China se vuelve vieja antes que rica

La política del hijo único, impulsada en 1979, deja una sociedad envejecida y un mercado laboral falto de mano de obra. Expertos en economía analizan los retos que se debe plantear el gigante asiático

15 dic 2015 / 19:23 h - Actualizado: 15 dic 2015 / 19:25 h.
"Economía"
  • Con la imposición del hijo único, las familias optaron por abortar o dar en adopción cuando lo que venía era una niña. / El Correo
    Con la imposición del hijo único, las familias optaron por abortar o dar en adopción cuando lo que venía era una niña. / El Correo
  • Un cartel de la República Popular en la que se anima a tener un solo hijo.
    Un cartel de la República Popular en la que se anima a tener un solo hijo.

El gigante asiático envejece. Con más de 1.364 millones de habitantes, según los datos de 2014 del Banco Mundial, China no sólo es el país más poblado de la Tierra, sino también uno de los más longevos. La razón: la política del hijo único que la República Popular China impuso a finales de los años 70 y que ha dejado una pirámide poblacional descompensada no solo en edad sino también en sexo.

Pero, ¿qué efectos tiene una población desequilibrada en China? La principal es la social. Según el Ministerio de Sanidad chino, desde que se instauró la norma hasta el año 2013 se evitaron 400 millones de nacimientos y provocado más de 300 millones de abortos. En China, a la hora de tener hijos la balanza se inclinaba hacia los varones por aquello de contar con una mano de obra fuerte y una persona que pudiera encargarse de la familia. De ahí que la norma contara con excepciones. En las zonas rurales, si el primer hijo era una niña, el matrimonio podía tener otro siempre que este fuera niño. Así, muchas familias que fueron agraciadas con una segunda hija se vieron forzadas al aborto o a darlas en adopción.

Sin embargo, hay un efecto con el que no contaban los impulsores de la norma: el económico. Restringir el crecimiento ha provocado que la población envejezca y que la reposición de mano de obra sea cada vez más difícil. Más si se tiene en cuenta que la población entre 16 y 59 años «lleva tres años consecutivos descendiendo», apunta el economista y experto en China, Rafael Galán, hasta situarse en los 916 millones de personas en esta franja de población. La caída de la población en edad de trabajar unida a que «la edad de jubilación en China es de 60 años en el caso de los hombres y 50 años para las mujeres, que alcanza hasta los 55 años si ellas trabajan en el sector público» suma años al mercado de los trabajadores. El panorama laboral se vuelve más incierto todavía si se tiene en cuenta que en la actualidad cerca del 10 por ciento de la población es mayor de 65 años, según datos de la Oficina Nacional de Estadísticas. Motivos por los que ya existen propuestas para aumentar la edad de jubilación en los próximos años paulatinamente hasta los 65 años, «lo que permitiría la entrada de 77 millones de personas en el mercado laboral, cifra que sería de 110 millones en 2035», explica el economista haciendo alusión a las estimaciones de Naciones Unidas.

Así, consciente de los efectos negativos que ha tenido la planificación familiar, el actual gobierno decidía ir más allá de la relajación que tiempo atrás se había adoptado con respecto a la política del hijo único y la abolió a finales de octubre de este año con el objetivo de atajar los problemas causados. Sin embargo, los expertos apuntan que la evolución económica no depende solo de la planificación familiar, y que esta, de causar efecto, lo hará en un largo plazo.

En este sentido, el profesor de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla y experto en Asia Contemporánea, Isidoro Romero, hace hincapié en que la economía china se enfrenta en la actualidad a diversos retos, y «el del envejecimiento es solo uno de ellos y no el más preocupante a corto y medio plazo». Para el docente, «las dificultades están más asociadas a la necesidad de modificar el modelo de crecimiento que ha sustentado el éxito espectacular de la economía china en las últimas décadas, pero que ahora muestra síntomas de agotamiento». Y recuerda aquello de que China se haría vieja antes que rica. Entonces, ¿hacia donde debe ir la reorientación? Hacia el mercado interno y el sector servicios.

