Cómo sonreír tras un año en blanco y negro

El meta Fermín es una de las piezas claves del nuevo Écija Balompié. Ante el Arcos enterró la sombra de 15 meses inactivo. Convive con Marrufo

01 sep 2015 / 11:42 h - Actualizado: 01 sep 2015 / 11:45 h.
"Tercera División","Écija Balompié"
  • El meta astigitano Fermín celebra el 0-2 de Ezequiel Lamarca. / Lucena Hoy
    El meta astigitano Fermín celebra el 0-2 de Ezequiel Lamarca. / Lucena Hoy

Fermín Sánchez García (Albaida del Aljarafe, 2 de octubre de 1992) es, por méritos propios, uno de los referentes del nuevo Écija Balompié de Juan Carlos Gómez. El arquero aljarafeño recaló en el plantel de San Pablo después de enterrar la incómoda sombra de 15 meses inactivo a causa de una grave lesión de hombro. Aquella dolencia sucedió en el último entrenamiento semanal de la cuarta jornada de Liga de la anterior temporada en el grupo IV de Segunda División B. Por aquel entonces era el cancerbero de La Hoya Lorca. «Fue muy duro», admite. El informe clínico fue demoledor para el futuro inmediato de un chico que vivía la primera experiencia lejos de su hogar con sólo 21 años en el DNI. «Me rompí los manguitos rotadores del hombro izquierdo y la cápsula quedó afectada», dice.

La Hoya Lorca, donde aún no había ni debutado, pagó la intervención quirúrgica y la costosa rehabilitación. El guardameta albaidejo grabó a fuego en su cuaderno la temporada 2015-16. El objetivo era reaparecer con seguridad. Después de recibir varias propuestas, Fermín optó por aceptar la oferta del Écija Balompié, con el que se consagró en el Ciudad de Lucena. El arquero astigitano amargó a los atacantes aracelitanos el día en el que los hombres de Juan Carlos Gómez reafirmaron su firme condición de aspirantes a la zona alta.

Su excelente relación con el entrenador de porteros, José Francisco Fernández, que le espetó un elocuente «ya ha llegado el día, disfruta» minutos antes de debutar ante el Arcos, ha facilitado su adaptación a un bloque en el que se ha ganado a pulso el rol de fundamental. Mientras sueña con reverdecer los viejos laureles del Écija, Fermín pasea junto a su inseparable Marrufo, su compañero de piso, por las calles de la Ciudad del Sol. «Me gusta estar aquí», ensalza con una sonrisa socarrona. La felicidad de un tipo que vive a color 15 meses después.