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«A mí me ha ocurrido lo que al protagonista»

Los autores sevillanos que han protagonizado la Feria del Libro recuerdan las anécdotas de sus encuentros con lectores

13 may 2018 / 18:54 h - Actualizado: 14 may 2018 / 11:28 h.
"Literatura","Feria del libro 2018"
  • Francisco Gallardo, firmando ejemplares de su última novela en un expositor de la FLS. / El Correo
    Francisco Gallardo, firmando ejemplares de su última novela en un expositor de la FLS. / El Correo
  • Elena Marqués posa junto a su nueva novela en la Feria del Libro. / El Correo
    Elena Marqués posa junto a su nueva novela en la Feria del Libro. / El Correo

{¿Momento de vanidad, o la hora de descubrir que uno no es un fenómeno de masas? ¿El punto de encuentros felices, o la toma de conciencia de que se publica demasiado?. Sea como fuere, las formas en las ferias del libro son toda una experiencia para los escritores, una ocasión para encontrar lectores insospechados o descubrir el rostro de quienes los siguen desde hace tiempo, pero también una fuente inagotable de anécdotas.

A veces, estos encuentros cobran aspectos verdaderamente extraordinarios. «Una lectora que me pide que le firme un ejemplar de mi última novela, Áspera seda de la muerte». relata el sevillano Francisco Gallardo, que acaba de publicar dicho título tras ganar el XXi premio de novela Ciudad de Badajoz. «A mí me ha ocurrido lo mismo que la protagonista, me dice. Es la autora de Morir o crecer, que firma con el seudónimo de Michel Ada donde cuenta su experiencia de malos tratos. Me lo dice con una espléndida sonrisa. A base de mucho dolor y con la escritura parece estar superando la situación. Ni que decir tiene que ya he buscado el libro por Internet. Lo he pedido y estoy deseando que me llegue para leerlo», añade el escritor.

Rosario Troncoso, gaditana pero habitual de la Feria del Libro de Sevilla, también está experimentada en estas lides, pero en esta ocasión recuerda un caso de desencuentro con los lectores, o mejor dicho, con un lector. «Un hombre que todos los años venía a que yo le firmara, pero el año pasado no me acordaba de su nombre, y se cogió un mosqueo monumental. No quiso que le firmara el libro que me traía, y se marchó sin más».

«Ese mismo hombre vino a posteriori a varias presentaciones mías, se disculpó y me trajo el libro que no había querido que le firmara», prosigue Troncoso. «Me perdonó el despiste, pero soy muy mala con las caras y me resulta imposible recordar los nombres de unos y otros, con tanta gente... Me pongo en el lugar de los autores famosos de verdad, no sé cómo hacen en su vida diaria para que la gente no se les cabree», apostilla la poeta, que acaba de publicar Nuestra orilla salvaje.

«Las firmas de libros en la Feria son una verdadera medicina para el escritor, una sana cura de humildad y un interesante descenso de posibles visiones elevadas sobre lo que implica escribir un libro y defenderlo ante el lector», comenta el sevillano Daniel Ruiz, que este año ha firmado un buen montón de ejemplares de su nueva obra, Maleza. «Este año, en la Feria, tuve los malentendidos habituales: considerar que yo era el librero, y que, por tanto, podía darle pistas al visitante sobre el mejor ensayo sobre templarios publicado en español. Pero lo más divertido fue cuando una mujer quería convencer a su madre anciana de que comprara un libro en la Feria, por la que estaba de paso. La hija estaba dispuesto a comprárselo, y la casualidad quiso que se encontraran con el libro que yo firmaba. A petición de la hija, tuve que glosar las bondades de Maleza, su argumento, la profundidad de los personajes, el drama humano de las historias, aun a sabiendas de que había pocos libros que pudieran interesarle menos que el mío. Al final, me sorprendí a mí mismo por mi capacidad comercial: la mujer se llevó a casa el libro, convencida de que podría gustarle. Por suerte, ya no puede volver a la Feria para que le devuelva el dinero», agrega.

Por su parte, la también sevillana Elena Marqués, que acaba de publicar El juego de la invención, cuenta que a veces esto de firmar puede suponer una cierta presión: «Tenía concertadas tres citas para firmar. El domingo 6 a las 18.30, tenía mi primer encuentro con los lectores. Por un problema posterior, me pospusieron a las 19.00 las firmas. Yo tenía a continuación que presentar a José de María Romero Barea en la sala Apeadero, a las 20.00, y eso me provocaba un poco de estrés, así que desobedecí y me acerqué a la hora acordada al principio. Estuve firmando Año sabático con el ojo puesto en el reloj para no llegar tarde», recuerda.

«Con esto quiero decir que he terminado firmando ejemplares de mis libros más bien a la hora que se ha terciado. Se han acercado a mí en momentos distintos y les he dedicado los libros. Porque ya el jueves estaba en la feria mi última novela, El juego de la invención, y hoy mismo [por ayer], mientras firmaba ejemplares a mediodía de Oriens el Bicho, una obra juvenil en Isla de Papel he dedicado alguna que otra novela», concluye la autora.

Por último, Victoria León, que firmó ejemplares de su libro Insomnios, explica que esta vez no le pasó nada extraordinario. «No caigo en nada de particular que me sucediera, más allá del hecho asombroso de que se acercaran perfectos desconocidos a comprar mi libro, claro. En cualquier caso, lo dejo a modo de reflexión, me gustaría ver alguna vez a traductores firmando en los stands de las ferias españolas, igual que cada vez encontramos a más ilustradores haciéndolo, por ejemplo. Sería una señal de que labor empieza a considerarse como se merece tanto dentro del mundo del libro como por parte de los lectores», reivindica.