¡A por el sexto!

El Festival Turina volvió a tener el acierto de celebrar su clausura en el precioso y cada vez menos desconocido salón de actos de Capitanía General

14 sep 2015 / 14:19 h - Actualizado: 14 sep 2015 / 14:20 h.
"Música"

FESTIVAL TURINA ***

5º Festival Internacional de Música de Cámara Joaquín Turina.

Isa Gericke, soprano. Nicolas Dautricourt, Esther Hoppe, Kristof Baráti, Antonio Viñuales, violín. Yura Lee y Almudena Arribas, viola. Gary Hoffman, Dan Styffe e István Vardái, cello. Benedicte Palko, Aleksandar Mazdar y Beng Forsberg, piano. Programa: Cuarteto para cuerda y piano Op. 67, de Turina; 3 Canciones para voz, piano y viola, de Bridge; Fantasía de Carmen, de Milone; Quinteto para cuerda y piano “La trucha” D667, de Schubert; Canción de Marietta de “La ciudad muerta”, de Korngold. Capitanía General, domingo 13 septiembre 2015

El Festival Turina volvió a tener el acierto de celebrar su clausura en el precioso y cada vez menos desconocido salón de actos de Capitanía General, una coqueta bombonera con una espectacular vidriera en el techo y motivos decorativos entre clásicos y modernistas, que Benedicte Palko consigue cada dos años que se abra al público melómano de Sevilla. Otro mérito de la directora del festival es su excepcional y delicadísimo pianismo, lo que nos hace preguntarnos por qué no se prodiga más como concertista en la ciudad que la acoge.

Sobre el escenario la plana mayor de los estupendos artistas reunidos en esta especie de convivencia bianual generosa en proyectos y talleres. En los atriles el Cuarteto Op. 67 de Turina, con su estilo rapsódico enriquecido por el ensoñador toque de Gary Hoffman, mientras el melódico violín de Dautricourt captó la esencia y sensualidad de la pieza. Isa Gericke exhibió sensibilidad y elegancia en el fraseo con su melancólica interpretación de las canciones de Frank Bridge, elocuentemente acompañada por la viola de la joven Almudena Arribas. Otra cosa fue la Fantasía de Carmen perpetrada sin gusto ni ingenio por el británico Julian Milone y que sólo sirvió para lucimiento virtuosístico de los cuatro violines convocados, muy especialmente el de Esther Hoppe.

En la segunda parte un Quinteto La Trucha de Schubert tan luminoso y desenfadado que sus tres cuartos de hora pasaron en un suspiro. Su aire de divertimento quedó tan bien captado, su ritmo perfectamente marcado por la cuerda y las aportaciones heroicas y enérgicas de Mazdar al piano, que sedujo de inmediato al público presente. Un significativo adiós con esperanza de reencuentro coronó el festival por medio del Aria de Marietta de La ciudad desnuda de Korngold, en una adaptación camerística de Bernt Forsberg que Gericke y los instrumentistas bordaron con emoción y elegancia. Clausurada la quinta edición, ¡a por la sexta!