‘Adriana’ a lo grande sin teatro

Luis Cansino y Ainhoa Arteta triunfan en la ópera que hasta el 2 de junio propone el Maestranza

22 may 2018 / 12:21 h - Actualizado: 22 may 2018 / 12:22 h.
"Ópera","Conciertos","Música clásica","Real Orquesta Sinfónica de Sevilla","Pedro Haffter"
  • El barítono Luis Cansino y, en segundo plano, la soprano Ainhoa Arteta. / Manuel Gómez
    El barítono Luis Cansino y, en segundo plano, la soprano Ainhoa Arteta. / Manuel Gómez

Que Adriana Lecouvreur esté ahí, como en una segunda fila, mientras que otros títulos se repiten hasta la saciedad dentro del repertorio lírico solo obedece al tirón que tienen, por sí solos, algunos de los sacrosantos nombres de compositores de ópera. Quien asistió al estreno, o quien traía los deberes hechos de casa, pero también quienes acudan los próximos días a cualquiera de las cuatro funciones que restan (los días 24, 27, 28 y 2 de junio) comprobarán que Francesco Cilea trufó su creación de inspirados momentos musicales, interludios, arias y dúos que sustentan, solo por su audición, un argumento improbable y de dramatismo exagerado que ya nacía antiguo cuando se alumbró, a comienzos del siglo XX.

Aplaudimos en este sentido la programación del mismo por parte del Teatro de la Maestranza, como hacemos siempre que una nueva obra –por más que nunca estrictamente nueva– se asoma a la cartelera. Si Pedro Halffter ha venido demostrando en Sevilla reiteradamente ser uno de los mejores traductores musicales del verismo y la plural ópera de la primera mitad del siglo XX, con Adriana no pudo por menos que redondear una versión en la que cuidó a las voces sin descuidar el flujo orquestal, mostrando una paleta dinámica muy amplia y cargando las tintas dramáticas para otorgar más teatralidad. Fue de menos a más –excepcional el final del tercer acto–, acaso porque encontró a una Sinfónica de Sevilla a la que le costó más despegar. Con todo, ofreció momentos de enorme sensibilidad, como los muchos pianissimos que recorren la partitura y que cuidó con detalle, encontrando acertada respuesta instrumental.

En las voces, a la postre, sería el papel bufón y no demasiado agradecido de Luis Cansino (Michonnet) el más redondo del apartado vocal, con proyección natural, canto muy en estilo y una interpretación muy afectuosa. Cumplió el tenor Teodor Ilincai encarnando a Maurizio, si bien su voz acusó cierto engolamiento y tendencia a un excesivo y muy artificial vibrato. Llegó a pellizcar con La dolcissima effigie, pero es de esperar que vaya a más en sucesivas funciones. A su lado, Ainhoa Arteta, efectivamente, parece haber domesticado el rol de Adriana, ya por una presencia escénica imponente, ya por el portentoso control de la proyección, el excelente centro natural de su voz y el hábil uso de los portamenti. Sus graves evidencian cada vez más pulso y su timbre permite reconocerla inmediatamente; aunque hubo exceso en su impostada afectación dramática. La Princesa de Bouillon, por el contrario, resultó una excelente actriz. La altivez y suficiencia de Ksenia Dudnikova provocaron una maliciosa simpatía en medio del dislate argumental; además cantó con potencia y sensualidad. David Lagares y Josep Fadó (Príncipe y Abate) resultaron una competente pareja de secundarios, poniendo ese contrapunto cuasi rossiniano en sus rápidos diálogos y comentarios. Sin sorpresas y con corrección el resto; Pablo López, Manuel de Diego, Nuria García-Arrés, Marifé Nogales e Ismael Escalante.

¿Y el teatro? Lo de siempre. Producción rancia, con inexistente dirección de actores y llena de tópicos escénicos que se ensañaban en contra de la propia ópera. Uno no acierta a comprender a qué obedeció toda la pasada ampliación del Maestranza, con un mecanismo escénico tan pionero como se nos contó si al final seguimos viendo a los tramoyistas agazapados para mover unas cuantas plataformas. Cierto que la oferta en un título como Adriana Lecouvreur no permite muchas opciones, pero se nos ocurre, por ejemplo, la que Francesco Micheli presentó en 2014 en la Ópera de Niza, un (asequible) festín visual en comparación con la que veremos en Sevilla de Lorenzo Mariani.

ÓPERA

Adriana Lecouvreur

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Teatro de la Maestranza. 21 de mayo. Adriana Lecouvreur, de Francesco Cilea. Intérpretes: T. Ilincai. A. Arteta. D. Lagares. K. Dudnikova. J. Fadó. L. Cansino. P. López. N. García-Arrés. M. de Diego. I. Escalante. M. Nogales. Coro del Teatro de la Maestranza. I. Sampil, director. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Director musical: Pedro Halffter. Director de escena: Lorenzo Mariani. Producción: Teatro San Carlo (Nápoles).