Historia positiva de La Corchuela (y VI)

Como escuela de ciudadanía, el refugio tuvo efectos positivos en la organización cívica y en los comportamientos sociales. La Corchuela fue un ejemplo sociológico admirable y digno de una tesis doctoral

07 jul 2017 / 21:23 h - Actualizado: 07 jul 2017 / 21:27 h.
"Andalucía eterna"
  • La prensano ocultó nada. / El Correo
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Volviendo a La Corchuela, debe recordarse la labor de ayuda desplegada por la duquesa del Infantado, Cristina de Salamanca, en favor de los alojados en el refugio. Aparte de sus contribuciones personales, se hizo cargo de las obligaciones correspondientes a la guardería infantil, y consiguió fondos para las obras asistenciales administradas por la Secretaría de Viviendas y Refugios. Entre otras iniciativas, resultaron muy positivas la organización de una corrida de toros en la Real Maestranza con la participación de Manuel Benítez El Cordobés; la función de gala en el cine Imperial con la película Love Story, en su tiempo de mayor éxito, con la asistencia de la Infanta Pilar de Borbón y su esposo el duque de Badajoz. De ella fue también la iniciativa, en 1971, de donar a La Corchuela una imagen de Nuestra Señora del Amparo, realizada por el escultor Luis Álvarez Duarte. Esta imagen fue llevada en andas a La Corchuela por los vecinos, en una jornada memorable. También la duquesa del Infantado gestionó las donaciones de trajes de luces de los matadores de toros Antonio Bienvenida, Miguel Báez Litri, Paco Camino y Antonio Ordóñez, para hacer la saya y el manto de la Virgen. Ambas obras fueron hechas por el bordador Antonio Rincón, quien también donó otras sayas para la citada imagen.

Los adjudicatarios de alojamientos en La Corchuela abonaban cien pesetas mensuales. Una cantidad simbólica, pero vinculante con las responsabilidades de mantenimiento de la barriada y que obligaba a un mínimo ahorro. Una cantidad que se mantuvo hasta 1974, cuando subió a ciento treinta pesetas, y que justificaba una serie de servicios comunes, que eran administrados por la Secretaría de Viviendas y Refugios con la colaboración de la Junta de Vecinos formada por la Asociación de Cabezas de Familia, que además ejercía funciones de alcaldía de barrio.

Estos servicios eran los siguientes: un médico nocturno, un médico para la guardería infantil, un practicante, dos inspectores administradores, un cobrador, un conductor de ambulancia, un conductor de camión cisterna, un vigilante diurno y otro nocturno para los equipos de captación y distribución de agua, un albañil, un peón, un fontanero, un electricista, una telefonista, y una limpiadora, aparte de personal eventual.

Además se atendían las necesidades de mantenimiento de las viviendas, facilitando planchas de «vitrofil» para evitar las humedades, vidrios para puertas y ventanas, elementos de fontanería, reposición de bombillas para el alumbrado exterior, arreglos del alcantarillado y tuberías de agua, gastos de mantenimiento de los vehículos, de contribución urbana y un largo etcétera. Y todavía quedaba remanente para organizar el Club de Ancianos, viajes de excursión a la ermita del Rocío, la caseta de Feria de Abril...

Las familias alojadas en La Corchuela conocieron a una serie de personas vinculadas a los servicios de la barriada que con el tiempo fueron muy queridas por los vecinos. Entre estas personas, estaban el inspector médico adscrito a la Secretaría de Viviendas y Refugios, doctor Federico Rístoli Peláez; el inspector de la barriada, Miguel Pérez Cubillana; los dos administradores, Joaquín Galera de la Vega y Rafael Domínguez Cabrera; los albañiles, Benito Moya Rubio y Eloy Rodríguez Fernández; el electricista, José Otero Rodríguez; el conductor de la ambulancia, Antero Lorente Sánchez; el fontanero, Antonio Reche Guillén; el conductor del camión cisterna, Rafael Salas Martínez; los vigilantes diurno y nocturno y conservadores del grupo-bomba de abastecimiento de agua, Agustín José Alvarez y José Rueda Vilches; el cura, fray Francisco Romero Melián, y otros.

Durante los primeros meses de construcción de La Corchuela surgieron ideas para ampliar el número de viviendas, incluso para crear una barriada estable con nuevos sistemas de construcción integral. Otro plan similar para construir tres mil viviendas en La Corchuela fue presentado por una empresa suiza. Pero tanto uno como otro proyecto requerían que el Ayuntamiento de Sevilla aportara los terrenos ya urbanizados, es decir, con las acometidas de energía eléctrica y teléfono, abastecimiento de agua, alcantarillado, accesos exteriores, etc. Y la Corporación municipal no contaba con medios económicos para afrontar las inversiones necesarias. Para colmo, el refugio de La Corchuela había sido recibido con críticas motivadas por su utilización sin haber sido terminado, sobre todo los accesos. Desde las páginas de algunos periódicos, muy especialmente El Correo de Andalucía, fueron subrayados los defectos iniciales. De manera que los proyectos quedaron bloqueados y después olvidados.

En la primavera de 1969, el 26 de mayo, el entonces vicepresidente del Gobierno, almirante Luis Carrero Blanco, escribió una amable carta al gobernador civil, José Utrera Molina, recomendando al empleado del Museo Marítimo de la Torre del Oro, Joaquín González Jiménez, que se encontraba con un grave problema de vivienda. El gobernador civil pasó la carta a la Secretaría de Viviendas y Refugios con el ruego de ser atendida lo más pronto posible. Pero el listado de familias pendientes de una vivienda social era enorme, y las autoridades respetaban rigurosamente los turnos de antigüedad de las familias acogidas en los refugios, controlados por Gregorio Cabeza como responsable de la Secretaría de Viviendas y Refugios. Tan grave era la situación, que a la familia recomendada por el vicepresidente del Gobierno no se le pudo conceder ni la vivienda solicitada ni siquiera plaza en algunos de los refugios, que estaban a tope. La familia de Joaquín González Jiménez tuvo que esperar hasta el día 7 de septiembre de 1969, cuatro meses después, para tener acceso al refugio de la calle Arroyo, donde estuvo hasta que le fue adjudicada una vivienda por turno de antigüedad. Luis Carrero Blanco llamó para dar las gracias.