Un verano teñido de luto

Clientes del camping Doñana acuden a las instalaciones para recuperar sus pertenencias.

27 jun 2017 / 08:43 h - Actualizado: 27 jun 2017 / 09:19 h.
"Doñana","Incendio en Doñana"
  • Un verano teñido de luto

El suelo del entorno del Camping Doñana, en Mazagón, todavía desprende calor. Pero más arden la rabia y la impotencia de los inquilinos de este recinto, que el sábado vieron como se esfumaban sus vacaciones transformadas en humo. El olor a quemado sigue penetrando en el pecho. Muchos de ellos acudieron el lunes a las puertas de este conocido camping para intentar recuperar sus pertenencias, o lo que quedaban de ellas.

En sus ojos todavía se reflejaba el miedo que el sábado por la noche les obligó a abandonar su casa de vacaciones. Pasaba de la medianoche cuando la megafonía alertó a Macarena Lacruz, su marido y su hijo, quienes estaban recién desembarcados en el camping para pasar unos días libres. Pero el pánico de las llamas les llevó a recoger rápido algunos de sus enseres y volver a San Juan de Aznalfarache, donde viven. Lacruz y su marido intentaron acceder ayer al camping para recoger sus pertenencias. No les fue posible porque Bomberos y Guardia Civil impedían el paso, mientras intentaban calmar a los vecinos itinerantes que sólo querían salvar sus vehículos y objetos personales de cualquier nuevo conato de incendio. Aunque las llamas ya habían remitido, quedaban algunos puntos calientes, que corrían peligro de avivarse. Sí pudieron hacerlo a última hora del día.

Con ellos, otras familias esperaban desoladas. Es el caso de Rocío, de Palos de la Frontera. El viernes se instalaba en este camping para pasar 15 días de vacaciones con su marido y sus dos hijos, de ocho años y diez meses. El sábado estaban ayudando a otro campista a arreglar un colchón pinchado cuando recibieron la alerta de las llamas. Al contrario que otros, no salieron del recinto. Ante el avance de las llamas decidieron echarse a la playa, donde permanecieron hasta las 5.30 horas de la mañana. Pasada esa hora volvieron a su parcela, cogieron las cosas y se marcharon.

Las llamas no sólo han atrapado su caravana, también el resto de su vida, pues para esas dos semanas trasladó su hogar al camping. Y aunque la ropa de su hija o los juguetes que perecieron al fuego son parte de su preocupación, gran parte de su pena está en la angustia de su hijo pequeño cuando huían literalmente de las llamas, quien entre sueños gritaba «fuego, fuego». Rocío no puede evitar que se le caigan las lágrimas. Lleva ocho años yendo a este camping todos los fines de semana y veranos. En él está «la infancia» de su hijo.

Una de las grandes inquietudes del pequeño era que la Casa de la guasa (lugar emblemático de este camping) no hubiese ardido. Súplica que parece que atendió el viento. Se salvó de las llamas, como salía clamando otra de las afectadas a la que sí dejaron entrar a ver sus pertenencias al mediodía. La impotencia de ver arrasada su naturaleza se reflejaba en su llanto, al que le acompañaban promesas como «esto lo vamos a levantar de nuevo con nuestras manos».

Mientras, los efectivos aéreos del Plan Infoca seguían sofocando la zona con el agua que un hidroavión cogía de la piscina del camping, una de las pocas áreas que se libraron de las llamas. No como la simbólica entrada del recinto, a la que las llamas devoraron con ferocidad. Sólo queda la estructura metálica y la chapa del techo que resiste contra el viento con tal de no caerse. Como tampoco resistió el conocido como bar de los cristales, por sus paredes acristaladas, explicaban quienes lo habitan habitualmente.

A pesar del abatimiento general que se dejaba respirar en los alrededores de estas instalaciones, el objetivo es seguir adelante. Los propios administradores del camping mantienen informados a todas horas a sus huéspedes a través de su página de Facebook, ya que el fuego les ha dejado incomunicados por vía telefónica y sin internet, recordaba ayer uno de los empleados en la puerta de las instalaciones mientras intentaba tranquilizar a los clientes.

Desde el puesto de mando avanzado, levantado por el Infoca y ubicado en el polígono Los Pinos, hasta el camping Doñana hay diez kilómetros de distancia. Diez minutos en coche desoladores. En los que el paisaje se tiñe de luto. Un negro que todavía está candente, ya que al mediodía eran muchas las islas de vegetación humeante, que con un simple cambio de viento podrían complicar los trabajos de extinción.