Sostenibilidad y turismo, una fórmula posible

La facilidad para moverse de un lugar a otro en los últimos tiempos ha afectado a muchos paisajes, pero un turismo alternativo y equilibrado es viable

28 ago 2017 / 20:25 h - Actualizado: 28 ago 2017 / 22:36 h.
"Veraneando","Medio ambiente","Turismo"
  • La playa de El Palmar en Cádiz es uno de los mejores ejemplos de conservación de la costa. / El Correo
    La playa de El Palmar en Cádiz es uno de los mejores ejemplos de conservación de la costa. / El Correo
  • Concentración de ánades en una zona de dunas en el Parque Nacional de Doñana. / Efe
    Concentración de ánades en una zona de dunas en el Parque Nacional de Doñana. / Efe

No se puede negar que el turismo es una de las industrias más importantes en el mundo y uno de los motores fundamentales del sector económico andaluz. Según el barómetro del Organismo Mundial de Turismo, más de 1.200 millones de personas se trasladaron de su lugar de residencia a otros para una estancia corta en el pasado año. Traduciéndolo a cifras manejables, este sector emplea a uno de cada 11 trabajadores a escala mundial, y es capaz de generar alrededor del 11 por ciento del PIB de todo el mundo. Todos sacan partido de esta acción y, por tanto, ejercen una presión cada vez más extrema e intensa en su entorno. Pero, ¿cuál es el precio a pagar por el beneficio?

A pesar de sus ventajas, el turismo es una de las actividades que más consecuencias negativas trae al medio ambiente. Para empezar, contribuye al cambio climático, lo que principalmente se debe al impacto medioambiental de los desplazamientos, pero también deja una destacada –y nefasta– impronta en el entorno, tanto para los espacios naturales como para los habitantes de las áreas cercanas. Soledad Morales, profesora de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC, explica que «a medida que hemos ido tomando conciencia de estos efectos negativos de determinadas formas de turismo, conceptos como sostenibilidad y responsabilidad han ido ganando importancia».

La mayor demanda de este tipo de servicios hace que la masa turística se salga de los circuitos más transitados y busquen acercarse más a las comunidades locales y a la convivencia para vivir una experiencia más pura, lo que podría llamarse «más digna» de un viajero y no de un turista. Esto contribuye a que se tome conciencia de la necesidad de conservar las costumbres de estas comunidades y su entorno y, por lo tanto, de practicar un turismo más responsable.

En definitiva, se busca practicar un tipo de actividad que no ponga en riesgo a las futuras generaciones y a su entorno, es decir, que no solo sea respetuoso con el propio medio ambiente, sino también con el entramado social y económico de un lugar, así como el trato sensible de la multiculturalidad.

El caso de Andalucía

El consejero andaluz de turismo Francisco Javier Fernández se pronunció en favor de un nuevo modelo turístico en equilibrio con el medio natural y social durante su participación en el foro empresarial Lidera Málaga organizado por Diario Sur el pasado julio. Señaló que hay que ser cautos con las puntiagudas muestras de «turismofobia» en algunas zonas del país y pidió calma porque «es fácil demonizar al sector y difícil volverlo a levantar».

En Andalucía, el turismo deja alrededor de 19.200 millones de euros, un 13 por ciento del PIB andaluz, y emplea a más de 372.000 personas en toda la comunidad. Ante este gran volumen de trabajo y demanda, Fernández propone uan regulación del sector «controlando la capacidad de carga de los destinos, reduciendo la estacionalidad y trasladando los beneficios a nuestro mercado laboral y, en definitiva, a la sociedad».

La Junta de Andalucía aprobó el pasado año el nuevo Plan General de Turismo Sostenible de Andalucía Horizonte 2020 para abordar los retos a los que se enfrenta el turismo en los próximos años y consolidar el sector como pilar económico de la región, así como la generación de empleo de calidad.

El plan cuenta con un presupuesto de 420 millones de euros, que desde 2016 ya está contemplado en los Presupuestos de la Junta.

«Ahora el sector está preparado para enfrentar un nuevo desafío y es el mejor momento para renovar el marco estratégico y sentar las nuevas bases de futuro que permitan alcanzar la meta de nuevo plan general: consolidar el turismo como un sector estratégico, generador de empleo y motor de desarrollo», subrayó el consejero en la puesta en marcha del plan, que cuenta con ocho líneas de actuación y 30 programas. Concretamente, 17 programas de ellos, que suman una cantidad aportada para su ejecución cercana a los 288,3 millones de euros, es decir, 57,7 millones anuales, están estrechamente relacionados al impulso del tejido empresarial local con el impulso de las pymes.

Qué hacer como viajero

Fuera de la burocracia y la política, también el viajero tiene en su mano cambiar pequeños hábitos que contribuyen a mejorar la salud de los lugares que se pretenden visitar.

Para empezar, muchos son los destinos que ofertan paseos en bici y alquiler de ciclos para pasear por las zonas monumentales de las ciudades. De igual manera, cada lugar dispone de su propia infraestructura de transporte público que es recomendable utilizar para hacer un uso eficiente de energía.

Por otra parte, desde el sector se hace una firme invitación a que los viajeros consuman alimentos de temporada y de producción local y que compren productos en comercios locales. El apoyo a los comerciantes favorece la movilidad y crecimiento económico en el destino y permite aproximarse a la ciudad que se quiere conocer de una forma mucho más ligada a la tradición y el estilo de vida que le caracteriza.

Se recomienda también estar al tanto de las normativas de cada ciudad o país sobre temas clave para la convivencia con los vecinos como el consumo de alcohol en la calle, hasta qué hora está permitido cierto nivel de ruido y cuáles son los momentos del día destinados al descanso en cada cultura entre otras medidas.

Lo fundamental a la hora de viajar es que, independientemente de las leyes y normativas que regulen la cuestión turística, el ciudadano de a pie –sea local o visitante– tiene también poder para hacer sostenible un modelo humano de convivencia entre vecinos y foráneos que permita una regulación respetuosa y responsable del turismo.