambiental. No hay sonómetros homologados y, si los hay, no se conoce la metodología para medir el ruido.

La sanción tiene que venir definida por una inspección y esa inspección estar documentada con un ensayo acústico. El problema es que esos ensayos acústicos no se hacen siempre bajo las condiciones técnicas y humanas en las que se deberían hacer. Al no tener validez legal no hay posibilidad de denuncia ni tal aplicación de la normativa. Son los ayuntamientos los que tienen que tomar cartas en el asunto y regular actividades, reordenar el tráfico o insonorizar zonas comerciales. No en vano, el ecobarómetro andaluz apunta desde hace décadas que el 40 por ciento de los andaluces considera el problema de la contaminación acústica como uno de los asuntos de más incidencia en su vida diaria.

La lucha contra el ruido en Andalucía va más allá de su detección... La Junta de Andalucía aprobó en el año 2012 por decreto el Reglamento de protección contra la contaminación acústica en Andalucía. Entre otras cuestiones, esta norma establece recomendaciones para mitigar este problema ambiental y marca un horizonte destinado a que esta contaminación sonora se reduzca en el futuro, estableciendo la metodología para medir el ruido de instalaciones y sus correspondientes sanciones si superan los niveles admisibles.