La muy futbolera ciudad de Sevilla

Sevilla y Betis cuentan con una masa social superior a los 80.000 abonados

25 abr 2016 / 13:05 h - Actualizado: 25 abr 2016 / 13:38 h.
"Real Betis","Sevilla FC","Aficiones"
  • Aficionados del Betis y el Sevilla, en el Villamarín durante el derbi de Copa que se jugó el pasado 6 de enero. / Paco Puentes (Efe)
    Aficionados del Betis y el Sevilla, en el Villamarín durante el derbi de Copa que se jugó el pasado 6 de enero. / Paco Puentes (Efe)
  • La afición del Betis en otros tiempos.
    La afición del Betis en otros tiempos.
  • La afición del Betis en otros tiempos.
    La afición del Betis en otros tiempos.
  • El gol de Dani en la final de Copa de 2005. / El Correo
    El gol de Dani en la final de Copa de 2005. / El Correo
  • Hinchada sevillista en la final de la Europa League de Varsovia.
    Hinchada sevillista en la final de la Europa League de Varsovia.
  • Celebración en Plaza Nueva.
    Celebración en Plaza Nueva.
  • Inauguración del Ramón Sánchez-Pizjuán en 1958.
    Inauguración del Ramón Sánchez-Pizjuán en 1958.

Sevilla es una de las ciudades con más tradición futbolera de toda España. Sus dos clubes señeros, Sevilla Fútbol Club y Real Betis Balompié, cuentan con una masa social que supera los 80.000 abonados y cada fin de semana cerca de 40.000 acuden de media al Ramón Sánchez-Pizjuán o al Benito Villamarín para presenciar las evoluciones de sus respectivos equipos. El último censo del INE de Sevilla capital contempla una población de 693.878 personas, la cuarta de España tras Madrid, Barcelona y Valencia. El área metropolitana acoge a 1,5 millones de habitantes en sus 46 municipios.

Un 5,3 por ciento de la población del área metropolitana de Sevilla está abonada a uno de los dos equipos señeros de la capital: el Betis es el quinto equipo de España esta temporada por número de socios, con 43.800 (solo superado por Barcelona, Real Madrid, Atlético y Athletic, según datos de la LFP) y el Sevilla FC es séptimo, con 38.000 (sexto es el Valencia con 39.251).

En Barcelona, por ejemplo, los socios del conjunto azulgrana (85.500) y el Espanyol (22.500) apenas suponen el 2,20 por ciento de la población del área metropolitana de la capital (de 4,9 millones de habitantes). Mientras que en Madrid ocurre algo similar y entre abonados del Real Madrid (64.500), Atlético (46.500), Rayo (10.000) y Getafe (7.000) apenas representan a un 1,96 por ciento del total del área metropolitana de la capital, de 6,5 millones de habitantes.

En la relación de número de asistentes al campo y población de la provincia solo el Athletic en Vizcaya (acude a San Mamés el 3,67 por ciento de la población) es capaz de atraer a tanta gente como hacen Betis o Sevilla semanalmente, aunque en Asturias, tras los ascensos de Sporting y Oviedo (a Segunda) se están superando esta campaña esas cifras.

En la relación asistentes/número de habitantes de la ciudad, la palma se la lleva sin duda alguna Villarreal, pues habitualmente acuden unos 17.500 aficionados al campo, en una ciudad que apenas cuenta con 51.000 habitantes (un 34,5 por ciento), aunque Eibar (con un 19,3 por ciento) no le va a la zaga. El Athletic y la Real reúnen habitualmente a un 12 por ciento de la población de Bilbao y San Sebastián, respectivamente, (los mismos porcentajes que Sevilla y Betis sumados), el Dépor a un 10 por ciento de coruñeses, el Sporting a un 8,5 por ciento de gijoneses y el Celta a un 7 por ciento de vigueses.

BETICISMO: EL ETERNO DEBATE SOBRE EL ‘MANQUEPIERDA’

El 31 de mayo de 1954, en un suplemento especial de la revista África Deportiva, el entonces presidente de la peña bética Puerta de la Carne, Bartolomé Sanz Esteban, hizo referencia a un himno de la asociación. Una de sus estrofas decía lo siguiente: ¡Ay!, Peña Bética, Peña la Puerta la Carne / qué acogedora tú eres, / que aunque pierda tu equipo / todos tus socios te quieren. La tercera línea es oficiosamente es el nacimiento del manquepierda, el lema asociado por los siglos de los siglos al Betis.

«No nos arrepentimos. Para nada. No es que no pase nada. A lo mejor te enfadas en el momento, pero después el que siente el Betis lucha por el Betis y no intenta hundirlo», refiere ahora, más de 60 años después, el actual presidente de la peña futbolística más antigua del país, Francisco Vidal. «Para que la afición del Betis se queje, tiene que ser que rebose la olla. Con lo que ha pasado en el club... Pero siempre ha estado a su lado. Quizá somos conformistas. En otros clubes no pasaría lo mismo que en el Betis, porque con la afición que tiene no es para verse donde se ve», añade a medio camino entre la queja y el orgullo.

