La miel de ‘todo a cien’ contra la ‘miel de apicultor’

China invade el mercado de la miel en España aprovechando que el etiquetado confunde al consumidor al no indicar la procedencia del producto. Los apicultores locales son los principales perjudicados y, por extensión, los ecosistemas naturales

Ricardo Gamaza RicardoGamaza /
21 nov 2015 / 21:48 h - Actualizado: 21 nov 2015 / 21:50 h.
"Medio ambiente","Agroalimentación","Ecoperiodismo"
  • Fernando Morales, apicultor andaluz, revisa los panales de miel. / El Correo
    Fernando Morales, apicultor andaluz, revisa los panales de miel. / El Correo
  • Fernando Morales, del Aula de la miel de Hornachuelos. / El Correo
    Fernando Morales, del Aula de la miel de Hornachuelos. / El Correo
  • Miel elaborada y etiquetada en Hornachuelos.
    Miel elaborada y etiquetada en Hornachuelos.

«Si saco una cuchara de miel de este panal y te la doy a probar ¿tú que sientes?». La pregunta la hace Fernando Morales a los visitantes que acuden a su Aula de la miel en la cordobesa localidad de Hornachuelos. «No es sólo dulzor —aclara este apicultor de Sierra Morena—, tenéis que sentir que estás degustando todo el entorno que nos rodea». A través del gusto Fernando les explica a sus visitantes que cuando adquieren miel de un apicultor local están apoyando de manera activa la polinización de los entornos naturales donde se encuentran las colmenas. Tan claro lo tiene que en sus etiquetas incluye dibujos de linces y lobos ibéricos y águilas imperiales, las especies más emblemáticas de Sierra Morena, con una leyenda que reza: «Las abejas que han recolectado esta miel han ayudado a polinizar el hábitat del lince».

«Toda mi familia es apicultora», asegura Fernando. «Es un oficio que hemos aprendido de padres a hijos y que, ahora, como el trabajo está tan difícil, se ha convertido en la salida profesional de mis hijas también». Sus panales, repartidos entre Hornachuelos, Espiel y Villaviciosa, todos ellos dentro del Parque Natural de la Sierra de Hornachuelos, son la vía principal de ingresos familiar. «La sociedad tiene que saber que cuando compra miel de apicultor está ayudando no sólo a conservar el medio ambiente, sino que también están apoyando la creación y mantenimiento de empleo en las zonas rurales, evitando que los pueblos andaluces pierdan población».

El de Fernando Morales y su empresa familiar Moramiel es un ejemplo de los más de 130 que pueden encontrarse sólo en la sierra de Hornachuelos, donde se producen entre 500 y 600 toneladas de miel al año. Familias que tienen que luchar con pocos recursos económicos contra la invasión china de la miel. China, Argentina y otros países de fuera de las fronteras europeas, donde los criterios de calidad y salubridad de los productos no son tan estrictos como en Europa, están invadiendo desde hace años el mercado español. La vía de entrada la da una normativa que no obliga a decir la procedencia de la miel envasada. La Directiva 2014/63/UE permite etiquetar la miel mezclada indicando sólo al consumidor que se trata de una «mezcla de mieles no originarias de la UE» o «mezcla de mieles originarias y no originarias de la UE». Algo que parece que choca frontalmente con otra directiva europea, la 2000/13/CE que regula el etiquetado y que tiene como principios fundamentales que toda etiqueta «debe regirse por el imperativo de la información y la protección a los consumidores». Aunque las directivas europeas son de obligado cumplimiento para los países miembros, éstos pueden hacer una regulación que dé un paso más allá. Así lo hizo Italia, uno de los grandes productores de miel de la UE, que decidió en 2006 establecer por Ley la obligatoriedad de que las miel que se comercialice en su territorio indique la procedencia. Una medida tan simple y que ponía el foco en la información al consumidor ha hecho que China no mire al país de la bota para colocar su miel de dudosa procedencia.

En España, donde la normativa en vigor mantiene esa desinformación al consumidor, ha permitido a China pasar de las 3.294 toneladas importadas en el año 2007 a las 14.751 toneladas del año 2013. Y la cifra sigue subiendo. El precio de venta de la miel china, que ronda el euro por kilo, es muy sospechosa; al menos al compararla con la miel española, donde sólo los costes de producción oscilan entre los 3 y los 6 euros de media. ¿Cómo es posible que China produzca una miel tan barata? Probablemente porque adicionan glucosa, usan mieles que han podido tener contacto con pesticidas, metales pesados o antibióticos.

La miel de apicultores tiene otra textura, aroma, sabor y, por supuesto, propiedades. «Cada miel tiene un precio porque no todas las mieles son iguales», recalca Fernando Morales, que sentencia: «Pongamos como ejemplo otro producto sobre el que nadie tiene dudas: ¿es igual el jamón andaluz que el jamón chino?».

Pero encontrar miel de apicultores locales en las grandes superficies es casi una misión imposible. Casi todas son «mezclas de diferentes países». Con suerte el consumidor puede encontrar que esas mieles sean de procedencia europea, donde la calidad alimentaria alejada de focos de contaminación como pesticidas o metales pesados se toma más en serio.

Sin embargo, la opción ecológica y más sana no está disponible en la mayoría de las grandes cadenas: la miel de apicultor, que puede adquirirse en mercado locales o directamente a los apicultores. La compra por internet ha abierto una vía para que el consumidor logre esquivar la oferta monotemática de mezcla de mieles baratas de supermercados y compre directamente y sin intermediarios una miel que cumple además una función social, económica y ecológica.