El ruido del mar

El ruido de la actividad humana es uno de los parámetros que cada vez más se está analizando para lograr evitar un agente externo que causa cada año miles de varamientos

Ricardo Gamaza RicardoGamaza /
28 jul 2019 / 08:22 h - Actualizado: 28 jul 2019 / 08:22 h.
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El fondo de los océanos no es silencioso. El ruido de la actividad humana es uno de los parámetros que cada vez más se está analizando para lograr evitar un agente externo que causa cada año miles de varamientos, pero aún no hay una normativa que obligue a mitigar el ruido submarino de los buques de mercancía o cruceros turísticos.

Cuando vemos las imágenes que nos muestran el fondo del mar solemos escucharlas con música o con el sonido de las botellas de los buceadores que hacen esas filmaciones. Pero el mar no es así de silencioso... Hace años que se investiga el ruido en los océanos poniéndoles micrófonos a las profundidades.

El mar constantemente está sometido a muchos ruidos ajenos a la vida marina, que además se producen de forma constante. Los expertos alertan de los efectos del ruido causado por el tráfico marítimo y los canales de navegación. Es como tener una autopista al lado. Pero a estas distorsiones acústicas se suman ruidos más puntuales: prospecciones sísmicas, sónar...

Los efectos de estos ruidos se han hecho visibles tras la realización de campañas militares, a las que han sucedido varamientos masivos de animales. Los expertos apuntan sin duda a que los sonares afectan a animales marinos más sensibles a altas frecuencias y esta afección se traduce en daños fisiológicos que los lleva irremediablemente a la muerte.

La intromisión en las frecuencias que utilizan estos animales para orientarse hace que muchos se desorienten o incluso que sufran daños cerebrales, aunque los científicos no saben aún cómo suceden las reacciones que produce el ruido en los cetáceos. Falta por matizar o por describir cómo incide y como se desarrolla fisiológicamente este proceso en los cetáceos. Pero lo que se ha demostrado con total certeza es que existe una relación directa entre causa-efecto: el uso del sonar se ha demostrado que daña a los animales marinos.

En pleno siglo XXI los cetáceos siguen siendo un completo misterio para el hombre. Sabemos que son las criaturas más inteligentes de los mares, pero no conocemos cómo les afecta el ruido a sus cerebros... Un ruido que produce el hombre cada vez más sin tener en cuenta sus consecuencias para el medio ambiente.

Los cetáceos son animales muy sensibles. Ellos también utilizan su sonar biológico como herramienta para localizar, para cazar... Son animales que utilizan el sonido como medio de vida. Por eso si en el medio en el que viven se colapsa el sonido se crean dificultades para su supervivencia.

En aguas españolas hay citadas hasta 31 especies de cetáceos, todas ellas incluidas en un inventario denominado “Especies animales y vegetales de interés comunitario que requieren protección estricta” recogida en la Ley 42/2007 del Patrimonio Natural y la Biodiversidad. La sobreexplotación de los recursos pesqueros, las capturas accidentales y directas debido a interacciones con artes de pesca, la perdida de hábitat y la contaminación han sido tradicionalmente los problemas de conservación identificados como causa de regresión. Pero en las últimas décadas el conocimiento sobre la biología y ecología de estos animales, y los avances de instrumental científico han permitido señalar la contaminación acústica como uno de los problemas emergentes más importantes, junto con las basuras marinas.

En el caso de los cetáceos, el ruido submarino tiene distintos tipos de efectos, puede producir daños directos a tejidos y sistemas corporales, a las estructuras auditivas, acompañados de desorientación y también daños a tejidos vitales del cuerpo debido a aeroembolismos. Por otro lado existen también daños indirectos como la interrupción en la comunicación acústica entre ejemplares, afección a la capacidad de detección de predadores u otros peligros (aumenta el riesgo de colisión con buques o la captura accidental en artes de pesca), alteraciones en los patrones de buceo y natación e incremento en la tasa de respiración (reduce el éxito en la captura de presas y aumenta el gasto energético) y la perdida de la calidad del hábitat y por consiguiente la elección de presas y hábitats marginales.

A pesar de la incertidumbre científica existente en algunos casos, es evidente que el ruido antrópico marino es una forma de contaminación cuando se daña a la vida marina y por tanto es necesario controlar su emisión, como la de cualquier otro contaminante. Un beneficio de este control es que el ruido no sufre bioacumulación: la contaminación acústica desaparece en cuanto se detiene la fuente de ruido, por lo que las medidas de mitigación, en cuanto a mejoras tecnológicas y reducción de las emisiones, tienen un efecto inmediato.

Debido a que los trabajos cientiìficos sobre el impacto del ruido en la biodiversidad marina son relativamente recientes, la legislación a todos los niveles (internacional, europeo, nacional) no recoge todavía de forma específica este problema y sólo existen algunos medidas concretas en algunos países. La protección de las especies marinas frente al ruido se circunscriben sobre todo a estrategias marinas, evaluaciones ambientales y las de impacto ambiental. En Andalucía, hace dos años se elaboró un manual de atención a varamientos en el litoral andaluz, que incide en el final del problema pero no en el origen de la causa.

Así las cosas, el ruido submarino cada vez más producido por cruceros y navieras de transporte de mercancías, sigue siendo una de las asignaturas pendientes en lo que se refiere a la protección ambiental.