El conformismo, la resignación o simplemente la costumbre de sufrir pueden ser excelentes argumentos para desentrañar esa especie de misterio que consiste en ser bético y pertenecer a una afición que se extiende más allá de Sevilla, de Andalucía y de España, con más de 400 peñas repartidas por todo el mundo, desde Estocolmo a Nueva York, desde Toulouse a Copenhague; que presume de ser la tercera más numerosa en... ¡Cataluña!; que es capaz de llenar estadios que no son el suyo en... ¡Segunda División!; o que en la categoría de plata es capaz de reunir más socios que el año anterior en Primera... ¡y en Europa! Y no es el clásico grande al uso que gana un título detrás de otro o que compite entre los mejores de Europa un año sí y otro también. No. El Betis cumplirá 109 años en septiembre y llegará a la efeméride con sólo tres grandes trofeos en su currículum: la Liga de 1935 y las Copas del Rey de 1977 y 2005.

El manquepierda es objeto de debate de un tiempo a esta parte, ahora que el Betis parece incapaz de salvar la enorme distancia que lo separa de su eterno rival. Diríase que el conformismo gana a la ambición en Heliópolis, pero ejemplos como el 15-J, cuando decenas de miles de béticos salieron a la calle para protestar contra la gestión de Manuel Ruiz de Lopera, contradicen ese tópico verdiblanco. «El manquepierda significa que el bético es bético esté en Primera o en Tercera y seguirá siendo bético y luchará por el Betis, pero todo cambia en esta vida. Quizá hay que reclamar más. Es que el Betis es tan complicado...», apostilla Vidal.

«Lo que tenemos es que somos conformistas. Siempre estamos ahí. Cuando peor nos va es cuando sacamos más nuestro beticismo y cuando ganamos no sacamos pecho. Eso no es bueno ni malo, aunque los jugadores saben que tienen un apoyo constante y quizá la exigencia no es la que debería ser», intenta explicar desde la otra punta del país Jesús Ríos, que durante muchos años dirigió la Coordinadora de Peñas del Betis en Cataluña. La novena provincia, la llaman. Más de 25 peñas verdiblancas en una tierra donde lo normal es ser del Barça...

«Es pura pasión, un sentimiento. Yo tengo dos hijos y tengo que luchar contra un gigante. También tienes que transmitir que te haces de un equipo que muchos años lucha en la zona de abajo. Pero que mis hijos me pregunten por Adán o Rubén Castro me llena mucho», reconoce Ríos. «Aquí hemos movilizado a centenares de aficionados para partidos de alevines y benjamines. Una vez vino el Betis de veteranos a jugar un torneo indoor en Moncada, los aficionados del Betis compramos todas las entradas y no hubo ni un seguidor del Barcelona en el pabellón», relata.

EL SEVILLISMO: EXIGENCIA Y FIDELIDAD

Una de las frases que mejor pueden definir el sentir sevillista la pronunció Carlos Salvador Bilardo allá por 1992 en La Coruña: «Los de colorado son los nuestros». Una sentencia que en aquel momento encerraba un enfado puntual por parte del célebre técnico argentino pero que esconde la idiosincrasia de una hinchada, la del Sevilla, siempre impregnada de un carácter rebelde con el poder establecido y tan suya que no le importa demasiado no caer excesivamente bien en varios puntos de la geografía española. «Para quererte ya estamos nosotros, Sevilla», apostilla hoy en día más de uno.

El caso es que el sevillismo ha evolucionado a la par que lo ha hecho el Sevilla en este siglo XXI. Si el descenso a Segunda de 1997 supuso una cura de humildad para un colectivo frustrado por décadas en las que vivió de la gloria del pasado, la irrupción del gran Sevilla a partir de 2006 –hace justo una década casi 4.000 sevillistas se plantaron en Gelsenkirchen, Alemania– resucitó el orgullo de ser sevillista, bastante alicaído. «Realmente el sevillismo sigue siendo igual. Yo recuerdo cuando iba de aficionado a la zona de Fondo, después de muchos años sin haber ganado nada, y la gente protestaba por eso», explica Ramón Somalo, presidente de la Federación de Peñas Sevillistas San Fernando

Lo que cuenta Somalo es una de las etiquetas más comentadas sobre el sevillismo: la exigencia. «Sí, somos exigentes y protestamos cuando creemos que hay que protestar, pero a la vez somos una afición que nunca falla, que siempre está cuando se le necesita y ese es uno de los secretos de la grandeza del Sevilla», asegura el consejero nervionense, que recuerda otro de los lemas de los aficionados: «Somos sevillistas hasta la muerte». Hay datos que atestiguan esa doble vertiente del sevillismo, capaz de ser muy crítica con el equipo tras meterse en una final de la Copa (2010) jugando mal y después tirar de donde casi no había para que 35.000 gargantas pidieran respeto en el Camp Nou en dicha final frente al Atlético, con mayoría de apoyos. Y ganó el Sevilla...

