«A Sevilla lo que le falta es no tener miedo»

Delimbo. Cuando peor le iba al arte, Laura Calvarro y Seleka crearon la galería en la que creían, y ahora son un referente internacional. Saber lo que se quiere y no parar hasta lograrlo es, dicen, una modalidad de suerte

09 dic 2016 / 20:21 h - Actualizado: 11 dic 2016 / 08:48 h.
"Arte","Arte al alcance de la mano"
  • Laura Calvarro y Seleka posan juntos para el fotógrafo en los instantes previos a esta entrevista, desarrollada en la galería Delimbo, en la calle Pérez Galdós. / Fotos: Manuel Gómez
    Laura Calvarro y Seleka posan juntos para el fotógrafo en los instantes previos a esta entrevista, desarrollada en la galería Delimbo, en la calle Pérez Galdós. / Fotos: Manuel Gómez

Los dos provenían del arte. Laura Calvarro, que entonces estaba terminando en Sevilla su licenciatura en Bellas Artes, tenía el vínculo por genética y por afición. Para entonces, Seleka llevaba ya diez años pintando en la calle. «Y hubo un día en que nos encontramos». Ese día, ellos aún ignoraban que estaban creando Delimbo. Lo único que sabían es que la vida es demasiado intensa, bella, rara, escurridiza y deslumbrante como para servírsela en bandeja con una manzana en la boca a una nómina mensual.

Hace ya diez años de eso (Seleka barrunta que algunos más). Explicado por Laura, el asunto queda en que «Delimbo nació hace diez años, pero hasta llegar a Delimbo, que lleva cinco años, hemos tenido cinco años previos con el mismo concepto, pero en otros espacios y con otro nombre. Primero estuvimos en Doña María Coronel y luego en Pasaje Mallol, pero claro, ha evolucionado mucho igual que esperamos que siga evolucionando de aquí en adelante. Es un proyecto en continua mutación, lo que pasa es que sí es verdad que las fases cada día están más asentadas y más establecidas. Tenemos muy clara nuestra identidad, tenemos muy claro lo que queremos hacer. Y lo que no queremos hacer. ¿Y qué somos? Somos una galería y hacemos lo que nos gusta. Lo que nos mueve es la pasión. No trabajamos ni por dinero ni por nada de eso. Principalmente nos dedicamos al arte urbano, que es una de las cosas que la gente al principio tardó en entender pero a día de hoy es lo que ha marcado nuestra identidad y es lo que ha generado el respeto de entendidos y no en la materia, porque no hay nada como mantener una línea y ser fiel a ella. Y Delimbo aparte es productora de eventos, tenemos una tienda, hacemos muchas cosas pero todo girando alrededor de la galería. La galería es el motor».

La tienda fue la que los ayudó a tirar para adelante en los tiempos más duros. Pero sobre todo, lo que los hizo quienes hoy son fue su determinación de serlo. «No creemos en el modelo antiguo de galería», precisa Seleka. «De hecho, gracias a que no somos ese modelo antiguo de galería, estamos. Porque nosotros abrimos justo cuando todo estaba cerrando. Cuando más sufría la cultura, estaba naciendo nuestro proyecto. Los primeros años hicimos malabares para que esto existiera. Todo tipo de producciones relacionadas siempre con la cultura: arte, música, pintura, diseño gráfico, imágenes de proyectos, campañas de marketing...». «Lo seguimos haciendo», apunta Laura, «lo que pasa es que el filtro es cada vez mayor. Muchos restaurantes de Sevilla tienen diseño de Seleka, músicos, la Bienal de Flamenco 2010... Proviniendo de donde proveníamos, no podíamos hacer otra cosa. Además, somos personas inquietas. Si no estuviese este proyecto estaría otro».

Y a todo esto, en Sevilla. Que no es asunto menor. «Sevilla no es ciudad para el arte. Hay mucha acogida, pero...», y Seleka arquea sus cejas de impotencia tras los puntos suspensivos. «Lo bueno que tiene la ciudad», matiza Laura, «es que hay un proceso de reeducación superimportante sobre todo en las nuevas generaciones». Además, «como bien nos dijo un artista y amigo, lo bueno que tiene es que por aquí pasa todo el mundo. Y es verdad. Nosotros vendemos a nivel internacional y muchos han venido físicamente». Para él, que asiente a lo que escucha de los labios de Laura, «Sevilla históricamente es una ciudad que ha absorbido todas las culturas y las hemos hecho nuestras. Sevilla no es lugar para el arte en el sentido de que hay personas que podrían invertir en arte contemporáneo, apoyar a artistas jóvenes, por supuesto, y no se gastan el dinero en eso. Se lo gastan en lo que todos sabemos: Semana Santa, Rocío, Feria y caprichos varios». Es, por otra parte, el plato fuerte de lo que se está fomentando de cara al turismo. «¿Habrá artistas jóvenes que en los que puedas invertir, apoyar su carrera y comprar obras por un dinero irrisorio y cuyo trabajo es bueno? Infinidad. ¿Hay ese interés? No».

