La clave es el factor humano

Residentes que se estrenan en el sistema y veteranos que han conocido las últimas tres décadas comparten vocación, críticas y propuestas

29 may 2016 / 00:00 h - Actualizado: 29 may 2016 / 12:35 h.
"Salud"
  • Las residentes Irene Esteve y Nuria González (izq.), departen con Vicente Fernández (centro) y el equipo del doctor Pastor (dcha.). / José Luis Montero
    Las residentes Irene Esteve y Nuria González (izq.), departen con Vicente Fernández (centro) y el equipo del doctor Pastor (dcha.). / José Luis Montero

Irene Esteve (25 años) acaba de conocer al equipo que durante los próximos cinco años será su segunda familia y hará de ella una flamante cardióloga. Es un equipo dirigido por el doctor Luis Pastor (62), miembro fundador del Hospital de Valme. Y lo forman desde el primer discípulo de Pastor –hoy un reputado especialista– hasta el enfermero Vicente Fernández (61), con 40 años de experiencia a sus espaldas, que comenzó siendo Auxiliar Técnico Universitario (ATS), pasó a ser diplomado en Enfermería (previo curso de la UNED en 1990 para convalidar el título) y hoy es graduado (ya de forma automática).

Pastor y Fernández son historia viva de la sanidad andaluza. La joven Irene, su futuro. Los tres forman parte de un presente en constante cambio ante las nuevas necesidades de una sociedad cada vez más longeva e informada y una medicina en continuo avance tecnológico y científico. Y los tres representan al elemento clave del sistema: el factor humano. O, en palabras del doctor Pastor, «esos ojos» en los que el enfermo «asustado» busca ayuda, respuestas, eficiencia pero con comprensión. En lo primero, los avances técnicos son muy útiles. Para lo segundo, no hay máquina que pueda sustituir a profesionales que para Pastor son «gestores del sufrimiento».

Médico y enfermero empezaron a trabajar en la sanidad andaluza cuando ésta dependía del Estado. Tras la transferencia de las competencias, en 1984, se convirtieron en personal de la Red de Asistencia Sanitaria de Andalucía (RASA) hasta la creación del SAS en 1986. «Salvo lo que aparecía en las nóminas, no afectó para nada y no creó inquietud. Al contrario, aunque se absorbió al personal del Insalud, los centros de las Universidades y los de las Diputaciones, se abrieron expectativas de empleo», recuerda Fernández. Desde que comenzó a trabajar, en 1976, ha pasado por el Hospital Reina Sofía de Córdoba, el Virgen del Rocío de Sevilla y desde 2004 ejerce en el Valme la profesión que eligió por admiración al «practicante» de su pueblo, La Puebla del Río, cuando «iba a poner la penicilina cada cuatro horas, incluso de madrugada».

Y es que si algo tienen en común veteranos y novata es su vocación por ayudar a los demás como base de su elección profesional. El doctor Pastor recuerda que se debatió entre la docencia y la medicina. Un «tío médico influyó muchísimo» para que se decantara por la segunda. Y desde el principio tuvo como objetivo «formar equipo». Hoy sigue defendiendo que esa filosofía, por encima de «individualismos y personalismos», es clave para avanzar e incluso para adaptar el sistema y asegurar su sostenibilidad, ahora que tanto se pone en cuestión. «La cultura de equipo manda más que un jefe», dice, y asegura que «las innovaciones del futuro más importantes no van a ser las tecnológicas sino las organizativas». Fernández reivindica que el papel que juega la enfermería, que ha pasado de ser muy técnica a dar una atención global del paciente y enseñarle autocuidados, también contribuirá a sostener el sistema.

El doctor Pastor, al igual que su nueva pupila Irene, estudió en la Hispalense –donde da clases desde hace 25 años–. Hizo el MIR en el Rocío. Entonces el Valme ni existía, aunque el edificio «se llevó años construido y cerrado» pendiente de que la Diputación se hiciera cargo. Justo el año en el que terminó, en 1982, se abrió. «Pero en principio iba a ser un hospital piloto y no estaba pensado para especialidades». Muchos de sus compañeros de promoción internistas fueron contratados, pero no había plazas de cardiólogo.

«Por hacer algo me pasé cuatro o cinco meses viniendo gratis a echarles una mano voluntariamente», recuerda. «Un día, dando vueltas por el hospital, vi en rayos un aparato para ecografías ginecológicas que tenía módulo para hacerlas bidimensionales, una herramienta que entonces no existía en Andalucía y permitía usarlo en cardiología. Eso no lo sabía hacer un internista, necesitaban un cardiólogo, y me hicieron un contrato», relata. A partir de ahí, contrataron a otros dos especialistas y empezaron a luchar por crear una Unidad de Cardiología en Valme y con ello su ansiado «equipo», que sigue creciendo con cada MIR que se forma allí.

Como a Irene, a todos les da una primera lección: que «miren a los ojos al paciente», que «anden siempre deprisa» por los pasillos y que no vayan riéndose «salvo con los propios pacientes» por «respeto» a quienes acuden sufriendo a un hospital. «Nunca podemos perder de vista la humanización en la atención», dice. Aunque ahora a los médicos les toque «gestionar un presupuesto cuando antes no entrábamos en presupuestos para nada».

La alumna recién llegada tiene claro que sus oportunidades labores son mucho peores que las de sus maestros, quienes reconocen que hoy hay más precariedad y menos estabilidad y, en Enfermería, demasiada «movilidad» y «menos proyección». De hecho, hasta sexto de carrera, Irene -nieta y hermana de médicos- pensaba especializarse en cirugía cardiovascular «pero hay que irse fuera».

«Cada año hay más gente estudiando Medicina y en el MIR van disminuyendo las plazas y si encuentras trabajo, las condiciones son malas», lamenta. El doctor Pastor admite que se pierde capital humano. «Muchos buenos líderes de equipos necesitan completar con la privada y entonces no te permiten ser jefe», explica.

Irene saca el tema de la pérdida de autoridad e incluso respeto al profesional. «Mi abuela aún se arregla para ir al médico y a una compañera de mi hermana el otro día la agredieron». Pastor alega que el paciente de hoy es más exigente y surgen conflictos, sobre todo en urgencias. En cambio Fernández cree que la figura del enfermero se ve más cercana.