Pero realizar este cambio no será tarea fácil. Según Galán, «estimular el consumo tiene mayor dificultad que realizar inversiones o favorecer exportaciones», dos factores que en las últimas décadas han liderado la actividad económica china. De ahí que el economista asegure que la eliminación de la política del hijo único «no tendrá a corto plazo un efecto significativo en el crecimiento chino, ya que la mayor parte viene por la inversión y no el consumo». De hecho, este solo representa un 36 por ciento del Producto Interior Bruto chino, según datos del Banco Mundial, «muy lejos del 60 por ciento de la media a nivel mundial».

Cabría preguntarse entonces si la población china responderá como debe a la medida. Los expertos se basan en experiencias anteriores. En 2013, el gobierno chino optó por relajar su planificación familiar al permitir a aquellas familias cuyos progenitores –primero los dos y luego uno– eran hijos únicos. Sin embargo, Galán se remite a los datos de la Comisión de Planificación Familiar, en los que se apunta que «entre los 11 millones de parejas que cumplen ese requisito, solo algo más de un millón solicitó tener un segundo hijo». Datos muy lejanos a las expectativas del gobierno y que auguran un efecto mínimo de la abolición de la política del hijo único.

Galán, más conocido en las redes sociales como Perpe, acude a los resultados obtenidos en zonas concretas. Doce meses después de que se relajaran las políticas de planificación familiar chinas, en Beijing, donde el poder adquisitivo es mayor que en las zonas rurales, «solo la décima parte de las parejas se acogieron a la nueva política». En otro de los grandes núcleos, como Shanghai, «la cifra es incluso inferior» y solo un 4,5 por ciento de las parejas solicitaron tener un segundo hijo.

De ahí que el banco ANZ apueste por ser aún más flexible, según Galán. La entidad se basa en los datos y apunta que si «con la liberalización anterior en la que uno de los padres es hijo único, se alcanzarían los 10 millones de recién nacidos en la próxima década, permitiendo dos o más niños, aumentaría hasta los 60 millones». Por tanto, según el economista, «combinando ambas medidas se podría mantener constante con relativa facilidad la población en edad de trabajar y, por tanto, el ratio de dependencia».

Aunque el creciente coste de la crianza es un freno para que las familias tengan un segundo hijo, según el profesor de Economía Aplicada de la Hispalense, la ausencia de límites en la natalidad china incentivará a su modo no solo el consumo, sino también el interés por parte de empresas de alimentación infantil en el gigante asiático. De hecho, cuando se conoció la decisión del Partido Comunista de eliminar la política del hijo único se disparó la cotización en bolsa de multinacionales como Danone, Nestlé o Johnson&Johnson. De igual modo lecheras de origen local, como Mengniu Dairy, también registraron sus mejores resultados en el parqué de Hong Kong. En este sentido, Galán sostiene que en las empresas relacionadas con la alimentación infantil o la educación «el efecto de la abolición será manifiesto, demandando cada vez la sociedad una mayor calidad, sobre todo en el caso de las empresas de alimentación después de los escándalos ocurridos con la leche infantil». El experto se refiere al escándalo de la leche para niños contaminada con melamina que afectó a más de 6.000 niños, la mayoría recién nacidos, en el año 2008. De ahí que el economista apunte que este nuevo concepto de planificación familiar sea «una gran oportunidad para las empresas, no solo chinas, sino también extranjeras, donde los controles de calidad son mayores».

Pero más allá de los efectos económicos, la abolición de la política del hijo único representa, a juicio de Romero, «un avance en el campo de los derechos humanos en un país en que se aplica una política de planificación familiar imperativa que los limita y que ha dado lugar a abortos forzados, abandono de niñas y un desequilibrio de género en la población china con una participación superior de varones»

¿CUÁNTO CUESTA LA CRIANZA?

Los expertos creen que la eliminación de la política del hijo único en China no tendrá el impacto deseado debido al elevado coste de criar a un niño. Así, según datos del National Bureau Stadistics, la crianza de un niño chino hasta los 12 años –en la que se incluye la educación– cuesta en torno a los 100.000 yuanes, unos 15.000 euros, cifra muy superior a la renta anual media de los hogares, que es cinco veces inferior, según Rafael Galán. No obstante, según las previsiones del BBVA Research, gran parte de los nuevos niños pertenecerán a la clase media, con familias con ingresos entre los 5.000 y los 40.000 dólares, hasta el punto de multiplicarse por más de cuatro en diez años hasta alcanzar los 250 millones de personas.