Cuando Sevilla se llenó de Esperanza

Capitanía acoge el estreno de la película de Valera sobre el cincuentenario de la coronación

16 jun 2015 / 23:01 h - Actualizado: 17 jun 2015 / 10:39 h.
"Cine","Madrugá","La Macarena"
  • La película se estrenó ayer, en doble sesión, en el salón de actos de Capitanía General. / José Luis Montero
    La película se estrenó ayer, en doble sesión, en el salón de actos de Capitanía General. / José Luis Montero

No podía haber mejor broche para los grandiosos fastos del cincuentenario de la coronación de la Macarena que esta cuidada joya audiovisual. El coqueto salón de actos de Capitanía General se llenó este martes de lágrimas, las del inevitable sollozo de emoción que provocan las bellísimas imágenes de la película Crónica de la coronación, Cincuenta años de una época, con la que debuta como director Carlos Valera. Más de 120 horas grabación de los fastos de hace un año han sido condensadas en 125 minutos de alta tensión emocional. Pero la cinta estrenada ayer es algo más que una recopilación de momentos estelares de las bodas de oro de tan relevante acontecimiento en la historia de la hermandad. La película se retrotrae a la coronación popular de la Macarena de 1913 para explicar la génesis de una idea que siempre había rondado la mente de los macarenos y que no terminó de fraguar hasta el año 1964. Valera ha dado protagonismo a los macarenos que vivieron en primera persona aquella coronación y las celebraciones de su cincuentenario para contar una historia que, en la voz de sus protagonistas, va saltando del año 1964 al 2014. Dos historias paralelas que no necesitan más guión que el de las vivencias y los sentimientos de los que estuvieron más cerca de Ella en esos días.

El arzobispo Asenjo, el cardenal Amigo, el exalcalde Juan Ignacio Zoido, el hermano mayor Manuel García, el periodista Carlos colón, los pregoneros Fernando Cano-Romero y Joaquín Caro Romero, la madrina de la coronación en representación de las Hermanas de la Cruz, Inmaculada Rodríguez, el actual propietario de la Joyería Reyes, donde se labró la corona, la hermana número 1 de la hermandad, Mercedes Alba, el capataz Antonio Santiago, y así hasta una treintena de protagonistas desfilan ante la cámara para aportar sus testimonios en torno a lo sucedido en 1964 y a lo vivido hace ahora un año.

La película arranca con una prodigiosa Salve cantanda por Manuel Lombo sobre una sucesión de fotografías en blanco y negro de la Virgen de la Esperanza, ya sea sobre el paso de Ysaura, bajo el que ahora es propiedad de la Estrella, o en sus históricas visitas al antiguo hospital de las Cinco Llagas.

Antes que Roma reconociese la universal devoción a la Virgen de la Esperanza con la distinción de su coronación canónica, ya el pueblo de Sevilla y su barrio de la Macarena habían impulsado su coronación popular en 1913. La singularidad de la corona que le diseñó Rodríguez Ojeda –la primera que no era cincelada, ni repujada, sino hecha a base de buril– y los esfuerzos del pueblo de Sevilla por recuperar, durante los primeros años de la guerra civil, esa presea de oro que había sido ofrecida al Estado para financiar la contienda, son también algunas de las historias, quizás menos conocidas, en las que repara la película. La cinta incluye imágenes inéditas de la coronación grabadas por un hermano, las únicas que se conservan en color de tan magno acontecimiento. Y gracias a los testimonios que aparecen en el filme es posible refrescar algunas anécdotas que quedaron para la historia, como la de que el manto de la coronación, presupuestado en «un millón quinientas mil pesetas», y que se estrenó inacabado, fue traslado hasta la Catedral desde el taller de Elena Caro sobre la baca de un taxi.

Pero son, sin duda, las imágenes de esa semana irrepetible de mayo de hace un año –cuando la Macarena vivió por unos días en el corazón de la ciudad– las que marcan el cénit emocional de la película. Primero con su triunfal traslado a la Catedral, luego durante los tres gloriosos días en que la Esperanza permaneció en besamanos en el Sagrario, más tarde con la misa estacional en la Plaza de España, con el parque de María Luisa rendido a sus plantas y, por último, con el siempre anhelado, por sus vecinos, regreso a casa. Lo dice Carlos Colón en la película: «Sólo por que la Macarena vive en Sevilla, vale la pena vivir en Sevilla y sólo por que la Macarena existe, vale la pena vivir...».