Humedales, los salvavidas frente a los desastres naturales

El valor de los humedales se mide no sólo en términos ambientales sino también en cifras económicas. El próximo 2 de febrero se celebra el día de estos ecosistemas

Ricardo Gamaza RicardoGamaza /
28 ene 2017 / 16:44 h - Actualizado: 28 ene 2017 / 17:32 h.
"Medio ambiente","Ecoperiodismo"
  • Panorámica de uno de los humedales existentes en el Parque Nacional de Doñana. / El Correo
    Panorámica de uno de los humedales existentes en el Parque Nacional de Doñana. / El Correo

Han tenido mala fama en el pasado y se intentó acabar con ellos en un torpe intento de erradicar enfermedades. Los humedales, ecosistemas que no gozan de la belleza que pueden tener los de alta montaña o los bosques, estuvieron en el punto de mira del antiguo régimen cuando Franco llego incluso a tener delante la propuesta para desecar Doñana, una zona donde la malaria era un mal endémico gracias a que el mosquito que la transmitía, del genero Anopheles, criaba en sus aguas. En los años 50 el plan diseñado para el que tal vez sea uno de los principales humedales de Europa, era reforestar con pinos y eucaliptos el territorio inundado para dejar sin agua el que hoy es Parque Nacional y así, pensaron, dar además un valor económico (aprovechamiento maderero) a lo que se consideraba «un inútil foco de paludismo». Por suerte los científicos y ambientalistas encabezados por el profesor Jose Antonio Valverde, pusieron en valor un ecosistema esencial para la vida y lograron incluso convencer al dictador del valor ecológico de Doñana.

Medio siglo después el valor de los humedales se mide no sólo en términos ambientales sino también en cifras económicas. La Secretaría del Convenio Internacional RAMSAR ha querido poner el acento este año en ese papel de salvavidas de los humedales para el día en que se celebra este ecosistema, el próximo 2 de febrero. Según RAMSAR, los humedales sirven para «minimizar los daños causados por los desastres» y reclaman que «los humedales, definidos como áreas terrestres inundadas de agua de manera estacional o permanente, son nuestra defensa natural frente a desastres naturales». En efecto, en el litoral, los humedales actúan como una barrera protectora natural. En 2012, por ejemplo, contribuyeron a evitar daños por el huracán Sandy cuyo valor habría superado los 625 millones de dólares de los Estados Unidos. Mientras, en el interior, los humedales funcionan como «esponjas naturales»: absorbiendo y almacenando el exceso de agua procedente de las precipitaciones y reduciendo las inundaciones. Durante la estación seca, liberan el agua almacenada, retrasando el inicio de las sequías y reduciendo la escasez de agua.

«Si se gestionan adecuadamente, los humedales pueden hacer que las comunidades tengan la suficiente resiliencia para prepararse para los desastres, afrontarlos y recuperarse de estos incluso mejor que antes», concluye RAMSAR en los documentos de apoyo a la campaña de este año.

Sabiendo que los humedales actúan como salvavidas frente a los desastres naturales, lo lógico sería no sólo proteger estos ecosistemas, sino invertir en ellos recursos para «designar las zonas propensas a inundaciones o tormentas como humedales protegidos a fin de reforzar la protección natural que brinda de la naturaleza». Así, cuando se produce un fenómeno extremo, los humedales saludables pueden absorber parte de su impacto, reduciendo los daños a las comunidades locales. En Hikkaduwa (Sri Lanka), donde los arrecifes de coral que se encuentran a cierta distancia del litoral están protegidos por un parque marino, los daños provocados por el tsunami de 2004 solo llegaron 50 metros tierra adentro. En la vecina localidad de Peraliya, donde la extracción de coral había degradado los arrecifes, los daños llegaron 1,5 kilómetros tierra adentro.

Pero incluso cuando el desastre es inevitable, los humedales ayudan de manera natural a una recuperación más rápida. Ello se debe a que actúan como filtros naturales y restaurando nutrientes. Son, haciendo un símil con el cuerpo humano, los riñones de la naturaleza. Después del ciclón que en 1999 azotó Odisha, en la parte oriental de la India, los arrozales que estaban protegidos por manglares volvieron a producir alimentos mucho más rápido que las tierras de cultivo que no contaban con esa protección.

El 6,4 por ciento de la superficie de nuestro planeta son humedales. Una superficie que supone más que todo el continente europeo y un ecosistema esencial para la vida humana en tanto que permite la recarga de los acuíferos con agua de calidad que se filtra al subsuelo a través de ellos. Los humedales ofrecen así algo tan esencial como el agua que bebemos, pero también el propio agua que albergan sirve para usos humanos como pesca, biodiversidad específica asociada, medicinas naturales, producción de sal entre otros. También servicios de regulación -aquellos que obtenemos de forma indirecta-, como retención de CO2 contribuyendo a paliar los efectos del cambio climático, regulación de avenidas, recarga de acuíferos, retención de sedimentos... Y también, finalmente, servicios de ámbito cultural -intangibles o no materiales-, como la educación ambiental, actividades recreativas o de ocio, identidad cultural, etc.

Aunque en los años 50 y 60 se salvó Doiñana, otros humedales no tuvieron esa suerte. El desarrollismo creía a pies juntitas que la eliminación de humedales permitía recuperar tierras baldías para la agricultura o para la construcción. Así, durante décadas se han perdido muchos humedales vitales para la biodiversidad y para la calidad de vida. Un ejemplo de esta mentalidad ha sido la Laguna de Los Tollos, ubicada entre Jerez de la Frontera y la localidad sevillana de El Cuervo. Esta laguna, considerada como la tercera en importancia de las existentes en la actualidad en Andalucía por su extensión y biodiversidad, ha sido el motivo de casi 30 años de lucha ecologista por salvarla tras ser víctima de una explotación minera desde 1976 hasta 1997. Tras una ardua campaña llevada a cabo por los ecologistas y varios colectivos ciudadanos, hace apneas unos años se inició su recuperación.

Andalucía es rica en humedales. Es la comunidad autónoma con más superficie y número de humedales protegidos de toda España. El trabajo iniciado en 2002 con el Plan Andaluz de Humedales ha permitido hacer un inventario de humedales de Andalucía que sigue creciendo desde su aprobación en el año 2004 catalogando nuevos humedales que tienen algún valora natural de interés. En paralelo, se han desarrollado programas para la conservación de especies amenazadas en los humedales como la espátula, la cerceta padilla, la fecha moruna o varias especies de anfibios, peces e invertebrados.

Ese inventario ha permitido proteger a los humedales más desprotegidos: pequeñas lagunas y charcas temporales, que son vitales también para muchas especies de anfibios que además de no reproducirse en los grandes humedales, necesitan estas manchas de agua temporales para lograr la conectividad entre sus poblaciones.