Personajes por Andalucía

«El secreto es ponerte a cumplir la palabra dada»

Entrevista a Francisco de la Torre, alcalde de Málaga. Los ciudadanos son tan fieles a su papeleta electoral y a su gestión, que Málaga no ha conocido a otro alcalde desde que arrancó el siglo XXI. Diputado de UCD entre 1977 y 1982, colaboró con el estatuto andaluz y anhela la descentralización local

24 sep 2017 / 00:05 h - Actualizado: 23 sep 2017 / 18:14 h.
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  • Francisco de la Torre, primer edil de Málaga, en la hemeroteca de El Correo de Andalucía. / Jesús Barrera
    Francisco de la Torre, primer edil de Málaga, en la hemeroteca de El Correo de Andalucía. / Jesús Barrera

Recorría kilómetros andando cuando era niño, en el entorno de la casa familiar cerca del mar, porque sentía la llamada de su tierra y quería conocer todos los rincones. El alcalde de Málaga se comprometió con los anhelos de una ciudad que deseaba tener una universidad de la que carecía y se enganchó al comprommiso con el beneficio colectivo y las necesidades de quienes le rodeaban. Francisco de la Torre es un hombre de ciencias en la cabeza y de humanidades en el corazón.

Ama lo que hace y le fascina el desarrollo tecnológico. Es un Personaje por Andalucía que ha logrado colocar a Málaga justo en la cima de las ciudades importantes en la apuesta incuestionable por la cultura.

Acaba de llegar a Sevilla, al Cortijo de la Gota de Leche, lugar en el que se celebra la entrevista. Ha pedido un poco de agua para refrescar la garganta y mantiene esa sonrisa que parece perenne en su rostro.

—¿De verdad qué siente por Sevilla?

—Simpatía, la sensación de que estamos juntos en el proyecto andaluz. No tengo nada negativo. al contrario. Sevilla es muy bonita, la verdad, pero si hablamos de belleza tendremos que hablar también de la belleza de Málaga.

—¿Si Andalucía se lo creyera sería imparable?

—Pues si, pero hay que poner el acento en la educación, en la formación. Un territorio que no apuesta por emprender no puede prosperar. Creernos Andalucía significa asumir que la clave está en el factor humano. Y ese factor humano requiere formación. Y más cosas...pero quien primero tiene que tomar consciencia de esto es la Junta.

—A usted le quieren mucho los malagueños. Eso dicen al menos las urnas...

—Y yo me siento querido y distingo ese cariño. Me ven como a una persona que defiende a Málaga y eso debe explicar tanto afecto.

—Pero ¿qué virtudes cree tener para ser el único alcalde que ha tenido Málaga en todo el siglo XXI?

—En política hay que defender siempre el bien común, hacerlo de buena fe y ser coherente. Ponerse a cumplir la palabra dada y el programa también es fundamental. Yo busco el interés general y, especialmente, no hay que acudir jamás a los cargos en beneficio propio. No sé si son virtudes, pero es mi manera de ver la política y la vida misma.

—¿De dónde le viene la inquietud por la política?

—Ya de niño me preocupaba por temas sociales. En el bachillerato quería estudiar ingeniería. Me decidí por agrónomo. En esa época, finales de los años cincuenta, yo andaba muy preocupado por el hambre en el mundo, era motivador para mí. Compaginé agrónomo con sociología y todo eso me dio una visión muy amplia del mundo y de las cosas. Yo fui alcalde por compromiso con la sociedad, porque creo en el trabajo y el esfuerzo, por la disciplina y el reparto de tareas en equipo. Creo en la transparencia y en el bien común, en la cohesión. Y creo en Málaga.

—¿Y en Dios?

—Soy creyente, sí, no de manera tan intensa como otras personas, quizá no tan comprometido, pero estoy criado en esa cultura, siempre cerca de la Parroquia de la Victoria y estudié además en centros religiosos. Profundicé en esa línea siendo joven y me considero creyente.

—¿Qué personas se han perdido sus logros como primer edil de Málaga?