Laura Calvarro consiente en que, si sirve de consuelo, «lo está empezando a haber. Pero claro, esto no es Francia. Allí ves que la gente tiene una conciencia del arte y de que ellos mismos son mecenas, cada uno en su pequeña parcela. El 50 por ciento de nuestros clientes, de hecho, son franceses. Porque no hace falta explicarles nada». Entre ellos, gente joven que se gasta su dinero, hasta donde puede cada uno, en arte. Aquí eso no pasa tanto, más por falta de conciencia que de fondos: «Falta ese nivel de educación», explica Seleka, «A Sevilla lo que le falta es no tener miedo, romper la barrera de entrar en la galería, preguntar cuánto cuestan las cosas, si te las pueden financiar y darte cuenta de que puedes, de que todo el mundo puede comprar arte si quiere, y no solo en Delimbo. En cualquier galería de Sevilla».

Escogieron el local de la calle Pérez Galdós porque querían estar en la zona de la nueva Encarnación, que se olían que sería el nuevo centro de la ciudad. «Nos han llegado a decir que esto fue la oficina de Espiau, de quien hizo este edificio», cuenta Seleka, «y dicen que esto fue su oficina. Después fue almacén de plátanos que iban al mercado de la Encarnación, después ha sido grandes almacenes, después un cibercafé, después el estudio del pintor Abraham Lacalle y después nosotros. Tiene mucha energía el sitio. Nos lo dicen los artistas». Laura lo tiene claro: «De esta localización no nos moveríamos pero sí que creceríamos hacia otros sitios. Por ejemplo, compartiendo espacio en otras ciudades con otras galerías, dividiéndonos los meses... creemos que puede haber otros modelos que se pueden ajustar a lo nuestro».

Les gusta la imagen que emiten. Y les gusta no estar solos en eso. El mundo del arte en Sevilla está lleno de amigos que comparten esa inquietud, esas ganas. «La gente que le está dando una nueva cara a Sevilla somos una generación. Estamos conectados y nos apoyamos los unos a los otros», dice Seleka. Traen a artistas punteros, promueven el turismo... y han abierto el fuego de la venta por internet con buenos resultados, dicen.

«Cuando empezamos, a ella le iba superbien y a mí me iba superbien como artistas, y pensábamos que como era así íbamos a abrir una galería e iba a ser llegar y pegar. Y no, Porque los coleccionistas serios no te empiezan a comprar. Nosotros tenemos un coleccionista muy bueno que un día nos llamó y nos dijo: Llevo años siguiendo vuestra pista y voy a empezar a comprar porque veo que lo estáis haciendo muy bien». Es una de las rarezas del mercado del arte. «Los coleccionistas», interviene Laura Calvarro, «no compran solo tu obra, ellos necesitan que tu proyecto sea real. No pueden comprarte una obra y que cierres al año, porque entonces es como que la inversión...». Es, como señala Seleka, esa «parte de esnobismo» que tiene el coleccionismo de arte. «Tiene otra parte, también: que quien compra arte a un cierto precio hace una inversión, y quiere estar seguro de que esa inversión será buena. Incluso quien compra poco quiere saber que donde compra le están dando un sello de calidad. Hay gente que prefiere comprar en la galería que hacerlo directamente al artista porque sabe que comprando aquí está comprando una seguridad».

A ellos, por cierto, jamás les ha comprado nada ninguna institución. Con el Ayuntamiento de Espadas dicen que hay buena sintonía. Ahora solo falta que se cumpla lo que prometen, que es, en palabras de Seleka: «Compra de obras, crear una ruta, crear un mapa de galerías de Sevilla, dar cada equis tiempo facilidades para que coleccionistas nacionales e internacionales visiten Sevilla y hacerles una ruta de galerías... a eso han dado ya su ok». Laura se previene, por si las moscas: «Ahora mismo, yo me quedo en que les veo buena intención. Yo soy más escéptica que él. Yo solo creo en nuestro trabajo. Todo lo demás puede mejorar nuestra situación. Es que yo creo en él», dice, mientras Seleka, emocionado, dice por detrás y yo en ella. «No hay nada más. Y creemos en nuestros artistas, en nuestros coleccionistas, en nuestra familias. Todo nos lo hemos inventado nosotros. Yo, cuando me iba bien con la performance y era artista multidisciplinar, todo me lo buscaba. Igual que él, que es un buscavidas. Es la personalidad de cada uno. Es que hay gente que prefiere, legítimamente, la seguridad de un sueldo a final y mes y trabajar para alguien, y yo eso, ahora mismo... siempre pienso que hay una opción. De hecho, se nos ocurren tantas cosas siempre que... Si un día cerrásemos esto podríamos abrir otra cosa totalmente... porque tenemos un máster siendo autodidactas. Y además es algo que nos pone. Nosotros nunca mencionamos la palabra crisis. Eso pasa continuamente en el mundo. Es muy mental, muy energético. Si piensas constatemente estoy mal, estoy mal, estoy mal, al final estás mal. Pero si piensas estoy bien, estoy bien, al final estás bien».

Y ahí la está esperando Seleka: «O por lo menos, te lo crees».