Una afición que de la mano de José María del Nido supo «pasar página respecto al localismo y crecer», recuerda Somalo, que presume orgulloso de las 285 peñas «con actividad comprobada» que acumula el club nervionense, «aunque realmente en el registro tenemos 320, pero queremos ser estrictos en eso». Si la exigencia es una de las caras de la moneda, la otra es la fidelidad, comprobada en un sinfín de ocasiones. Desde meter en el Ramón Sánchez-Pizjuán en 1997 a 71.114 espectadores para un partido contra el Rayo Vallecano, hasta llevar a Madrid (530 kilómetros) a 85.000 personas –según datos de la Policía capitalina– para la final de la Copa del Rey de 2007, un registro que todavía hoy es récord de desplazamiento en España. Pasando por momentos tan señalados como cuando muchos aficionados pusieron de su bolsillo mil pesetas para que el club pudiera fichar a Bertoni, internacional argentino; o cuando se pidió a los socios una aportación especial para cerrar del todo el graderío del Ramón Sánchez-Pizjuán.

El paso del tiempo ha permitido incorporar a la mujer como protagonista dentro del colectivo de aficionados. Cada vez más mujeres se hacen socias del Sevilla: casi 6.000 en la actualidad, cerca de un 14 por ciento. Incluso desde el propio club se desarrollan iniciativas destinadas a dar la oportunidad a los menos pudientes de disfrutar del gran Sevilla actual, como cuando en mayo pasado el club subvencionó parte del desplazamiento a la lejana Varsovia, o cuando puso autobuses gratuitos para ir a Barcelona en 2010. Ricos, pobres, españoles o extranjeros –cada vez son más las peñas fuera de España–: todos tienen cabida dentro de este Sevilla que proclamó su primer presidente oficial, José Luis Gallegos en, 1905: «Todos los hombres de cualquier nivel social, ideas religiosas o políticas tendrán aquí cabida».

LA DIFÍCIL TAREA DE SOBREVIVIR AL FÚTBOL

Tanta es la pasión por el fútbol en Sevilla que es difícil encontrar no ya ventanas, sino rendijas por las que puedan escapar haces de luz del foco principal hacia otros deportes. Es como la otra cara de la luna, allí hay que sobrevivir casi en la clandestinidad, como se pueda. Sevilla es polideportiva porque hay práctica de la mayoría de los deportes más reconocidos, con algunas especificidades. El problema es que cuando cerca de 80.000 personas se abonan a dos clubes, lograr socios en el resto de disciplinas es ya muy complicado, cuando contar con una masa social importante es condición sine qua non para poder competir en la élite.

El primer caso es el del Baloncesto Sevilla. Este año cumple su temporada número 28 en la Liga Endesa, donde hoy domingo va a disputar su partido 973, cifra que le coloca en el puesto noveno del ranking histórico. En estas casi tres décadas ha subsistido gracias al mecenazgo exclusivo de Caja San Fernando, luego Cajasol, Banca Cívica y ahora la Caixa, que dejará de ser propietario el próximo mes de junio, al concluir la temporada. A pesar de jugar dos finales de Liga, una de la Copa del Rey y otra de la Eurocup, de la que se cumplen precisamente ahora un lustro, no ha logrado consolidar una masa social importante. Cuenta con seguidores fieles pero no en los números que debería un club con esa trayectoria histórica en la cuarta ciudad por habitantes de España. Y ese hándicap le colocó al borde de la desaparición el pasado verano, una circunstancia que puede repetirse dentro de dos meses.

Hace unos años la revista Gigantes, publicación referente de baloncesto en España, ofrecía una información relativa a que Sevilla era una de las ciudades donde lograba mejores ventas. Las visitas de la selección española al San Pablo en los últimos años, que han sido muchas con el sevillano José Luis Sáez al frente de la Federación, se han contado por llenos absolutos, con un aforo que incluso llegó a ampliarse hasta cerca de 9.000 localidades. Sin embargo, los partidos del equipo de la ciudad, los partidos del Caja, a duras penas logran reunir a 4.000 aficionados.

La temporada pasada, cuando la propiedad de Jefferson Capital eliminó los pases de favor y las invitaciones, el San Pablo se colocó como el pabellón con menos asistencia de la liga, con 2.773 de media. El número de socios superó por poco los dos millares, cifra que se ha elevado ligeramente para este curso, cuando se han reactivado los convenios con clubes de la provincia, empresas y asociaciones con invitaciones o entradas a precio de promoción. En la 2015-16, Sevilla ocupa la posición número 15 de la Liga Endesa por asistencia de aficionados (4.377). Sólo Manresa, Andorra y Tenerife tienen menos aficionados en sus gradas. Valencia, una ciudad de un tamaño similar y con un club importante de fútbol, supera los 8.000 socios y roza las 9.000 personas de asistencia a la Fonteta.

Además del Baloncesto Sevilla, en la capital sólo hay otro club en la élite nacional: el Híspalis de tenis de mesa, que disputa la Superdivisión masculina; el Cajasol de voley, de la Superliga masculina, está asentado en Dos Hermanas, como el equipo de Waterpolo femenino. En La Rinconada está el Soderinsa de bádminton en División de Honor y en Mairena del Aljarafe el Natación Mairena, con sus dos equipos en la primera categoría.