Las padres y madres enseñan a que no se les suba a la cabeza

Testimonios de familias en las que hay un niño con altas capacidades

24 sep 2016 / 20:27 h - Actualizado: 25 sep 2016 / 08:27 h.
"Educación"
  • Fran (6 años) en la imagen de la izda. y Dani (11 años), en la dcha. / Pepo Herrera - El Correo
    Fran (6 años) en la imagen de la izda. y Dani (11 años), en la dcha. / Pepo Herrera - El Correo

Francisco L. Arévalo / Padre de Fran (6 años)

Desde «muy bebé» a Fran le gustaba jugar con las letras, construir palabras y «aprendió a leer solo casi cuando empezó a hablar», relata su padre. Por ello, estando aún en Infantil, con cuatro años, la profesora les llamó para decirles que su hijo «destacaba muchísimo y al siguiente curso, aún en Infantil, le hicieron las pruebas para detectar altas capacidades»
. Sacó entre 98 y un 99 por ciento en todos los ítems, desde creatividad a cálculo, ya que estas pruebas se basan en ejercicios y test pero también en observar qué hacen los niños en el patio de recreo o qué dibujan.

Fran resultó tener un coeficiente intelectual de 140 y «lo que más impresionó a la profesora no es sólo que supiera hacer las cosas sino que supiera explicarlas. El cubo de Rubick lo hace en dos minutos, se lo expliqué un día y al día siguiente ya sabía hacerlo. Un día lo llevó a clase, lo hizo y explicó los movimientos con los que lo hacía», relata el padre.

Aunque es a partir de Primaria, que Fran ha comenzado este curso, cuando tendrá un seguimiento individualizado del orientador de su colegio (un centro público en Nervión) y del equipo de la Delegación de Educación, ya el año pasado en el último curso de Infantil (en El Trébol), las profesoras le ponían tareas de libros de Primero cuando terminaba las fichas porque «el objetivo es que no se aburra y no pierda interés por aprender, que en su caso es máximo». Y es que por ejemplo en inglés decía que se aburría porque «llevaban una semana dando lo mismo y él ya se lo sabía».

Para este curso, el planteamiento de los profesores a los padres de Fran, siempre que el niño quiera y consultándolo con los progenitores, es incorporarle progresivamente contenidos de Segundo de Primaria e incluso que dé algunas clases con los alumnos de Segundo «siempre que él quiera», para que el próximo curso esté en Tercero. Francisco explica que «lo bueno de Fran es que se adapta bien y es un niño pequeño, normalmente estos niños socializan muy mal porque se hacen un mundo propio pero él es muy sociable, muy líder, por eso creen que no va a tener problema, pero siempre lo van a hacer poco a poco y si él quiere».

Una de las preocupaciones de las familias es los problemas de adaptación que salirse de la norma puede acarrear a estos niños. Francisco asegura que su hijo «nunca se ha sentido mal». «Los niños de El Trébol (su centro de Infantil) ya le llamaban el sabio, como el duende de los dibujitos Ben y Holly, pero no en plan mal, porque él ayuda mucho a sus compañeros cuando no entienden algo».

La familia es fundamental. «Él sabe que es más listo pero le hemos explicado que no se puede alardear porque otros niños tienen otras capacidades que él no tiene, y con el hermano pequeño también nos advirtieron que tengamos cuidado para que no se acompleje», explica. Francisco echa en falta más información para las familias y tener la posibilidad de elegir centros con programas especiales de actividades conjuntas para estos niños. También ve muy limitadas las becas del ministerio para apuntar a estos niños a actividades específicas que «son muy caras».

Patricia Chalvet / Madre de Dani (11 años)

La madre de Daniel, Patricia, se percató de que su hijo contaba con ciertas capacidades especiales cuando el niño pasó de largo una de las fases por la que pasa cualquier pequeño: «No le recuerdo balbucear, me llamó la atención la facilidad con la que aprendió a hablar sin equivocarse
. Yo le enseñé las letras y un día cuando yo estaba en la cocina fregando empezó a leer solo». No sólo era en castellano, las primeras palabras que aprendió en inglés en la guardería las pronunciaba con un acento asombroso. Ella admite que tampoco le dio una importancia excesiva puesto que al ser su primer hijo no tenía medida cercana con la que comparar: «A mí me decían que era muy listo, pero no le daba demasiada importancia». Daniel, de once años y en Sexto de Primaria, siempre ha tenido gran facilidad para aprender cosas, y hace un año pasó las pruebas en las que se le detectó niveles altos en Matemáticas, razonamiento verbal, lógico o creatividad, gestión perceptual o memoria entre otras. «Otro de los aspectos que me hizo pensar que podía tener alguna capacidad especial fue su comportamiento. Le costaba empatizar, no participaba en los juegos de los niños de su edad, no le llamaba la atención. Él lo que quería era aprender, siempre preguntaba mucho». En casa una de las cosas que recuerdan el interés que desde muy pequeño prestaba a los mapas y saber dónde estaban los países. Patricia también recuerda uno de las cosas que le dijeron cuando era muy pequeño: «Era un líder académico».

Desde que se le dectectaron las altas capacidades, Daniel participa en la elaboración de un periódico en su colegio de Cádiz, con otros niños que también tienen el mismo perfil que él. De momento, Patricia no ha recibido la sugerencia de que se salte algún curso o asignatura, aunque su tutor del año pasado no tenía reparos en extenderse con él en ciertas explicaciones. Lejos de provocarle problemas, Daniel ha sabido asumir muy bien ser un niño especial y esquivar de forma muy sabia que eso no le afecte en su convivencia con los compañeros: «Al ser un niño que no era un líder social, se dio cuenta que podía atraer a los demás y que se acercaran a él a través de su inteligencia. La usa siempre en favor de los demás, jamás ha menospreciado a nadie, en clase siempre se ha ofrecido a ayudar a los niños de su clase cuando acaba sus tareas».

Durante este curso va a continuar con la actividad extra del periódico y ahora está muy entusiasmado con unas clases de oratoria. «Le han hablado de unos talleres de debate que son para niños de Secundaria, pero parece que está muy interesado y le he dicho que hable con el profesor encargado para ver si puede integrarse».

El último día que tuvo clase de oratoria, cuenta su madre que el tutor les planteó un ejercicio en el que debían expresarse a través de la mímica a partir de dos situaciones distintas: la presencia de un ovni y la cercanía de un examen. «En vez de asustarse o mostrar temor, Dani expresó ansia por hacer el examen como si quisiera hacer más. Siempre demuestra que quiere aprender más y que es capaz de asumir las nuevas materias que se les plantean. Es muy exigente consigo mismo»