La ‘revolución’ demográfica

En la década 1961-1970, se construyeron casi mil edificios más que en todo el primer medio siglo. Cómo evolucionó la forma de vivir en las localidades del alfoz de la ciudad

15 sep 2017 / 10:23 h - Actualizado: 15 sep 2017 / 15:09 h.
"Historia","Vivienda","Andalucía eterna"
  • Las nuevas barriadas que cambiaron la ciudad. / El Correo
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El desplazamiento residencial de ciudadanos con ocupación laboral en la capital hacia las localidades del alfoz frenaría el crecimiento del número de vecinos censados en la metrópolis, pero no el aumento real de la población efectiva, fija y flotante. Fueron las mejores comunicaciones por carreteras –casos de Dos Hermanas y el Aljarafe– y los precios más asequibles de las viviendas, junto con el espectacular aumento del parque de vehículos automóviles y motocicletas, los principales incentivos para vivir en el alfoz y trabajar en la capital.

En 1980, la ciudad resultante de los cambios urbanos y demográficos promovidos por la catástrofe del Tamarguillo, en 1961, era la antesala de las modificaciones trascendentales que traería consigo la Exposición Universal de 1992. Si en 1929, con motivo de la larga gestación de la Exposición Iberoamericana, la ciudad entró en el siglo XX, aunque con notable retraso, en 1992 la Exposición Universal la pondría con un pie en el año 2001. Pero entre las dos Exposiciones, por causa principal del Tamarguillo, la ciudad experimentó su más profunda metamorfosis urbana y residencial, con repercusiones socioeconómicas y políticas. En los ciento cuarenta y tres kilómetros cuadrados de extensión territorial del municipio, los diez distritos históricos ocupaban las siguientes superficies: distrito I (Feria), 2,00 kilómetros cuadrados; distrito II (Catedral), 2,30; distrito III (Triana), 8,97; distrito IV (Los Remedios), 14,07; distrito V (Sur-Heliópolis), 21,67; distrito VI (Nervión), 4,17; distrito VII (Juan XXIII), 3,47; distrito VIII (Torreblanca), 18,01; distrito IX (Polígono de San Pablo), 25,51; y distrito X (Macarena), 42,83 kilómetros cuadrados.

Por número de habitantes, los distritos se clasificaban del siguiente modo: Macarena, con 135.854 habitantes; Sur-Heliópolis, con 99.474; Polígono de San Pablo, con 84.909; Juan XXIII, con 80.783; Nervión, con 70.683; Triana, con 48.324; Los Remedios, con 45.057; Torreblanca, con 38.804; Feria, con 37.964; y Catedral, con 22.618 habitantes.

Los distritos con mayor densidad de población por kilómetros cuadrados, eran los números VII (Juan XXIII), con 23.280; I (Feria), con 18.982; y VI (Nervión), con 16.950 habitantes. Y los distritos con menor densidad de población, los números VIII (Torreblanca), con 2.155; X (Macarena), con 3.172; y IV (Los Remedios), con 3.202 habitantes por kilómetro cuadrado.

Los dos grandes parques urbanos, el de María Luisa (361.000 metros cuadrados) y el de los Príncipes (108.600), daban primacía a los distritos V (Sur-Heliópolis) y IV (Los Remedios) en zonas verdes. En total la ciudad disponía de poco más de un millón de metros cuadrados de zonas verdes, donde los dos grandes parques urbanos sumaban 469.600 metros cuadrados, seguidos por los jardines de barrios y grandes plazas (243.529 metros cuadrados) y plazas y jardines de inmuebles privados (297.270).

El censo de edificios destinados a viviendas familiares sumaba 40.692. De ellos, 11.127 sólo disponían de una planta, y 12.811, de dos plantas. Los edificios de tres plantas, eran 5.331; de cuatro plantas, 4.693; y de cinco plantas, 3.982. Con más de diez plantas sólo había 828 edificios censados. De todos los edificios disponibles (40.692), 462 estaban en estado ruinoso; 1.817, en mal estado de conservación; 6.326, presentaban defectos importantes que necesitaban rehabilitación; y 32.077 podían considerarse en buen estado. Del total de edificios citados, 10.611 estaban localizados en el casco antiguo.

Por época de construcción, 2.766 edificios estaban fechados antes de 1900; 7.449, entre 1900 y 1940; 3.346, entre 1941 y 1950; 7.770, entre 1951 y 1960; 11.640, entre 1961 y 1970; y 7.771, entre 1971 y 1980. Los datos confirman el enorme esfuerzo constructor realizado después de la catástrofe del Tamarguillo.

En la década 1961-1970, se construyeron casi mil edificios más que en todo el primer medio siglo [10.795 = 1900-1950 y 11.640 = 1961-1970].

Las generaciones nacidas durante los años sesenta en las nuevas barriadas, o llegadas muy jóvenes procedentes de los corrales en ruina, suburbios o refugios, difícilmente podrían comprender los hábitos sociales de sus padres, sus temores y esperanzas. Tener vivienda digna, médico y entierro asegurados había sido la obsesión de toda la vida de unas generaciones que nacieron y murieron sin contar con la cobertura social que ahora disfrutaba su descendencia.

De ahí las preocupaciones paternales por los comportamientos de algunos jóvenes que rechazaban el pasado identificándolo exclusivamente con el franquismo, sin tener en cuenta y valorar adecuadamente que, además de las indiscutibles aportaciones sociales del Régimen, estaban los enormes esfuerzos de sus padres y abuelos. Habían sido dos generaciones sacrificadas por las circunstancias de la postguerra, que lucharon con toda su alma hasta lograr para sus hijos el bienestar que ellos nunca disfrutaron. Y no era justo que tantos esfuerzos de padres y abuelos quedaran en el olvido. Menos aún, que hijos y nietos los infravaloraran, como si todo lo que ahora tenían hubiera caído del cielo.

Causaba pena en muchos padres y madres que sus hijos se les enfrentaran cuando recordaban el pasado, y que no quisieran saber nada de sus esfuerzos para criarlos y educarlos. El desprecio de parte de la juventud por el comportamiento de sus padres y abuelos, por las experiencias de vida que ellos podrían facilitarles, fue poco a poco condicionado la ruptura generacional.