—Siempre pienso en mi padre que murió muy joven. Mi madre falleció en 2009 y sí pudo ver bastantes cosas con las que soñó mi padre, que fue un luchador por la Universidad de Málaga, que entonces no existía. Luchó hasta la extenuación por ella. De hecho, mi entrada en la política en los años 70 fue dentro de la Asociación Amigos de la Universidad de Málaga. Ver el avance de la Universidad hubiera sido una alegría para mi padre, muy grande, pero murió en 1969.

—¿Le dejó algún consejo, alguna enseñanza que no haya olvidado..?

—Que hay que centrarse en cosas importantes y no perder el tiempo ni crearse necesidades. Y, otra cosa importante...somos ocho hermanos (cuatro chicos y cuatro chicas) y siempre, pero siempre, intentó que los ocho tuviéramos las mismas oportunidades. Mi padre fue un ejemplo de igualdad.

—¿Tiene usted escritores de cabecera?

—Tengo muy poco tiempo para leer pero me gusta Quevedo y su visión de las cosas. También he leído a Vargas Llosa y por supuesto a García Márquez. Cuando puedo prefiero apostar por el ensayo, las ciencias políticas y la historia, que me encanta. Acudo en cuanto puedo a leer cosas de innovación tecnológica.

—¿Es su cargo de alcalde el que más satisfacciones le ha dado en su carrera política?

—Pues sí. Como alcalde he vivido los momentos más hermosos pero también los más duros. Yo no he puesto nunca límites a mi dedicación y no tiro la toalla en mi lucha para la descentralización de los municipios con respecto a las regiones, que es una batalla que tengo siempre presente. Esto nos falta para fortalecer la democracia. Pero, dicho esto, la actividad de alcalde de mi ciudad es absorvente, a veces demasiado, pero tengo que reconocer que muy satisfactoria. Piense que hago míos los problemas y, cuando se pueden resolver, es algo muy enriquecedor.

—Me gustaría conocer las aficiones que cultiva...

—Son muchas. Mi pasión siempre fue caminar para descubrir mi tierra. Por ejmplo, la Axarquía o la Sierra. Cualquier zona es muy rica en mi tierra. Mis padres tenían una casita cerca del mar y también me gusta navegar en un barquito, pero no tengo tiempo. Ver municipios, recorrer, descubrir mi provincia. Eso me apasiona. También viajar y la música. Aprovecho para decir que nos falta en Málaga el gran auditorio que en su día perdimos la oportunidad de tener. Lo tengo muy presente y lucharemos por él.

—¿Hay cosas que no soporte?

—La injusticia, la falta de diálogo y que siga pendiente la descentralización local, siento repetirlo. Mire, desde el primer minuto ofrecí hace diecisiete años a Málaga como ciudad para ensayar. Ni Chaves, ni Griñán ni el gobierno actual han apostado por hacer la prueba. Tenemos casi treinta pueblos por encima de 50.000 habitantes; con más de 100.000 ya son doce y varios acercándose. Somos en Andalucía unos ocho millones de habitantes y deberíamos ser más operativos y prestigiar la democracia, la transparencia. Yo lo veo muy claro. Nos hace falta una descentralización local para hacer una red práctica de pueblos que no tengan que frenar los impulsos porque todo dependa de la Junta. Hay fórmulas más efectivas por explorar.

—Siento recordárselo pero ¿cómo hizo para seguir creyendo en la paz después de los asesinatos de Martín Carpena y Luis Portero en el mismo año?

—Verá... quienes asesinaron con crueldad a Martín Carpena y a mi cuñado Luis Portero en el año 2000 querían terminar con la convivencia. No puedo olvidar con emoción aquella manifestación inmensa en la que hablé de la defensa del estado democrático. Han pasado casi dos décadas y mantengo la misma esperanza en el estado democrático, en el mismo modelo. Seguimos adelante conviviendo a pesar de aquellos asesinos. Yo creo en la sensatez global.

—¿Es la que debe imperar en Cataluña ahora?

—La misma. Tengo confianza en la democracia y en el sentido común de Cataluña. El final debe ser la cohesión y la solidaridad. Lo demás nos conduce siempre al error. Yo repito que la solución está en el estado democrático y el respeto a las leyes. Se ha demostrado con el tiempo, hay ejemplos que nos dicen que lo mejor para la convivencia es ese estado y ese conjunto de leyes al que debemos todos respetar. De verdad, confío en el sentido común.