Los lobos olvidados

Pese a estar en peligro crítico de extinción, la Junta de Andalucía no ha desarrollado ningún plan para proteger al lobo ibérico. Un documental realizado por la ONG Amigos del Lobo de Sierra Morena muestra la realidad de esta especie crucial

Ricardo Gamaza RicardoGamaza /
06 jun 2015 / 22:45 h - Actualizado: 06 jun 2015 / 22:45 h.
"Medio ambiente"
  • Los lobos olvidados
  • Fotografía de la caza de un lobo en un pueblo de Sierra Morena. / Archivo de Carlos Sanza Producciones / Ramiro Freire
    Fotografía de la caza de un lobo en un pueblo de Sierra Morena. / Archivo de Carlos Sanza Producciones / Ramiro Freire

Hubo un tiempo, no tan lejano, en el que el sur peninsular fue tierra de lobos. Perseguido por el hombre desde tiempo inmemorial, su legendario aullido dejó de oírse conforme el siglo XX avanzaba en comarcas que antaño gozaron de una gran tradición lobera. En Sierra Nevada el aullido del último lobo ibérico dejó de oírse en la década de 1910, y hacia 1920 desapareció también de la Sierra de Cazorla y en 1951 quedó confirmada la extinción del lobo ibérico en Doñana. En la actualidad, apenas unos cuantos ejemplares sobreviven a duras penas en las zonas más remotas que separan Andalucía de la meseta castellana, siendo su situación verdaderamente crítica.

De hecho, en 1999 se dataron 8 grupos familiares de lobo ibérico en Andalucía. Estaban diseminados y aislados en las provincias de Sevilla, Jaén y Córdoba. Desde entonces, gracias a una pasividad total de la Junta de Andalucía, de la presencia del lobo en la Comunidad Autónoma se sabe muy poco. La única hoja de ruta para evitar la extinción de esta especie la planteó en el año 2005 el Ministerio de Medio Ambiente en colaboración con la Junta de Andalucía aprobando la Estrategia Nacional para la Conservación y la Gestión del Lobo Ibérico. El objetivo era lograr 15 manadas, 150 individuos, en Sierra Morena. Pero ese documento se quedó en papel mojado. El lobo ibérico sigue caminando hacia la extinción en una Andalucía que solo tiene ojos para el lince ibérico y el águila imperial como especies singulares a las que quiere salvar de la extinción. Para el lobo ibérico no hay interés político.

Pero en la sociedad, ese territorio ignoto para los despachos de Moncloa y más aún de San Telmo, la imborrable huella del lobo sigue viva. La memoria colectiva de los habitantes de las zonas rurales recuerdan y mantienen en el imaginario colectivo al lobo. “Este mítico animal dejó una impronta que va más allá de su pura dimensión biológica, y su legado es aún perceptible a lo largo y ancho de nuestra tierra en forma de topónimos, leyendas, refranes, romances, supersticiones, vocablos, construcciones rurales u hondas prácticas pastoriles hoy en desuso”, explica Víctor Gutiérrez, director del documental Los ojos del lobo, producido para la ONG Amigos del Lobo de Sierra Morena y que está financiando mediante una campaña de mecenazgo en redes sociales (crowfunding). “Es una historia narrada desde el corazón a través de los ojos de personas de que convivieron con el lobo, y que ahora prestan su testimonio para que sus recuerdos no queden en el olvido”, explica el naturalista.

Los ojos del lobo es un documental que pretende salvar al lobo aunque sea en el recuerdo, a través de las vivencias de aquellas personas que convivieron con una especie mítica que también se encuentra al borde de la extinción en Sierra Morena. La producción audiovisual muestra al espectador la problemática ambiental y la Historia del Canis lupus signatus en el sur de la península ibérica, así como el legado cultural y aquellos elementos patrimoniales ya sean arquitectónicos, paisajísticos, pastoriles o antropológicos más señalados, que aún perduran en la Iberia meridional, y que deben su origen al lobo”, explica su director.

Narrado por la inconfundible voz de Ezequiel Martínez, este largometraje tiene un indudable interés pedagógico y educativo, pues ahonda en la necesaria coexistencia pacífica entre esta joya zoológica y el mundo rural a través de las palabras de algunos de los últimos portadores de una ancestral cultura lobiega llamada a desaparecer. “Los ojos del lobo es un grito desesperado en favor de la conservación de una especie clave en el equilibrio natural de los ecosistemas mediterráneos –amenazados por la superpoblación de herbívoros silvestres-, que además pone en valor un importantísimo legado cultural y patrimonial del todo desconocido y equiparable al de otros territorios del norte de España y Portugal”.

Los ojos del lobo se ha rodado en distintas localizaciones de Andalucía, Extremadura y Castilla-La Mancha. Se han grabado desvencijadas construcciones ganaderas de defensa frente al lobo en Antequera, la Sierra Norte de Sevilla, el sur de Badajoz o los montes de Andújar; vetustos chozos de pastores del valle del Alcudia; pozos y fosos loberos de las sierras de Madrona y Grazalema; bosques históricamente ligados al lobo de la desembocadura del Guadalquivir; escudos municipales almerienses y granadinos en los cuales aparece la especie; majestuosos toponímicos como el puente romano del Lobo (El Granado); poblaciones andaluzas que deben su nombre al Canis lupus, como la almeriense Villalobos; carlancas, cepos y chuzos loberos del valle de los Pedroches; o manifestaciones artísticas en forma de escultura como la Fuente de los Lobos de Huéneja (Granada) o la estatua del Lobo Negro de Fuente del Arco (Badajoz). Las imágenes de lobos, prácticamente imposibles en la actualidad, proceden del archivo de Carlos Sanz Producciones/Ramiro Freire y de las grabaciones efectuadas en el Centro de Educación Ambiental “La Dehesa” (Riópar).

Pero son pastores, cabreros, cazadores, guardas, pieleros, naturalistas y estudiosos de la especie los auténticos ojos del lobo los que nos transportan a través de sus palabras a tiempos pasados de romances y leyendas, de mastines y carlancas, de chozos y lobadas... de noches de tormenta en las que el lobo estaba siempre presente en todas las conversaciones al calor de una buena lumbre; toda una lección de vida, de generosidad y de sabiduría para las generaciones venideras.